Margaret Doris Hawkins es un nombre poco conocido en el mundo del arte, y lo es por una simple razón: su nombre nunca apareció en ninguno de sus cuadros. ¿Acaso eran muy malos esos cuadros? No, para nada, de hecho se vendían miles de estos por todo el mundo, aunque claro, todos creían que estaban comprando el arte de un tal Walter Keane. ¿Curioso, no crees? Sí, bastante, pero es sólo un detalle más de esta enigmática pintora, hoy conocida por ser la creadora de esos niños con ojos grandes y tristes que seguramente has visto en más de alguna ocasión, aunque de seguro nunca te imaginaste todo el dolor que había detrás de ellos.
Margaret nació en Tennessee (EE.UU.) y desde muy temprana edad manifestó una gran afición por el dibujo, tanto así que al salir del colegio, se matriculó en la Escuela de Artes en su ciudad natal, aunque luego culminó sus estudios en Nueva York. Fue en esa última ciudad donde conoció a su primer esposo, Frank Ulbrich, con el cual tuvo a una pequeña niña de nombre Jane.
Pero tras dos años de matrimonio, todo se derrumbó debido al carácter, o la falta de éste, de Margaret, lo que ocasionó muchos problemas en la pareja.
Entonces no hubo más remedio que terminar con esa desgastada relación y buscar un mejor lugar. Fue así como la pintora tomó sus maletas y se marchó con su hija a San Francisco (EE.UU.).
Eran tiempos difíciles y los problemas económicos de Margaret la obligaron a vender su obra; sin embargo, su timidez era tal que apenas podía decir una palabra frente a los miles de transeúntes del mercado libre de San Francisco que veían sus obras con mera curiosidad.
Todo cambió para Margaret cuando creyó haber conocido al “hombre de su vida”. Su nombre era Walter Keane, un supuesto pintor que había estudiado en las escuelas de arte más destacadas de Europa.
¿Cuándo comenzó a pudrirse todo?
Pues bien, resulta que Walter no tenía ninguna habilidad artística: el jamás había estudiado Arte en Europa o en algún otro lugar. ¿Cuál era su único talento? Fácil, el plagio. Walter tomó prestada un par de obras de otros artistas y con esas pudo conquistar el corazón de la inocente artista de Tennessee.
Pero claro, Margaret, la tímida Margaret, apenas tenía personalidad para salir a la calle, así que decidió seguir al lado de Walter aún sabiendo que el tipo era literalmente un impostor.
Ella simplemente prefirió guardar silencio y nunca pudo expresar el odio que sentía por Walter. Mientras tanto él se ofrecía a vender sus cuadros a la calle, CON SU NOMBRE.
Con el tiempo, Walter comenzó a distribuir las pinturas Big eyes (ojos grandes) en clubes nocturnos y galerías haciéndose pasar como el autor de las obras. Y de pronto las pinturas comenzaron a ganar gran popularidad…
Todo Hawaii hablaba de Margaret, pero nadie sabía su nombre. El genio de los ojos grandes era Walter Keane.
Y ahora, viene la peor parte: Margaret no sabía que sus cuadros se vendían con el nombre de su marido.
Margaret era tan sólo una fuente de dinero para Walter. Incluso en una ocasión ella fue obligada a estar encerrada en su estudio pintando por más de 16 horas al día, sin enterarse de la farsa que estaba realizando su esposo
Fueron 10 años de tortura, en los que el odio de Margaret era silenciado y sólo podía verse reflejado en la tristeza de sus cuadros, que fueron poniéndose cada vez más tétricos y oscuros.
Ella con el tiempo comenzó a sospechar el engaño de su marido, pero le era más cómodo quedarse callada, privilegiando así la estabilidad económica de su hogar, y sobre todo, la integridad de su hija.
Hasta que finalmente todo estalló: tras una década juntos, en los que Walter se hizo millonario, Margaret decidió ponerle fin a la farsa y se separó.
¿Qué fue de la pobre Margaret?
Ella se retiró a Hawaii, donde se casó por tercera vez, y se volvió testigo de Jehová. Durante muchos años siguió enviándole pinturas en secreto a Walter, presa de su débil carácter. Pero por suerte todo eso se terminó el día en que Margaret decidió armarse de valor y enfrentar al hombre que la manipuló y destruyó su dignidad con mentiras y chantajes.
Luego de par de años, la verdad salió a luz luego de que Margaret revelara el fraude en una entrevista radiofónica en 1970.
La fraudulenta historia de estos niños de ojos tristes conmovió al cineasta Tim Burton, quien encargó a Margaret un retrato de él junto con su esposa e hijo, pues desde pequeño que era fanático de su trabajo. Más tarde, sería el mismo Burton quien decidió retratar la historia de esta artista en su película Big Eyes (2014)
Vía: Sabias un dato