Cuando Genesis P-Orridge y David Bowie comenzaron a usar la técnica, el cut up pasó de ser un instrumento puramente literario a permear la escena musical. Una especie de “Tarot occidental”, lo llamaba Bowie, tanto como herramienta para componer, como medio para buscar la inspiración. Muchas de sus canciones están compuestas bajo este método, pues le permitía disponer de “una lista de ingredientes para crear una historia”.
Otra de las grandes figuras que por aquellos momentos recurriría al Cut Up fue Bob Dylan, quien utilizaba está técnica para canalizar su veta francamente literaria.“El fantasma de la electricidad aullaba en los huesos de su rostro”, escribió bajo este método. Iggy Pop, Joy Division e incluso The Beatles (que utilizaron la técnica para recortar las cintas de una grabación de orquesta y volverla a ensamblar), fueron ejemplos que sublevaron el azar inconsciente sobre el orden consciente dentro del proceso creativo.
Pero la brecha que comenzó en aquellos años continuó décadas después. Kurt Cobain, quien tuvo la oportunidad de conocer y colaborar con Burroughs fue uno de los máximos exponentes en los 90’s de la literatura cut up, declarando que sus letras resultaban de recortes de poemas suyos. Más tarde, Thom Yorke imitó la supuesta forma en que se dio por primera vez la técnica entre los surrealistas, sacando recortes de palabras de un sombrero para escribir el álbum completo de KID A.
Aunque resulte difícil pensar que el lenguaje escrito puede no requerir de la razón, de una sintaxis lógica para llegar al entendimiento de las ideas, cada una de estas referencias musicales demostró la fructífera relación entre lo aleatorio, lo auténtico y lo literario. Y en este mismo sentido el Cut Up se confirmó como un vehículo creativo para modificar los códigos de una realidad convenida en torno a la razón lineal.