Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Hasta hace un mes, poco se sabía en el mundo del cine de Valdimar Jóhannsson, cuando a mitad de 2021 recibió el premio Un Certain Regard a la Originalidad en Cannes y, meses después, se alzó con el Premio a Mejor Película en el prestigioso Festival de Cine Fantástico de Sitges, y todo con su ópera prima, ‘Lamb’. El director irlandés sorprendió con su debut y, de paso, nos regaló una de las mejores películas estrenadas en el presente año, y otro nuevo triunfo para la incipiente productora A24 (‘Hereditary’).
La cinta nos presenta a Maria (Noomi Rapace) y su marido Ingvar (Hilmir Snær Guðnason), una pareja que vive aislada del mundo en una granja de Islandia, y cargando con un doloroso pasado familiar. Un día, una de sus tantas ovejas de su gran rebaño da a luz, cambiando el mundo de ellos para siempre y ante la atónita mirada de Pétur (Björn Hlynur Haraldsson), hermano de Ingvar, quien ve cómo adoptan al pequeño cordero como su verdadero hijo.
Jóhannsson nos presenta a una pareja solitaria, tradicional y muy cómoda en su hábitat de trabajo ganadero en un lugar geográfico donde nunca anochece. Aparentemente seres de mucha fe, entienden como un regalo divino la llegada de un hijo, un cordero, que crían como un bebé humano. En este punto es donde al espectador se le da vuelta el tablero y nos hace asumir este universo fantástico como respuesta a lo que se viene: una cinta que se mueve entre lo mágico, lo psicótico y lo celestial, cuestionando con incredulidad lo que vemos, toda vez que entendemos el insólito comportamiento de dos padres golpeados por uno de los dolores más grandes que el ser humano deba soportar.
Con evidentes referencias al cristianismo a lo largo de toda la cinta, este animal (y no cualquier animal), parte de un rebaño, ahora de nombre Ada, representa un nuevo comienzo para Maria e Ingvar y, con ello, son capaces de traicionar sus propios principios, llevando sus comportamientos y moralidad al límite, desestabilizando la realidad sin cuestionarla. El amor incondicional de los padres, el costo de la felicidad, nuestra relación con los animales y las leyes de la naturaleza, el significado de un hijo; tópicos presentes en una cinta que, a pesar de su escaso ritmo narrativo, es capaz de no soltarnos hasta su inesperado y reflexivo desenlace, con esta ofrenda como detonante, situándose constantemente entre el drama, el suspenso y el folk horror.
Fundamental es el papel de Pétur, hermano de Ingvar, que llega a vivir junto a ellos, siendo él los ojos de cada uno de los espectadores, escéptico ante lo que sucede y desafiando la certeza de los hechos. Por otro lado, Noomi Rapace, actriz sueca que conocimos en la trilogía Millennium basada en la novela de Stieg Larsson (‘Los hombres que no amaban a las mujeres’), consigue el papel de su carrera, como una mujer atormentada, errática, impredecible, inestable, pero muy empoderada, dotando cada escena de verdad y una inquietante normalización de su comportamiento.
Con escasos diálogos, ‘Lamb’ exuda belleza nórdica por todos sus poros a través del yerbo escandinavo y su maravillosa fotografía, escondiendo entre la frialdad de sus imágenes, un relato desconcertante de realismo mágico que horroriza, al exponer el fin y los medios que lo justifican, mientras sacia nuestro morbo de espectador normado ante la rareza de lo que vemos, desafiándonos ante el valor del significante por sobre el significado. Una cinta que, sin duda, podrá no ser del gusto de cualquier paladar, pero que logra deformar la realidad y sacarnos violentamente del molde. Atentos a seguirle los pasos al director irlandés.