Numerosos medios internacionales afirman que el Gobierno de Cuba pretende prohibir el reggaeton, género musical muy popular entre jóvenes de la Isla y de América Latina. Los titulares no dejan el menor espacio para la duda: “Cuba prohibirá el reggaeton y su baile en las calles”, “Los intérpretes y difusores del reggaeton serán sancionados en Cuba”, “En Cuba prohiben el reggaeton por vulgar”, o “La dictadura castrista prohíbe el ‘reggaeton’ en Cuba”.
Pero, ¿hay algo de cierto en todo esto? ¿Será posible que tantísimos medios, a la vez, se atrevan a inventar una “prohibición” en Cuba que no existe? Pues parece que sí.
Que Cuba proscribirá dicho estilo musical es la conclusión que extraen dichos medios de comunicación de la entrevista de un diario cubano al presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel, en la que en ningún momento habla de prohibir el reggaeton.
El funcionario cubano, eso sí, se une a la crítica generalizada entre músicos e intelectuales de la Isla a la carga sexista y machista de muchas de las letras y videos musicales de los artistas de reggaeton, que proyectan a las mujeres cubanas –según sus palabras- “como grotescos objetos sexuales”.
El propio entrevistado aclara que su crítica no se dirige “exclusivamente (al) reggaeton”, sino a toda práctica musical que proyecte dicho sexismo y otras “expresiones vulgares, banales y mediocres”.
Orlando Vistel anuncia, efectivamente, un proyecto de norma jurídica que regulará “los usos públicos de la música”. Con ello, se puede intuir que canciones –de cualquier estilo- que hagan apología del machismo, la homofobia, la xenofobia, la discriminación social o la violencia, no serán programadas en los medios de comunicación de Cuba. Algo, por cierto, aceptado como normal, civilizado y justo cuando ocurre en otros países: spots publicitarios o videoclips musicales son retirados con frecuencia tras las denuncias de determinados colectivos o instituciones, sin que los medios internacionales mencionen que es el gobierno de esos países quien “prohibe” una canción, un estilo musical o un artista.
Ciertamente, en los últimos años, en Cuba existe una preocupación muy extendida entre intelectuales e instituciones acerca de los valores retrógrados y discriminatorios que transmiten las letras de canciones muy populares en la Isla, muchas de ellas del género reggaeton.
El pasado año el asunto llegaba a la Comisión de Atención a la Juventud, la Niñez y la Igualdad de Derecho de la Mujer del Parlamento cubano. La Unión de Escritores y Artistas de Cuba, una organización caracterizada por una práctica nada dogmática, abogaba por una regulación legal de los espacios musicales públicos. La Federación de Mujeres Cubanas y la Editorial de la Mujer de Cuba han denunciado, en numerosos espacios, el atentado a la dignidad de las mujeres contenido en muchas de las canciones de reggaeton. Y la Red Iberoamericana de Masculinidades, con sede en La Habana, ha llevado a cabo talleres de debate y reflexión con artistas cubanos de pop, salsa y reggaeton.
Un momento de intensa polémica en Cuba se vivía en noviembre de 2011, en la entrega de los Premios Lucas a los mejores videoclips cubanos. Tras las protestas de organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas, el video de la canción “Chupi-Chupi”, del reggaetonero Osmani García, era retirado de la fase final de dichos premios, a pesar de contar con cinco nominaciones, ente ellas la de “video más popular”, y de haberse emitido durante meses en la televisión nacional. El asunto, igual que ahora, fue reflejado en los medios internacionales como un caso de “censura gubernamental”.
Por contra, ninguno de estos medios mencionó una sola vez la palabra “gobierno” al informar de que, hace meses, un videoclip de la famosa cantante Rihanna fue retirado de las televisiones de once países, incluyendo Reino Unido y Francia; otro de Robbie Williams era eliminado de la BBC por presión de varias asociaciones de pensionistas; y otro de No Doubt fue retirado por el propio grupo tras las protestas de colectivos indígenas, por mencionar solo tres casos recientes.
En la citada entrevista al presidente del Instituto Cubano de la Música, Orlando Vistel menciona otro de los aspectos denunciados por intelectuales y músicos de la Isla: la ínfima calidad musical de gran parte de los temas reggaeton que, a pesar de ello, cuentan con una desproporcionada presencia en la radio y la televisión del país. El funcionario propone en la entrevista una regulación en los medios cubanos para retornar a un equilibrio de estilos musicales, que refleje la inmensa variedad y riqueza musical de Cuba, hoy parcialmente eclipsada por la hegemonía del reggaeton.
Músicos, intelectuales y periodistas de la Isla son conscientes de que el reggaeton, en su vertiente más machista y vulgar, no se puede combatir con prohibiciones. Su gran popularidad entre la población más joven apunta a problemas mucho más profundos, como la permeabilidad en ciertos sectores de la sociedad de mensajes discriminatorios y reaccionarios, y la pérdida de fuerza de ideas muy arraigadas en la sociedad cubana, como la igualdad, la no discriminación o la solidaridad.
En cualquier caso, el reggaeton ni está prohibido en Cuba ni lo va a estar, aunque quizá desaparezcan de la televisión y la radio –por regulación legal- sus exponentes más zafios y sexistas.
Pero los debates en un país que no renuncia a conservar valores sociales y riqueza musical conquistados a lo largo de décadas suponen un mensaje demasiado complejo para los medios, especialmente los musicales. La Cadena Ser, del Grupo español Prisa, no solo titulaba en su página web que “Cuba prohíbe el ‘reggaeton’ en la isla”, sino que, refiriéndose al tema “Creo”, del reggaetonero Baby Lores, una canción homenaje a Fidel Castro, afirmaba que, “a partir de ahora, todas las dedicatorias musicales al comandante tendrán que ser en otro estilo musical”.
Fuente: La Pupila Insomne