Desde este jueves sudamericanos y europeos darán vida al II Festival Internacional de Música Improvisada

El año pasado ya fue una grata sorpresa para quienes gustan de otras sonoridades

Desde este jueves sudamericanos y europeos darán vida al II Festival Internacional de Música Improvisada

Autor: Cristobal Cornejo

El año pasado ya fue una grata sorpresa para quienes gustan de otras sonoridades. El primer Festival Internacional de Música Improvisada acogió a destacados músicos internacionales que dieron vida a una instancia inédita en esta región. Para este año, todas las actividades son gratuitas y se contará con la visita de  destacados improvisadores que tocarán y reflexionaran en actividades abiertas.

En 2010, Ramiro Molina tocó en Buenos Aires con su grupo Ram Trío. Compartió con improvisadores locales y brasileños, que luego serían parte de los invitados al I Festival Internacional de Música Improvisada (Fimi) que se realizó en Santiago el año pasado.

Molina es guitarrista e improvisador hace más de una década. Pasó por talleres-semilleros y ha viajado a otras instancias formativas. Hoy, hace talleres para nuevos improvisadores, donde la práctica se reflexiona y ejercita puntualmente. Junto a un pequeño grupo de personas, abrió la sala de conciertos Piso 3, lugar por el que han pasado decenas de improvisadores en sus tres años de funcionamiento, transformándose en un lugar de referencia para este tipo de música.

“Yo creo que el primer Fimi tuvo que ver con procesos que datan más allá de dos años o una segunda versión. Fue una idea nuestra, pero en verdad es algo que se viene tratando de más tiempo con otros intentos, ciclos y encuentros. Obedece, en ese sentido, a un proceso social-artístico”, comenta sobre el origen del Festival.

Agustí Fernádez liberando el piano

DEFINICIÓN MÍNIMA

Aún cuando la improvisación musical es una práctica ancestral y su sistematización se dio profusamente en el siglo XX, no es una música reconocida masivamente. Una primera impresión podría decir que no es música, lo que refleja siglos de convenciones en torno al sonido. Sin embargo, es música; otra música, cuyas fuentes y acercamientos son diversos.

“Es una música que probablemente antecede a cualquier otra. Es la más pura y directa expresión y proyección humana sobre al mundo sonoro, cuya construcción intencionada llamamos música improvisada”, reflexiona el guitarrista.

Para Luis Conde, músico de vientos invitado a este segundo Festival, la idea de ‘música improvisada’ es poco denotativa, ya que existen muchos subgéneros, derivaciones y estilos. “Para mí es la búsqueda paciente/desprolija/recurrente de un código transportable-nómade que se nutre todo el tiempo de cualquier lenguaje musical en uso y cualquier estímulo sensorial que proceda del espacio donde se desarrolla el acto de improvisación”, señala el argentino.

“Es una música que se hace en el momento y necesita del público porque es una música que está hecha para el público en ese momento; una música cuyo proceso de composición y presentación convergen, ocurren simultáneamente. Yo creo que es una música viva, sobretodo”, comenta Oscar Carmona, pianista y uno de los músicos chilenos (otro es Mika Martini) invitados este segundo Fimi

Como profesor de improvisación en la Escola Superior de Música de Catalunya, Agustí Fernández considera que la improvisación no se puede enseñar pero sí se puede aprender. “Cada uno debe hacer su recorrido personal para descubrir y asimilar los conceptos y prácticas de la improvisación. Como profesor, lo que hago es mostrar varios posibles caminos, dar herramientas para poder trabajar, ayudar a aclarar conceptos; pero es el propio músico el que debe desarrollar la sensibilidad e intuición necesarias para la creación improvisatoria”, indica el pianista que tocará el jueves 23 y dará una clase magistral el sábado 25.

Los aullidos de Luis Conde

VERTICES

Para el catalán, “si uno escucha atentamente con los ojos cerrados puede llegar a identificar quién toca y de dónde viene. Y es que el improvisador es permeable a la realidad local y la transmite, aunque lo haga de una manera inconsciente. En los grupos en que yo toco siempre hay músicos de muchos países diferentes y esto constituye un enriquecimiento para la música porque cada uno aporta una visión diferente y única”, indica.

Además, considera que en el mundo de la improvisación contemporánea no hay diferencias entre «culto» y «popular», cada músico es responsable únicamente de sí mismo a través de su instrumento. “No importa cual sea su bagaje, lo importante es que esté presente y participe plenamente en la improvisación”, afirma.

Conde piensa parecido: “Una de las cualidades más fuertes de esta actividad tiene que ver con el borrado de los límites históricos en términos de tradiciones musicales. Lo que hay son derivas de origen, que tienden a recrear y reformular un lugar común, de música sin identidad aparente. Ella apunta a fortalecer una virtud un poco olvidada, que es el aprendizaje en lo incompleto, el error, el automatismo, lo anacrónico, lo no-utilitario, lo des-territorializado”, explica.

 LLEGADA

Tal como el ser humano promedio ocupa muy poco porcentaje de su cerebro, los límites impuestos a la idea de lo musical, tanto por la tradición académica como por la música popular y sus estilos, reducen la percepción gustosa de otras sonoridades. Por eso el ruido se considera una ‘molestia’, por ejemplo, o tocar con instrumentos no tradicionales queda en lo anecdótico, y la música improvisada –que suele valerse de materiales y sonidos “raros”- es del gusto de una minoría.

Mika Martini

“Que la improvisación sea una música minoritaria no significa que sea una música elitista. Al contrario, es un tipo de música acogedora, donde cualquiera es bienvenido, y cualquiera puede disfrutarla”, señala Fernández.

Para el pianista, el público de la música improvisada podría ampliarse si se le quitara el estigma de música «rara» y se programara de manera regular en escenarios y ciclos habituales. “En este sentido, la educación es muy importante, habría que enseñar esta música como cualquier otra. La improvisación es una música con su historia, sus movimientos y tendencias, sus grandes intérpretes y figuras principales, sus múltiples prácticas y variantes, sus festivales importantes, sus discos imprescindibles, sus libros básicos, etc. Como cualquier otra música”, explica.

Por su parte, el trombonista suizo, Samuel Blaser -otro de los invitados internacionales al Fimi, que el año pasado visitó Chile- concuerda en que si se quiere mantener viva esta música y ampliar su público es necesario educar desde la niñez. Por otro lado, cree que “el público ha perdido la curiosidad por descubrir nuevos artistas y nuevos sonidos” y que los promotores de conciertos “toman menos riesgos que antes”.

Sin embargo, confiesa haber quedado muy impresionado cuando el año pasado visitó nuestro país. “Vi un montón de gente joven cuando toqué y sentí que estaban ansiosos por descubrir nueva música”, afirma.

Luis Conde considera que hay algo gestual que no está trabajado para hacer participar a la audiencia. “Ciertas situaciones no tendrían que entrar solamente por los oídos del espectador para ser juzgadas, sino que el músico desde el momento que se apersona a un concierto constituye un material de vibración, en ruidos, gestos, acciones (…) habría que pensar una comunicación que no excluya el humor, lo festivo, lo andariego, para hacer de cada improvisación un acto grupal y de intercambio”.

“El músico debe imponerse la tarea de socializar la práctica, des-ocultar los sonidos, transmitir su pensamiento como quien explica la mezcla para hacer una pared, correrse del lugar decimonónico del artista romántico”, señala el argentino.

“La improvisación es una música intuitiva, orgánica, sólo hay que estar abierto sin prejuicios para recibirla y participar. La sorpresa y la novedad continua que ofrece puede ser el gran reto para los que se acercan por primera vez a este tipo de música”, concluye Agustí Fernández.

 

Todos los detalles en www.fimi.cl

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

 


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