La Mona Lisa, famosa obra pictórica del polímata renacentista italiano Leonardo da Vinci, guarda muchos secretos, y aunque con el tiempo algunos han sido revelados, otros se fueron con el artista a la tumba.
La pintura se conoce como el Retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, y es uno de los retratos más emblemáticos de la historia de la pintura. Da Vinci lo pintó en el Siglo XVI, luego entró a las colecciones de la corte de Francia, para finalmente formar parte de las obras de Arte exhibidas en el Museo del Louvre.
Se dice que fue adquirida por el rey Francisco I de Francia a comienzos del siglo XVI y desde entonces es propiedad del Estado Francés. Sin embargo, el misterio de su significado y su mensaje sigue vigente.
La técnica de composición de la Gioconda hace que esta sea una de las obras más estudiadas de la historia del arte y por los artistas aprendices. Es apreciada por su encuadre muy moderno, como un retrato que se podría realizar en nuestros días.
Más sutilmente, se crean efectos ópticos por la ubicación de los ojos de la joven y su sonrisa discreta. Hay quienes dicen que se siente la impresión de ser observado constantemente por la Gioconda, cualquiera sea la posición desde la que uno la mire. Esta anécdota demuestra los conocimientos científicos y anatómicos de Leonardo Da Vinci.
En cuanto a la célebre sonrisa de la Mona Lisa, hay testimonios de que un grupo de músicos tocaba durante las horas de trabajo del pintor para que ella mantuviese esa actitud alegre.
El fondo también es un caso de estudio. La técnica del sfumato se utiliza para crear una perspectiva que se funde con suavidad.
La sonrisa de Mona Lisa
Se dice que fue el ‘ojo rápido’ de Leonardo da Vinci lo que ayudó a capturar la fugaz sonrisa de Mona Lisa.
Al parecer, el famoso artista renacentista puede haber sido bendecido con el mismo «ojo rápido» que puede dar una ventaja a los mejores jugadores de tenis y béisbol.
En el caso de Leonardo, esta supervisión puede haberle permitido ver y capturar momentos fugaces en sus pinturas, como la enigmática media sonrisa de la Mona Lisa, especulan expertos en la materia.
David Thaler, genetista de la Universidad de Basilea en Suiza, explica que esta capacidad de ver detalles, incluso en el fenómeno más rápido o fugaz, puede ser el resultado de una mayor frecuencia de fusión de parpadeo.
Para Leonardo, una alta frecuencia de fusión de parpadeo podría explicar cómo fue capaz de describir los cambios en la forma de las gotas de agua que caen, y reconocer las expresiones fugaces que se ven en muchas de sus pinturas.
En el caso de la Mona Lisa, «lo que estoy proponiendo es que Leonardo captó un momento de sonreír», dijo. «No es una sonrisa planteada, sino un instante pasajero cuando la sonrisa está en el acto de convertirse».
Esta teoría, esto podría reavivar la pugna que ha existido por años entre la fotografía y la pintura, ya que por un lado la pintura brinda la oportunidad de jugar más con los elementos compositivos de una imagen durante el proceso creativo, la fotografía por otro resulta más inédita y representativa de ese pequeño instante que no puede repetirse.
De ser así, cabe la pregunta de cómo el famoso artista logró combinar ambas expresiones artísticas en una sola técnica. Sí bien Da Vinci contribuyó en el diseño de las primeras cámaras oscuras, no fue hasta varios siglos después que se inventó la fotografía. La duda está allí.
El concepto de una “mirada rápida”
La investigación de Thaler muestra que análisis de comentarios de Da Vinci en sus cuadernos sugiere que podría ver cosas con una velocidad de una centésima de segundo diferencia, que corresponde a una frecuencia de fusión de parpadeo de 100 Hertz, o 100 veces por segundo, aproximadamente el doble de la frecuencia de fusión de parpadeo de la mayoría de los humanos.
Thaler cree que el «ojo rápido» de Leonardo y algunas estrellas modernas del deporte podría tener una base genética, tal vez en los genes que rigen el desarrollo de los canales de potasio en las células de la retina.
Se ha demostrado que varias especies no humanas, como los insectos, tienen marcadas diferencias genéticas en sus retinas que les permiten ver movimientos mucho más rápidos, y las diferencias en el desarrollo de las células en la retina también pueden causar diferencias en la visión de los humanos, dijo.
Thaler dijo que una muestra de ADN de Leonardo podría mostrar si su ojo rápido se basó en los genes que regulaban el desarrollo de sus retinas, o si surgió del entrenamiento y la observación cercana.
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