Por Wladimyr Valdivia Westphal.
Después de más de un año de retraso según lo programado, llega la secuela de una de las cintas más exitosas en taquilla del 2018, ‘Un Lugar en Silencio’ (‘A Quiet Place’), dirigida nuevamente por John Krasinski y con Emily Blunt a la cabeza del reparto, y filmada en Nueva York justo antes que la Pandemia se desatara en los EE.UU.
La cinta nos sitúa brevemente un año antes de lo sucedido en la primera película, para mostrar la llegada de las criaturas alienígenas, para posteriormente ubicarnos en el presente de la familia Abbott, ahora sin la presencia de Lee (John Krasinski), el padre, que se sacrificó para salvar a sus hijos. Ahora, Evelyn (Emily Blunt) y sus hijos deben abandonar la casa y con ayuda de Emmett (Cillian Murphy), un viejo amigo, intentarán encontrar resguardo, enfrentándose ahora también a nuevos peligros.
Krasinski, ahora solo detrás de cámara, ofrece una impresionante secuencia inicial para marcar el tono de esta distopía de terror: monstruos atacando sin piedad, caos social, técnicas de disuasión y supervivencia. En el presente, ya sin la figura paterna, con un bebé como nuevo y peligroso miembro de la familia, la cinta aprovecha de muy buena manera el no tener que introducirnos el universo de la saga para enfocarse en grandes momentos de tensión, incorporando ahora diferencias familiares, la autonomía y rebeldía de su hija con discapacidad auditiva, pieza fundamental para la lucha contra los alienígenas, y la aparición de nuevos grupos humanos.
Secuela que supera en muchos sentidos a la primera película, principalmente por el mejor desarrollo de sus personajes, con una Emily Blunt que encarna el horror y la inseguridad de no saber si es capaz de mantener a su familia fuera de peligro; con un argumento que se va desarrollando en distintos escenarios de manera simultánea, generando nuevas e interesantes subtramas que finalmente encuentran su punto de conexión, repartiendo de esta manera protagonismo; y nuevamente un trabajo de sonido excelente e imprescindible para dar sentido a la narrativa y sus acciones. La cinta, en la simpleza del silencio, es capaz de encontrar su punto de tensión máximo y el motor que desencadena el drama de manera constante, y en los golpes de sonido la efectividad de un thriller de terror que tiene claro como conquistar la atención del espectador.
Otro punto a favor es la incorporación de dos grandes actores, como el irlandés Cillian Murphy (‘Peaky Blinders’) y el beninés nominado al Oscar Djimon Hounsou (‘Diamantes de Sangre’), que aportan calidad en cada una de sus apariciones, siendo el primero quien toma el rol protagónico de Krasinski y el segundo como uno de los nuevos líderes de uno de los asentamientos humanos resguardados de las criaturas.
Si bien su guion está lejos de la perfección y podemos cuestionar, como es costumbre en este tipo de cintas, muchas de las decisiones de los personajes o descubrir vacíos o conveniencias del libreto, Krasinski y su equipo demuestran una vez más que su talento para el manejo del género no es casualidad, repartiendo acción, suspenso, terror y drama en buenas dosis, haciendo aún más esperable su tercera parte, ya anunciada.