Como un encuentro del tercer tipo, el universo sonoro y visual de esta micro big band nos transporta a lo más juguetón de las músicas de este país. Un ejercicio de jazz y rock en amplitud, y un vehículo de expresión para los corazones afines que le dan vida, demasiado inquietos para solamente hacer canciones.
Está el personaje de María José Necochea en el Circo de Las Montini. También están todas las chicas existentes con ese nombre en las redes sociales. Pero Dayanandrea (DA), en este caso, es la banda sonora de las aventuras de dos niñas devenidas en siamesas.
Vivían en mundos paralelos y en sus sueños cada una tenía su virtud: Dayana, antenas y la muy buena capacidad de captar sonidos. Andrea es visual, de colores, y puede pintar con su pelo. Para derrotar a un enemigo común debieron fusionarse y un día en que despertaron del sueño, se encontraban ahora en el mismo mundo y convertidas en siamesas.
TREMENDO DELIRIO
Como muchas cosas interesantes, la banda DA es fruto de fiestas muy regadas y cierto espíritu nerd que siempre tienen los grupos de amigos.
Un grupo de sedientos y musicales, que se bebían habitualmente todas las cervezas de un cuasi-clandestino muy barato en Plaza Egaña: El Bar Andrea. Terminaban las veladas tocando con ollas, hasta que algunos desempolvaron instrumentos del armario y otros aprendieron a tocar alguno, motivados por la gran idea del siglo: Armar un grupo musical juntos (si bien ya lo eran).
Empezaron el 2002 y, aunque han llegado a ser ocho, hoy son cinco personajes más sus instrumentos: Austrolopitecus Kekus (ritmoceronte/batería), Monseñor Karma (tronco/bajo), Varón von Patrik (negrete/clarinete), Chukao Vanidoso (brillante/saxo), y Likén Piñón (besitos tronador/saxo y clarinete).
“Parte de la experimentación inicial fue probar muchas formaciones: Llegamos a tener cinco vientos, batería y percusión, violines, theremin, guitarra, un par de raperos”, comentan en un idioma que mezcla los gritos guturales con ruiditos involuntarios, Karma y Piñón, hermanos, también, en la risa y el ruido de la vida cotidiana.
Amigos sonidistas hicieron sus tareas y grabaron las improvisaciones que rápidamente se transformaron en las canciones de “Retornable”, demo que reunió la música del período 2002-2004.
En ese tiempo, confiesan, el alcohol y el punk alegraban (y confundían) sus vidas, dando vida a lo que llamaron ‘delirium tremens’, aunque recuerdan que estilísticamente era más “pachanguero” y menos abstracto que lo que hacen hoy.
Influidos por la marihuana y recogido en “Bicefalia Bianoidal” (2008), la etapa posterior habla de un trip denominado ‘alegría-comix-metal’, que podría bien ser en bicicleta, pero con turbinas.
“En “Bicéfalo…” inventamos los temas de acuerdo a la historia del cómic. Queríamos hacer una obra de teatro, pero por recursos la tenemos ahí, en carpeta”, dice Monseñor.
Y el resultado es un disco corto, al hueso, que canaliza furia y especias instrumentales sin pretensiones. Un crossover con espíritu de big band galáctica, letras grotescas e imaginativas, y sonidos que se proyectan como el canto de los pájaros en la floresta.
Porque DA, además de recordar honoríficamente a nombres noventeros como Mr. Bungle o Primus (a veces, detestables íconos del ‘alternativismo’ mutante), no puede omitir –conciente o inconcientemente- el influjo histórico del rock y jazz más libre y risueño.
La competencia instrumental del grupo es un tanto casual. Likén toca el saxo de los 14 años, Karma rockea desde chico. El resto de los integrantes es autodidacta de medio tiempo o tiempo completo. Son músicos, pero no de cartón; algunas han formalizado sus estudios, pero rechazan cuadrarse; otros se dedican a salvar ranas de manos de proyectos mineros e energéticos y le dan a los tarros desde antes de nacer.
DRAMATICOS
Hay historias que hablan de las niñas viajando por galaxias, convirtiéndose en santas y genios. Estos viajes impactaron en la estética del grupo, un intento por recrear en vivo los universos imaginarios que las tintas tiñen sobre papeles.
“La única tocata sin disfraz fue la primera”, recuerda Piñón. “Luego nos disfrazamos de oficinistas, pero con sangre y challas, tipo Canitrot zombie”, complementa Karma.
Las ganas de hacer todo al mismo tiempo y sus relaciones con el arte escénico, el cómic y la animación, los llevaron a construir impactantes escenarios, trajes enteros, máscaras, y maquillajes, inspirados –dicen- principalmente en The Residents (una influencia no tan directa en lo musical): Un ingrediente que sigue siendo inseparable y único de sus presentaciones en vivo.
“Además de hacernos cargo de lo visual, es muy divertido ser anónimos”, reflexiona Likén.
“Después de tocar, escucho a la gente hablando de nosotros”, replica audaz Monseñor. “Según eso, hay confusiones y engaños: Yo me he agarrado a no se cuántas minas, dicen que somos estudiantes de teatro, y otros mitos”, continúa riendo.
DAYANA LIVES
Este elemento escénico hace que cada concierto de DA sea una experiencia irrepetible.
“Hace un par de años bajamos la dosis de tocatas, por el nacimiento de algunas guaguas. Antes tocábamos todos los fines de semana”, recuerda Monseñor Karma.
“Casi todos tenemos hijos, trabajamos. Tocar en bares, tarde, es más difícil si al otro día tienes que levantarte temprano con un niño”, señala la saxofonista.
En estos años de escenarios, se han sentido afines a Un Festín Sagital, La Kut, Dizzlecciko, Sífilis, Elefante y Gonorrea, Mostro, Akinetón Retard y Leche con Mora, “aunque éstos fueron demasiado para nosotros”, dice ella por los porteños.
Reconocen la influencia directa de Dorso y Fulano, y recuerdan con nostalgia a Entrekalles y Los Morton, ya que el rap chileno también es parte de sus gustos.
En 2010 editaron “333”, un disco más ecológico, dicen. En él, nuevamente optaron por la fórmula de grabar en vivo, todos juntos: “Ensayamos bien el disco y luego lo grabamos”. Unos lo prefieren por asuntos energéticos, aunque no está descartado hacerlo por pistas si se tienen los recursos.
DA se apronta a editar un nuevo disco próximamente. “Hay de todo”, aseguran. Lo han estado practicando en vivo, e imaginamos, dando forma a nuevos clásicos terroríficos, como alguna vez lo hicieron con “Hit-oyo” o “El mostro del columpio”.
+ INFO: http://www.facebook.com/santadayanandrea
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano
fotos: DOEX
Publicado en Onda Corta: sonidos locales, El Ciudadano 122, 1º quincena de abril 2012
Por Cristóbal Cornejo
El Ciudadano
Publicado en Onda Corta, El Ciudadano nº 122, 1º quincena de abril 2012