Me resulta inevitable que la voz de Javier Silvera me haga pensar en algunas otras voces uruguayas. No tiene la ronquera tan marcada que tanto me llama la atención de algunos de sus compatriotas, pero tiene la cadencia, la forma de decir, que en distintos temas, el creador va instalando (Breves relatos), así como aquellas historias, pequeñas narraciones, ideas que me trasladan también, que puede que tengan de Santiago, pero que con su trasfondo musical, transporta, lo hacen más oriental, lo nutre de otros aires, lo hacen recibir ese viento que recorre las calles por la tarde… y como dice él, son canciones que sólo algunas “han salido a dominguear por la plaza del pueblo, con ese encanto vetusto de las damas encerradas y vírgenes”.
En otras Silvera se hace más simple, más obvio en su decir, en su querer lograr, pero que como queda advertido, son canciones que puede que vuelvan a retomar su atención en otros instantes, en otro momento, y construirse, o constituirse en otro decir, en otro sonar, ya que si él se reconoce con la voz de un otro (Brindis triste), yo hago lo mismo, desde la idea y desde un cierta sonoridad que se me parece como un telón de fondo, y no como un sonido acabado.
Javier Silvera
El tiempo a contraluz
Feriamusic
(P) 2010
Onda Corta
El Ciudadano