Las Naciones Unidas u otras organizaciones que son tan dadas a asignarle algún nombre a los años odedicarlos a alguna materia, no han reparado en que en el 2009 se cumplen diez años del inicio de Chico Trujillo. Por lo que fácilmente se podría haber dicho que este es el año Trujillo, el año de la cumbia chilombiana por ende y algunas de sus variaciones.
Pero quien es este mentado señor don Chico Trujillo, a quien muchos creen conocer o para aquellos que al verlos por primera vez piensan que es su vocalista. Pero no, “Chico Trujillo es el guatón chico farrero, que le gusta el bacilón a toda costa… el tomarse unos traguillos y salir a bailar. Ojalá cumbia chilombiana”, según relata entre risas, Juan Gronemeyer, uno de los fundadores de la banda. Y añade más datos en este perfil del personaje en cuestión: “Chico Trujillo vive desde México hasta la Patagonia, es un personaje común en toda Latinoamérica, es ficticio, pero a la vez más real que nosotros mismos”.
Recuerda Juan que el nombre lo “vislumbró” el Macha -Aldo Asenjo- por allá por 1999, en el siglo “pesado”. Dice que se encontraban en la segura gira a Europa con La Floripondio, y “mirando desde lejos nuestra querida angosta y larga faja de tierra”, surgió este personaje y la banda. O viceversa.
Han pasado los años, y el grupo es hoy protagonista y gestor de un movimiento que considera a muchas bandas que tienen como base a la cumbia, que sale de gira a Europa (Chioc Trujillo, Mano Ajena y Banda Conmoción) y que tocan casi todas las semanas, pero como evoca Gronemeyer, los inicios de Chico Trujillo “fueron con un formato muy distinto, casi sin bronces y con guitarras de palo”. Recuerda como una anécdota muy tragicómica su primera tocata (1999). “Era en un bar de la subida Ecuador, en Valparaíso. Llegamos con instrumentos y todo y algo… no sé, un mal entendido y la tocata no se podía hacer. Así que nos compramos unos vinos y nos fuimos a tocar a la casa de un amigo al cerro Alegre”.
De ahí la cosa se fue armando. Primero como un combo, indica el percusionista de la banda, con vientos y más percusiones. “A Europa fuimos, de gira un año, tres percusionistas, pero otro año fui solo, así la cosa fue mutando hasta llegar a la formación actual”. Pero no sólo han sido cambios de personas, también la búsqueda musical ha sido constante, ya que originalmente el grupo casi tocaba solamente covers a excepción de algunos temas de Macha. “Ahora, explica Juan, la participación en la composición -además de la de Asenjo- de parte de ‘Tuto’ Vargas y Michel Magliocchetti es notoria y aporta mucho”.
A lo que se ha sumado que los temas de los clásicos de la ‘cumbia chilena’, “los hemos dejado un tanto de lado… quizás porque ya están muy manoseados”, explica Gronemeyer. Recuerda que cuando partieron tocando, nadie los hacía, “sólo los viejos (Sonora de Tommy Rey, Sonora Palacios, etcétera) era una novedad fresca que una banda con ‘formato rock’ las tocara. Con el paso de los años empezaron a formarse muchas bandas y sonoras jóvenes que interpretaban esos temas. No digo que eso es malo, pero simplemente nos alejamos de tocarlas y decidimos buscar nuestro propio sonido, que básicamente pasa por cumbias colombianas, chichas peruanas y temas propios”. A lo que se suman en algunas incursiones de boleros, en algo que la banda presenta algunas veces como el “bloque depresivo”.
Al hacer este balance de diez años, Juan señala la banda se encuentra en un momento de mucho profesionalismo y sabrosura, algo que es casi un equilibrio perfecto, ya que explica que “si te pones muy ‘sabroso’ se puede desordenar ‘la cosa’ y si te pones muy profesional se puede perder el sabor”. Agrega que eso se nota a diario, ya que “estamos trabajando en un clima humano muy bueno. Tanto entre técnicos y músicos. Creo que en el escenario se puede notar eso”.
Y no sólo en el escenario, ya que, explica, “hay un respeto, amistad y admiración entre todos. Nos gusta mucho gozar de la buena comida… de hecho se han creado dos instancias “culinarias” en la banda: el Sicocht (Sindicato de cocineros de Chico Trujillo) presidido por un chef externo a la banda, Tomás Olivera. Eso incluye a los amantes de la cocina de la banda (Camilo Salinas, Tío Rodi (Rodolfo Fuica y yo) quienes cada cierto tiempo nos juntamos a intercambiar recetas; y el Club del buen Roer, que no es más que el mismo Sicocht, más los que no cocinan tanto pero si gozan comiendo o ‘royendo’”.
Sobre el futuro inmediato y sobre las actividades para los diez años de la banda, Gronemeyer dice que ve Chico Trujillo para rato. Lo primero, indica, “es seguir tocando en vivo, cosa que hemos venido haciendo sin parar, desde hace un par de años. En mayo nos vamos a Europa nuevamente por tres meses. Este año se agregan países nuevos… incluso destinos exóticos”. En lo más inmediato señala que van a aprovechar algunas semanas para realizar varios ensayos seguidos -cosa que no han podido hacer debido al ritmo intenso de tocatas-. La idea dice “es renovar repertorio y también pensando en el próximo disco, que creo lo grabaremos a la vuelta de Europa, aunque no tenemos ni el nombre, ni nada, pero seguro que se viene con todo”.
Y que será parte del trabajo de diez años que la banda ha ido construyendo, y que Gronemeyer se atreve a proyectar, ya que “tengo plena confianza que seguiremos componiendo y recopilando del folclor temas que llenarán de alegría los corazones de la sociedad chilena, que tantos años la pasó mal y estuvo privada de celebrar como dios manda… con un vaso -de agua dice que puede ser también- en la mano. ¡Bailando hasta el amanecer!”.
por Jordi Berenguer
Onda Corta Sonidos Locales
+ de chico:
www.myspace.com/chicotrujillo