De largos bigotes, una mente abierta, y paisajes que nos recuerdan el mundo onírico, se encuentra un personaje que ha servido de inspiración para muchos. Considerado como uno de los exponentes más relevantes del surrealismo, Salvador Dalí ha dado mucho de qué hablar.
Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech nació en 1904 en Figueras, provincia de Gerona. Con un acercamiento desde temprana edad al arte, observamos sus primeras pinturas que datan de 1914 aproximadamente; en éstas se pueden observar mayormente paisajes. Aun con tan sólo diez años de edad, ya se podía observar cierto misticismo en las obras que realizó durante su estancia en el Instituto de Figueres. Fue reconocido por Velázquez, a quien Dalí admiraba y que tomaría como referente en su obra, e incluso persona. Esos bigotes que tanto lo caracterizaron tenían que venir de algún lado.
Más tarde experimentaría con el collage y se vería influenciado por la lectura de Freud. Y en algún momento de su vida se definiría como “anarquista, monárquico y anticatalán”.
Con faltas de ortografía y una escritura que incluso podía caer en lo absurdo, hacía caso únicamente a lo que su pensamiento le dictase. El pintor excéntrico, influenciado por la estética del modernismo agónico, buscaba una imagen que lo diferenciase del resto. Así lo vemos lucir un sombrero negro, ancho; nada como los sombreros de moda que él consideraba fastidiosos y antipáticos. Se oscurecía las pestañas y se mordía los labios para que tomasen un tinte rojo. Amaba el maquillaje del cantante Alice Cooper, dedicándole el holograma que se exhibe en el Teatro-Museo de Figueres. Llevaba las patillas largas y el rostro pálido. Las miradas comenzaban a notarlo. Había nacido un gran pintor que para nada pasaría desapercibido. Un pintor excéntrico, de fantasías eróticas y grandes sueños.
Fue uno de los hombres más relevantes de los últimos tiempos para la arte, por ello vale la pena repasar algunos detalles sobre su vida; características que hicieron de él un personaje único.
Llegó a creer que era la reencarnación de su hermano
Antes de que Dalí naciera, su madre dio a luz a un niño al que se nombró Salvador Galo Anselmo. Desafortunadamente éste falleció a los pocos meses debido a una infección estomacal. Cuando nació Dalí, nueve meses después, se le nombró con el mismo nombre: Salvador. Con tan sólo cinco años de edad los padres lo llevaron a la tumba de su hermano y le dijeron que él era su reencarnación. Algo que Dalí llegó a creer y que lo marcó por el resto de su vida. “..nos parecíamos como dos gotas de agua, pero dábamos reflejos diferentes… Mi hermano era probablemente una primera visión de mí mismo, pero según una concepción demasiado absoluta”.
Amaba el dinero
Dentro de la comunidad artística tenía la fama de amar hacer dinero, por lo que fue llamado “Avida Dollars”, que a la vez es un anagrama de Salvador Dalí y una referencia a su codicia. Si bien existen muchos artistas que nunca harían algo por la única razón de ganar más dinero, Dalí no era el caso. Un claro ejemplo es el logo de Chupa Chups que rediseñó en 1968. Además de trabajar para algunas marcas, también vendía sus pinturas a un precio elevado. Llegando a decirle a los compradores alguna que otra mentira para que se cotizarán a un precio más alto. Otro caso que demuestra su amor al dinero fue cuando le vendió a Yoko Ono pasto por la cantidad de $10,000 Dls. La historia la dio a conocer la actriz francesa Amanda Lear, quien cuenta que Yoko Ono le había solicitado que le diera un poco de pelo de su bigote a lo que el artista accedió por la cantidad de $10,000 Dls; aunque más tarde temió que fuera usado para brujería por el mismo John Lennon o por Yoko Ono, a la que Dalí consideraba una bruja, por lo que optó por darle un poco de pasto [1].
Era un exhibicionista
A Dalí le gustaba llamar la atención. Además de ser un pintor, escritor y artista, era un hombre que amaba exhibirse. Como muestra de ello, en 1936 dio una lectura en un traje de buceo antiguo durante la London International Surrealist Exhibition. A pesar de estarse ahogando, el artista no quería quitarse el traje porque “el público entiende a Dalí cuando penetran el fondo del mar…”; además que el existía en el fondo del mar del subconsciente [2]. Así de excéntrico podía llegar a ser. Incluso llegó a crear todo un escenario falso en el que su vida corría peligro para vender más ejemplares de uno de sus libros. Estuvo recostado en una cama de hospital que llevó hasta una librería en Manhattan. Rodeado de doctores y enfermeras, a cualquiera que comprara un libro, se llevaría también una copia de una de las lecturas que daba la máquina a la que él estaba conectado.
Diana Brinton-Lee, Salvador Dalí (en el traje), Rupert Lee, Paul Éluard, Musch Éluard, ELT Mesens en the International Surrealist Exhibition en Londres (1963)
Tenía una fascinación hacia Hitler
Sí, aunque pueda sonar extraño, Dalí tenía cierto interés hacia Hitler, mismo que se puede ver reflejado en algunas de sus obras. Los argumentos de Hitler lo habían obsesionado al grado de pedirle a los surrealistas discutir sobre “la mística hitleriana desde un punto de vista de lo irracional nietzscheano y anticatólico”.
“Yo estaba fascinado por la espalda blanda y rolliza de Hitler, siempre tan bien fajada dentro de su uniforme. Cada vez que empezaba a pintar la correa de cuero que, partiendo de su cintura, pasaba al hombro opuesto, la blandura de aquella carne hitleriana, comprimida bajo la guerrera militar, suscitaba en mí tal estado de éxtasis gustativo, lechoso, nutritivo y wagneriano que hacía palpitar violentamente mi corazón, emoción tan rara en mí que ni siquiera me ocurría haciendo el amor”[3].
Lo anterior molestó a surrealistas como Breton, quienes pensaban que ya había llegado demasiado lejos. El enigma de Hitler es la obra que pone en evidencia la extraña obsesión del pintor surrealista. Y con la que sería excluido del grupo de surrealistas liderado por André Breton.
El enigma de Hitler, 1939. Óleo sobre lienzo.
Métodos extraños para inspirarse
Claramente los sueños son clave en las obras de Dalí. ¿Qué sería de un Dalí que no plasmara lo que sucede cuando abandona este mundo y pasa al onírico? Pero para llegar a plasmar lo que sucedía durante el sueño, el artista tenía algunos métodos extraños. Tal como él llegó a afirmar, no consumía drogas porque él ya era una droga. Entonces, ¿qué hacía? Uno de los trucos consistía en sentarse en una silla y con un plato sobre las piernas. Entonces sostenía la cucharilla sobre éste. Cuando se quedaba dormido la cuchara caía sobre el plato, despertándolo. Este era el momento preciso para dibujar las imágenes surreales que había visto en sus sueños. También se ponía de cabeza hasta entrar en un estado semilúcido.
Obras escalofriantes
Sí, hay muchas obras de Dalí que pueden resultar algo perturbadoras por su contenido y lo que quieren decir; pero pocas como The Royal Heart. La pieza está realizada con oro y tiene incrustados 46 rubíes, 42 diamantes y dos esmeraldas; pero lo más extraño es que la pieza en forma de corazón realmente late como un corazón humano. La pieza forma parte de Dalie Joies, una colección de joyería diseñada por Dalí en colaboración de Cummis Catherwood.
Admiraba el estilo de Alice Cooper
Salvador Dalí pasaba mucho tiempo con personalidades como Pablo Picasso, David Bowie, Elvis Presley, entre otros, pero quizás el que más podría brincar en la lista era la leyenda del rock Alice Cooper. Fascinado por su estilo y su espectáculo, en 1973 Dalí pidió encontrarse con el músico. Cooper se sorprendió cuando vio al artista llegar en un abrigo de piel de jirafa, calcetines brillantes de Elvis y unas botas extrañas. Pero lo más raro fue cuando le dio a Cooper una escultura de su cerebro, con chocolate y hormigas en la cima. Luego le pidió al músico que posara con la obra, además de ponerse una tiara que Dalí le había dado, con un valor de dos millones de dólares. Al finalizar Dalí había creado el holograma de Cooper que logró utilizando láser para hacer una imagen tridimensional.
Las fantasías eróticas lo invadían
“Las fantasías eróticas me ocupan mucha parte del tiempo que no consigo pintar”, decía el pintor español. Quien reflejaba estas prácticas tanto en su obra como en sus libros. Un ejemplo es cuando estaba desayunado y una mosca posó en su pene, a lo que él dijo “¿Va ella a picarme con su trompa dentada?”. Dalí, complacido por el momento quería poner una gota de café sobre el extremo del pene para prolongar el tiempo que el insecto esté sobre él. Colocó también una migaja de pan sobre su prepucio y después de un rato la acercó para olerla. “Está muy caliente y tiene un ligero olor seminal. La vuelvo a colocar ahí, de donde la había sacado, con la esperanza de que mientras más la guarde, más fuerte olerá [4]“.
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Referencias:
[1] Telegraph
[2] HRC
[3] San Martín, Francisco Javier. (2014) Dalí-Duchamp: Una fraternidad oculta. Alianza. Madrid.
[4] Pérez Andújar, Javier. (2003) Salvador Dalí: a la conquista de lo irracional. Algaba, Madrid.