Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2015, la directora norteamericana Crystal Moselle dirige su primer largometraje documental, una historia tan entrañable como demencial, sobre los hermanos Angulo, seis jóvenes que, viviendo juntos, apartados de la sociedad en un departamento en el Lower East Side de Manhattan, dedican su vida a recrear sus películas favoritas, interpretándolas, fabricándose artilugios y elementos para la actuación.
Sin embargo, la complejidad de la cinta va mucho más allá, ya que explora el origen de esta disfuncional familia, en la que el padre, un peruano ferviente admirador de Krishna, y una madre muy crítica de la sociedad, decidieron conformar una especie de tribu familiar, educándolos a su manera por considerar negativa la socialización en los colegios y sobreprotegiéndolos por el temor que significa una ciudad como New York, en un entorno de hostilidad patriarcal y violencia. Así, entre imágenes de archivo de la infancia, la directora muestra cómo esta cerrada comunidad evoluciona entre cuatro paredes a lo largo de los años, lejos de la civilización, movidos y convencidos por las convicciones de padres que nunca calcularon el costo de sus actos.
Aquí es donde el cine es el catalizador, es la vía de escape, es el leitmotiv de este grupo de hermanos con nombres en sánscrito que ven en sus películas favoritas la manera de llenar sus espíritus, de hacer realidad sus fantasías predilectas y, con ello, sentirse parte de un universo del que sí se sienten parte importante. Transcriben en máquinas de escribir los textos íntegros de las películas, las ensayan, se caracterizan, fabrican el atrezo y actúan. Su colección de más de 2.000 títulos en vhs y dvd son su Biblia y sentarse frente al televisor es lo único que les da algo de sentido a sus vidas.
Moselle intenta profundizar, a partir de los testimonios de los hermanos, del padre y de la madre, sobre este particular estilo de vida y las razones que los llevaron a hacerlo, bajo la mirada, en principio inocente, de un grupo de jóvenes que exploran el mundo desde la ventana, que poco a poco comprenden que no están preparados para enfrentarse al mundo, que a pesar de su fascinación por el entretenimiento, entienden que perdieron su infancia, que carecen de herramientas, que en la selva de cemento, el traje de Batman hecho con cajas de cereal no los podrá salvar.
Con cámara en mano, jugando con los tiempos y priorizando todo el tiempo en las emociones de los protagonistas y el concepto de libertad, la directora deja de lado algunos tópicos que podrían haber resultado interesantes, como la relación padre-madre o cierta crítica al establishment, sin embargo, resuelve con dinámica un documental de duración justa, con una historia fascinante que habla de superación, que pone en perspectiva nuestro rol de seres sociales y que, además, resulta un material imprescindible para cinéfilos por las innumerables referencias a cintas como ‘Pulp Fiction’, ‘Reservoir Dogs’, ‘The Fighter’, ‘Batman Begins’ y ‘Goodfellas’.
Desde este jueves 12 de noviembre, disponible en Alameda TV.