El pop funciona como un chute a la vena: atrapa o alergiza. La canción es su droga y mientras más viajamos en ellas, más infiernos o paraísos conocemos. Este mini CD de Taira Pizarro, compuesto de siete canciones, atrapa. Gracias tiene varias: la dialéctica entre lo liviano y lo profundo, sonoridades dulces que evocan el folk, cierta sensibilidad que pone en escena ‘lo femenino’, y una propuesta redonda, delimitada en su lírica y coherente construcción como disco.
Y es este último elemento el esencial: todas las letras son poemas musicalizados. Las cuatro primeras canciones corresponden a escritos de Stella Díaz Varín, la siguiente a uno de Amanda Durán y las dos últimas a poemas de Absalón Opazo. En ese sentido, letra y música funcionan juntas y por separado. Y sí que funcionan. Un colchón estilístico más o menos tradicional es el espacio donde las letras adquieren su propia musicalidad, en fraseos que, por momentos, se difuminan y vuelven luego a concentrarse. Y este hecho es, tal vez, lo que determina que las canciones, quizás, no encajen en la radio-fórmula, sedienta de eslóganes fáciles.
Imposible no rendirse a la melancólica “Hubo una vez”, o a “Datos para un dibujo” y “Cuando el frío es un silencio cojo” en su tornasol. Habrá que imaginar cómo serán las propias letras de Taira, si le interesa escribir o prefiere musicalizar textos ajenos. Si bien los intentos similares suelen ir en la línea del spoken word, aquí hay pop, lo que entrega enormes proyecciones a unas canciones transparentes, que no pretenden ser más de lo que son. Y ya son mucho.
TAIRA
“Libro de canciones”
Autoproducción
CD-R, 2012
Por Cristóbal Cornejo
Publicado en «Onda corta: sonidos locales», El Ciudadano nº 134, Octubre 2012