Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Noveno largometraje del chileno Pablo Larraín (‘No’), estrenada en septiembre de este año en Venecia, en una coproducción chileno-alemana-británica donde el director vuelve a abrir una ventana para dejarnos entrar a un breve momento en la vida de otra cuestionada personalidad histórica, tal como lo hiciera en ‘Neruda’ (2016) y en ‘Jackie’ (2016), esta vez en tres intensos días de la Princesa Diana de Gales, interpretada por Kristen Stewart.
Comienzos de los ‘90, fin de semana de navidad y Lady Di (Kristen Stewart) sabe que su matrimonio no tiene arreglo. En una de sus últimas vacaciones en la Casa de Windsor en Norfolk, Inglaterra, junto a parte importante de la familia Real, la Princesa Diana sufre la presión de la formalidad y la desesperación de estar en un lugar donde no es querida, entendiendo que nada queda por salvar en su relación y extrañando más que nunca su pasado como Diana Frances Spencer.
Lejos de ser un biopic convencional, Larraín y su ya inconfundible lenguaje visual se ponen a disposición de un relato dramático e intenso desde el primer minuto de metraje, para retratar tres días claves en la vida de Lady Di, quien acompañada de sus hijos, su esposo, la Reina y una decena de servidumbres y otros personajes de la Realeza, se ve atrapada en un presente doloroso, con un matrimonio que se cae a pedazos y la falta de libertad en un entorno que termina rechazando por completo, viviendo una vida que siente ya no le pertenece.
Con una cámara que se expresa por sí sola, con primerísimos primeros planos de la poderosa imagen de la Princesa que detallan su sufrimiento y prisión mental, y planos generales amplios y profundos, que empequeñecen su figura ante imponentes palacios e interminables y pomposos pasillos reales sin salidas, el director es capaz de sumergirnos en una historia capaz de darle verdaderos tintes de terror a un palacio monárquico, al implicarnos de manera tan íntima con la angustia y el desespero de su protagonista. Con significativos diálogos que ilustran con acierto sus emociones, una banda sonora agobiante a cargo de Jonny Greenwood (‘There Will Be Blood’), una espesa textura visual que complementa a la perfección el derrotero psicológico de la cinta, un diseño de producción y vestuario que ya coquetean con los Oscar, y ciertos momentos oníricos que funcionan como respiros reflexivos para la Princesa, Larraín nos hace cómplices de su cautiverio físico y mental, obviando de manera intencionada a personajes relevantes, domando así al espectador y consolidando un trabajo lleno de poesía y amor por la inagotable figura de Diana Spencer. Por otro lado, si bien la cinta opta por centrarse en el quiebre de su relación con el Príncipe Charles (Jack Farthing) y la incomodidad de ser parte de un lugar en el que se siente completamente maltratada e invisibilizada, no evita la crítica hacia la Casa Real, su concepción del poder, violencia y anacronismo.
Párrafo aparte merece Kristen Stewart y el que es, probablemente, el mejor trabajo de su carrera. Un papel hecho a su medida no solo por sus dotes interpretativos, demostrados en cintas como ‘Personal Shopper’ (2016) o ‘Clouds of Sils Maria’ (2014), sino también porque la retraída personalidad de la actriz pareciese fusionarse con el carácter de Diana, obteniendo un resultado donde pocas actrices de su generación habrían dado el ancho. Con una personalidad que es capaz de acercarnos a ella pero, a la vez, distanciarnos con su cárcel mental, Stewart saca a relucir su calidad con una interpretación escalofriante, constante entre la rabia y la desorientación, llena de matices dentro del espectro dramático, dotando de humanidad a su personaje y traspasando el dolor fuera de la pantalla.
Ana Bolena, la mujer que Enrique VIII mandó a decapitar para poder casarse con su amante, surge como elemento disparador a lo largo de toda la cinta, la inspiración que da fuerzas a Diana tras los cortinajes de hierro contra los paparazzis, una figura retórica de su presente conyugal que, junto al amor por sus hijos y el anhelo de esa inocencia perdida -expresada mediante flashbacks- son los últimos golpes de realidad que la logran sostener en pie.
‘Spencer’ es la particular visión de Larraín y Steven Knight (‘Peaky Blinders’), su guionista, sobre el sufrimiento de Diana de Gales en uno de los momentos más duros de su vida Real, años antes de su fatídica y misteriosa muerte. Presentada como “Fábula de una tragedia verdadera”, la cinta probablemente omite hechos, reemplaza rostros, adapta la historia a conveniencia del formato y comete ciertos excesos en su guión, pero tampoco nunca presumió de ello; es capaz, gracias a Stewart y el gran sentido estético y narrativo de su director, de sumergirnos durante dos horas en el corazón de una mujer que comenzó a correr el velo de la hipocresía Real y cuyo legado difícilmente pueda ser olvidado.