La historia del arte está indisolublemente ligada a la historia del hombre. Y en esta dirección, la guerra ocupa un lugar primordial.
Nunca la vinculación de arte y guerra ha sido tan evidente como en la I Guerra Mundial, más conocida como la Gran Guerra. Pese a ello, y a que en esa confrontación está la semilla de los grandes movimientos de vanguardia, el tema ha sido poco estudiado.
La Gran Guerra produjo un entusiasmo universal. Los soldados se alistaron con ánimo exultante y los artistas participaron plenamente de ese movimiento. La guerra del 14 cambió el mundo. Del delirio se pasó a la depresión más absoluta, y al acabar todo, los europeos supieron que sus destinos estaban vinculados para siempre. Guillaume Apollinaire, Fernand Léger, Otto Dix, Franz Marc, William Roberts, David Bomberg, Wyndham Lewis, Max Beckmann, son algunos de estos artistas.
Los artistas expresionistas Ludwig Meidner y Jacob Steinhardt exponen paisajes apocalípticos que hablan de los últimos días de la humanidad. Nolde aporta a este apartado alguno de sus más gélidos paisajes, mientras que Humberto Boccioni recoge el caldeado ambiente prebélico en Reyerta en la galería.
Uno de los tópicos de este movimiento fue la imagen de los jinetes a caballo, uno de los motivos artísticos más recurrentes en la iconografía de la vanguardia. El caballo significa fuerza dinámica en el arte de avanzada y también está unido a las puras imágenes de batalla. El jinete soldado ilustra la mirada profética y apocalíptica. Boccioni, Severino, Kandinsky o Marc son algunos de los pintores que firman obra en este apartado.
El afán de experimentación llegó a convertir el cuadro en proclamas que, amparadas en el lenguaje cubista, eran un llamamiento a la insurgencia patriótica. Esos llamamientos a las pasiones más comunes podían alcanzar grandes cotas de lirismo creativo, pero en general rozaban una enorme idiotez chauvinista, en opinión de Guillermo Solana, conservador jefe del Museo Thyssen. La obra 14 de julio, de Férnand Léger, es ilustrativa de este sentimiento. La fuerza destructora de la máquina y la mecanización de la vida moderna son el eje del movimiento futurista, una tendencia en la que los artistas oponen el fervor a la deshumanización, al avance militar y a la destrucción. Man Ray, Otto Dix o Severini ocupan este lugar dedicado a ensalzar las máquinas.
Otro tema recurrente fue el del juicio final, vinculado a la guerra, para avanzar después por los artistas que también fueron soldados y que se autorretrataron en momentos difíciles. El cubismo en las trincheras, el estigma de la condenación y el puro escenario de la guerra son las restantes páginas.
Ahora, a la luz de los acontecimientos mundiales recientes, la pregunta es ¿por qué la guerra tiene esta presencia en el arte? ¿Será que la llevamos, cada uno, en nuestras entrañas? Como artistas y consumidores de arte, ¿qué posición debemos tomar?