Un memorial que recuerda al artista italiano Pier Paolo Pasolini, ubicado en el lugar donde fue asesinado en 1975, cerca del puerto romano de Ostia, apareció ayer destrozado y con una pancarta con insultos homofóbicos dirigidos al intelectual, con placas y focos destrozados.
El monumento, sumido durante años en el abandono y rehabilitado recientemente, fue concebido como un «jardín literario», por lo que pueden leerse poesías y reflexiones del artista inscritas en placas de mármol por todo el parque.
El mensaje hallado, firmado por el grupo de extrema derecha «Militia», reza lo siguiente: «¿Pero qué poeta y maestro?: maricón y pederasta. Es lo que era».
El presidente de la región del Lacio (centro), Nicola Zingaretti, condenó los hechos y los atribuyó a «bellacos». «Pasolini fue un gran italiano y un gran intelectual. Quien ha dañado su monumento en Ostia es un bellaco. Estamos preparados para reparar la obra», aseguró en un comunicado Zingaretti.
Pasolini siempre buscó cambiar lo que estaba mal en la sociedad. Demoledor es comprobar que 41 años después no cambió lo que debiera cambiar (sea esto lo que fuera).
Poco antes de morir, en una entrevista de 1975, Pasolini dijo:
El poder es un sistema de educación que nos divide en sojuzgados y sojuzgadores. Pero cuidado. Un mismo sistema educativo nos forma a todos, desde las llamadas clases dirigentes hasta los pobres. Por eso todos quieren las mismas cosas y se portan de la misma manera. Si tengo en las manos un consejo de administración o una operación bursátil, los utilizo. Si no, una barra de hierro. Y cuando utilizo una barra de hierro hago uso de mi violencia para obtener lo que quiero. ¿Por qué lo quiero? Porque me han dicho que es una virtud quererlo. Yo ejerzo mi derecho-virtud. Soy asesino y soy bueno.
Víctimas y victimarios pueden tener la certeza de que este maestro continúa provocando aun muerto. Quien se sienta incomodado por este artista, sépase privilegiado. Por suerte, Pasolini todavía tiene ese derecho: continuar provocando.
Según la versión oficial, Pasolini (Bolonia, 1922) fue asesinado en 1975 en el puerto romano por Giuseppe Pino Pelosi, por un joven de la capital con quien iba a mantener relaciones sexuales por dinero, si bien aún hoy hay muchas dudas sobre el suceso.
Pasolini se destacó como un artista irreverente y polifacético gracias a obras de marcado carácter social como la cinta Accattone (1951) o sus relatos Ragazzi di vita (1955) o Una vita violenta (1959), sobre la dura vida del proletariado en la periferia romana.
Su figura aún suscita múltiples controversias entre sus seguidores, que le consideran uno de los grandes intelectuales italianos del siglo XX, y sus detractores, que critican sobre todo su vida sexual y sus a menudo perturbadoras creaciones.
El artista llegó a ser expulsado del Partido Comunista italiano en 1949, tras ser acusado de corrupción de menores, unos hechos que continúan envueltos en dudas y por los que perdió su trabajo como profesor en Casarsa (norte) y debió trasladarse a Roma.