La profesora y escritora nacional, Camila Mardones, publicará este próximo sábado un adelanto de su segundo libro de poesía titulado, Cuando habitemos el agua. La editorial a cargo del adelanto es La vieja sapa cartonera (Santiago, Chile), quienes realizaron una edición limitada de este libro objeto con encuadernación japonesa.
El adelanto del libro cuenta con los prólogos de las escritoras Roxana Miranda Rupailaf, Kütral Vargas Huaiquimilla y del escritor y editor de La vieja sapa cartonera, César Rey Marchant.
El lanzamiento con entrega autografiada se realizará en Santiago el 04 de septiembre a las 19 horas en La Casa en el Aire. Contará con la lectura de las escritoras Valentina Paillaleve y Catalina Espinoza más algunas sorpresas musicales. Para enterarse de todas las novedades del lanzamiento, pueden seguir el instagram de la escritora @kameliacautiva o el Facebook de la Editorial.
Sobre la escritora
Camila Marcela Mardones Vergara (Santiago, 1991). Profesora de Historia y Geografía. Licenciada en Educación y Diplomada en Gestión del Patrimonio Cultural. Magíster en Literaturas Española y Latinoamericana de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Parte de su poesía ha sido publicada en las antologías “Mujeres en tiempos de esperanza, crisis y pandemia”, Biblioteca del Congreso Nacional, Chile (2021), “Aislados: Dosis de poesía para tiempos inciertos”, Dendro Ediciones, Perú (2020), “Palabras escondidas” homenaje a Stella Díaz Varín, Ediciones Punto G, Chile (2016), “Contrasilencio”, Ediciones Balmaceda Arte Joven, Chile (2010), “Anda libre en el surco”, Sociedad de Creación y Acciones Literarias Región de Coquimbo, Chile (2009), entre otras.
Cautiverio es su primer libro publicado. Primera edición por Balmaceda Arte Joven, Chile, 2015. Segunda edición por Artexto y Capuchas, Argentina, 2017.
Algunos poemas de Camila Mardones:
Y, de vez en cuando, nos hablamos
en la ventana cerrada
cuando estuviste triste
y dijiste cosas
como sin decirlas
y, de vez en cuando, yo te hablé
en la declaración de valentía
que fue posar mis pies
sobre los tuyos
por eso, si de pronto
el sol muere en tu frente
tendré miedo de explotar en bencina
reventar como los autos olvidados
por sus dueños
porque, a veces, entre las balas
nos amamos
La envidia de las luciérnagas
Trepé a tu boca, calle arriba
subí el peñasco y desde allí
encaramada en tus hombros
quise avivar el fuego que ilumina la noche del puerto
Las sombras se encienden a lo lejos.
El brillo del embarcadero
al temblor sigiloso de las luciérnagas imita
Envidiábamos sus destellos
la manera de imponérseles a lo oscuro
con el titilar plateado de sus cuerpos
Sobreviviese el destello a la luz de la mañana
La noche impregnase en tus pupilas
y las mías
la confianza en la ternura de lo oculto
Como perra vaga quise emprendérmelas, cerro arriba
treparte con la violencia de los huérfanos
y de las botellas kamikaze
En la inutilidad de mi vidrio te recorro
y en el vuelo al romperme al romperme
el crujir de mi cuerpo te reclama
Cantarte fue una invitación al fuego
al incendio total de las construcciones
a fundirnos en la amenaza de la llama
Pensé en guerra
e imaginárseme tu boca fue katana
nuestra embriaguez, hundirnos en la espesura
Quise yo huir de tu noche
mas tu aullido
enterróseme en lo hondo
Subir a tu altura es no saber
No saber cuándo
conviene desempuñar el recelo
En tus ojos me perdí un día
por el reflejo de la noche en ellos
Quise subirme a un coiwe
y desde su rama más alta escribirte
un poema
Mi cuerpo alado aún recuerda
el idioma de sus captores
Como humana y como ave emprendí vuelos
mi voz siempre fue barlovento
Desde esta cima pienso en tus abuelos
cuya bandada se creyó desorientada
al momento de corregir el vuelo
La exhalación de la cordillera reconoció tal valentía
Y en tu hermana exiliada pienso
pájara que surca las latitudes de la violencia
para recuperarnos la calle y la noche
regalarnos algo del viento frío que golpea su vientre
Todo es verde y es silente desde esta rama
Yo quisiera mirarte, acaso de una hoja agarrada
en silencio para no inquietarte el descanso
con calma, para no revolverte la herida
En tu canto creo porque es viaje y es, también, quedarse
Creo en tu grito porque él renuncia de sí mismo
se contradice y rectifica
no hay vergüenza en su vuelo
Tu silencio es el silencio azul
del tambalear de esta rama
El pensarte es el bosque y la sinceridad de la savia
y también es la luz que visita a la hoja y se queda
en partículas dolorosas y danzantes
para traerte la buena nueva de su brote
Traje mi bestia a esta rama
Mi animalidad nunca pudo olvidar
la ternura de tu aullido
Hoy no conozco otro idioma
más que el idioma de la humedad
y nada de ello importa aquí:
hemos aprendido de la resiliencia de los bosques
Quise escribirte un poema
estoy queriéndolo ahora
El coiwe susurra
un canto inaudible para los cazadores