Cuándo y dónde
Historia del jazz en Chile permanecerá abierta entre el 17 de junio y el 24 de agosto en la Sala de Artes Visuales, ubicada en el edificio B del GAM. Se podrá visitar de martes a viernes, entre las 10 y 21 horas; y los sábado y domingo, entre las 11 y 21 horas. La entrada es gratuita.
En tres décadas, en Chile se editaron cerca de una veintena de discos de jazz en vinilo. En pleno auge del formato, no fueron muchos quienes imprimieron su sonido en ese formato. El primero es de 1962, se llama El jazz en Chile y fue grabado en la antigua Radio Corporación; el último es el álbum homónimo de Cometa, editado en 1988.
Esa discografía completa, casi toda perteneciente al coleccionista José Hosiasson, se podrá ver a partir del próximo viernes 17 de junio en la Sala de Artes Visuales del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), como parte de la exposiciónHistoria del jazz en Chile. “Son todos los LP que se publicaron en Chile”, asegura el musicólogo Álvaro Menanteau, curador de la muestra.
“Considero que es algo muy valioso -recalca el investigador. Tenemos cintas, cassettes, cedés, pero los vinilos son un mundo muy acotado y dado el revival que han tenido, creo que para más de alguna persona será muy atractivo ver reunidos de una sola vez todos los discos oficiales que se editaron en Chile”.
“El primer disco es un título fundante, es una presentación en vivo de agrupaciones que se formaron simplemente para tocar jazz. Solamente había una estable, el cuarteto de Omar Nahuel, que era el grupo que venía ensayado y con su repertorio. El resto es una gran jam session de músicos muy experimentados, que venían de los ’40 y ’50 trabajando en música popular y que les gustaba el jazz”, detalla Menanteau.
La mayor parte de la exposición, sin embargo, consiste en fotografías, muchas de las cuales fueron entregadas por músicos y sus familiares al investigador. En ellas se puede ver a los pioneros del género, a las grandes orquestas y a los intérpretes contemporáneos. Desde el precursor Pablo Garrido a Melissa Aldana. Entre ellos, nombres como Lucho Córdova, Roberto Lecaros, Alfredo Espinoza, Daniel Lencina, Pedro Greene, Ángel Parra, Christian Gálvez, Cristián Cuturrufo y Claudia Acuña, por ejemplo.
Además, se exhibirán distintas temporadas de Red Jazz, espacio que La Red transmitió en los ’90 con actuaciones en vivo; y documentos relacionados con la historia del género, como el acta notarial de 1951 en la que se establece la fundación del Club de Jazz de Santiago.
Para contextualizar, habrá una línea de tiempo que se inicia en 1860 y llega hasta la actualidad: “Puse esa fecha como la primera vez que llega a Chile, a Valparaíso, una manifestación de música afronorteamericana que no es jazz, pero es un antecedente: es un folk negro, interpretado por comediantes blancos, que es como un hito fundacional de esta historia que luego no va a tener fechas muy precisas”, explica Menanteau.
“En un principio quisimos poner el nombre Hacia los cien años del jazz en Chile, considerando que en algún momento entre 1917 y 1924 se tienen noticias precisas de una actividad jazzística, pero no hay nada concreto, entonces partimos en la nebulosa. Después se van definiendo fechas más precisas: 1924, por ejemplo, es cuando aparece la primera gran orquesta de jazz, en Valparaíso también, dirigida por Pablo Garrido. Es un hito que no se puede soslayar”, añade.
La exposición deriva del libro homónimo que el investigador publicó por primera vez en 2003 -y que fue reeditado tres años más tarde- y es un recorrido cronológico que “ya está cerrando una etapa”, considera el musicólogo.
“Desde que salió el libro han pasado más de diez años y actualmente se podría narrar la historia del jazz en Chile desde otros puntos de vista: filosófico, estético, sociológico, etc. Eso lo tendrán que hacer los interesados en el tema, pero ahora la opción fue más concreta y simple: una línea historiográfica que dé cuenta de una evolución, desde unos inicios bastante indefinidos hasta un presente muy dinámico y activo. Se nota que ha habido un tremendo progreso de parte de las generaciones jóvenes de músicos que tocan jazz”.
– ¿La exposición propone un canon sobre el jazz en Chile?
De todas maneras. Cuando escribí el libro, mi prioridad fue establecer un antes y un después, en el sentido de que los estudios previos eran muy fragmentarios y no daban cuenta de un proceso. Creo haber encontrado una cierta línea narrativa y eso es lo que está expresado en la exposición. Saldrán después otros canones y bienvenidos sean.
– El jazz tiene un circuito establecido y que a veces parece un poco cerrado. ¿Estás de acuerdo con esa visión? ¿La exposición busca llegar a públicos más amplios?
Sería lo ideal que no solo vayan los del circuito del jazz. Sin duda, el jazz tiene sus acólitos, sus fanáticos, un circuito muy circunscrito a cierto tipo de personas y lugares, como el (Club) Thelonius y cosas así. Esto podría abrir un poco más el abanico, considerando que es una exposición gratuita y va a dar la oportunidad de mirar y leer los pequeños párrafos que dan una pista del asunto. Para mí, lo más importante no es saber de jazz, sino de los músicos chilenos que han participado en esta historia.
– ¿En qué sentido?
Porque el perfil del jazzista recién lo tenemos en las últimas décadas. Antes, en los ’40 y ’50, el jazzista tenía un perfil de músico popular. Cuando se hablaba de un trompetista o saxofonista que tocaba jazz, normalmente se aludía a quienes tocaban música bailable y les gustaba este género, pero no podían vivir de tocarlo. El jazz llegó a Chile como música bailable o cantable y rápidamente pasó de moda, entonces el perfil de jazzista es muy raro en las primeras décadas. Más bien, son intérpretes que tocan toda clase de música popular y se interesan en el jazz como una expresión más acotada.
Yo aspiro a que, algún día, los músicos chilenos que dejaron su huella en los discos y algunos registros audiovisuales -y que están dejando su huella ahora también- estén en alguna parte de la memoria auditiva del chileno común y corriente, en 50 años más. Si esta exposición ayuda a eso, habremos cumplido con la meta.
– ¿Qué es lo que distingue al jazz que se ha hecho en Chile respecto de otros países latinoamericanos?
Es la pregunta crucial, es un tema muy espinudo y que no ha sido muy abordado. Siempre está en el horizonte y no sé si pueda responderse completamente. ¿Dónde está la chilenidad del jazz hecho en Chile? No me atrevería a contestarlo de manera tajante, pero sí me atrevo a decir que el jazz ha cumplido un rol importante, como catalizador, para realizar una música más propia. Gente que practica el jazz, en los ’60 y ’70, después dan vida a una fusión, a fines de los ’80 y en los ’90. La Marraqueta o 3 x Luka Jazz Band, por ejemplo, son músicos muy experimentados en el lenguaje jazzístico y que en algún momento logran hacer una conexión con música de raíz chilena.
Particularmente, La Marraqueta es importante porque continúan hasta hoy haciendo eso. En ellos puedes escuchar sonidos, procedimientos venidos del jazz, pero también elementos tradicionales chilenos: mapuches, de la zona central, de la tonada, de la cueca, ritmos andinos. Lo que está en el imaginario de la música tradicional chilena es ocupado por gente que en una primera instancia se definió como jazzista y hace esta combinación. Creo que ahí se justifica la existencia del jazz en Chile. Ha servido como un elemento para generar otra música, de fusión o fusión criolla como le llaman algunos. Esa música aporta al sentido de pertenencia del auditor. Por ahí va la cosa.