Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Con una decena de películas dirigidas, la dupla nominada al Oscar el año 2003 a Mejor Guión Adaptado por ‘American Splendor’ y matrimonio en la vida real, de Shari Springer Berman y Robert Pulcini, dirigen y adaptan el más reciente estreno de Netflix, ‘Things Heard & Seen’ (‘La Apariencia de las Cosas’), un thriller sobrenatural basado en la novela “All Things Cease to Appear” de Elizabeth Brundage, que rápidamente se ubicó como lo más visto en Chile en la famosa plataforma de streaming.
Catherine (Amanda Seyfried) y George Claire (James Norton) son una joven pareja que se muda junto a su hija Franny (Ana Sophia Heger) a una casa de campo en Hudson, por el nuevo trabajo de George como profesor en una prestigiosa casa de estudios. Poco a poco, Catherine comienza a ver y escuchar cosas inexplicables en la casa, descubriendo la historia detrás de ella. Mientras, George empieza a revelar oscuros secretos que incluso Catherine desconocía.
‘The Innocents’ (1961), ‘The Haunting’ (1963), ‘Burnt Offerings’ (1976), ‘Winchester’ (2018)… La lista de películas sobre casas encantadas es interminable, más aún en la última década. Matices más y menos, las presencias etéreas, las voces profundas en largos pasillos, los muebles que tienen vida propia, son elementos que han conformado un subgénero dentro del cine de terror cada vez más competitivo, por lo que la originalidad, la solidez del guion y el buen uso del lenguaje cinematográfico –aunque esto último parezca una obviedad- son fundamentales para sobresalir y ofrecer un trabajo que consiga alcanzar el miedo, la tensión y el misterio.
En ‘La Apariencia de las Cosas’, la dupla directora opta por una interesante exposición de los hechos, mediante escenas completas fuera de campo que van dando forma a una historia, empleándolo para condensar un relato de muchos elementos y gran cantidad de acciones. Si bien este recurso otorga innovación, le impide profundizar en situaciones que son fundamentales para la coherencia de la cinta.
En términos narrativos, la película esconde un relevante componente social, al presentar una familia marcada fuertemente por el patriarcado, donde la mujer abandona su desarrollo profesional para dedicarse al cuidado de su hija en pos del futuro laboral de su marido. Aunque esto aporta un interesante desarrollo del drama familiar que se contrapone de manera inteligente con el componente del terror psicológico, también se intenta dar explicación metafísica al tema de las posesiones y las presencias de espíritus con una subtrama, que también se aborda, sobre ocultismo teológico. Así, nos encontramos con un relato que, por el interés de justificarlo todo, abandona constantemente la lógica de lo que está intentando construir, en un género que, muchas veces como espectador, requerimos efectividad y entretenimiento por sobre el excesivo entendimiento.
Sin duda, destacan ambas actuaciones principales, con Amanda Seyfried (‘Mank’) ratificando la gran segunda etapa de su carrera, y James Norton (‘Happy Valley’), con un personaje al que dota de gran carisma. Sin embargo, el reparto secundario no puede evitar caer en estereotipos que nos recuerdan cómo el cine es capaz de reciclar fórmulas sin ningún tipo de vergüenza.
Con la cinta, la sensación final es de oportunidad perdida, al poder darle un giro al suspenso sobrenatural con un mejor tratamiento de la decadencia psicológica de sus personajes y del drama matrimonial, en una correcta puesta en escena, donde sus directores demuestran su gran manejo tras las cámaras, pero esta vez, no detrás del lápiz y el papel.