Alfonsina Storni (1892-1938) es una de las grandes poetas en español y una autora de referencia para el feminismo, tanto por su vida como por su obra. En sus libros, abordó de forma directa y subversiva para la época temas como la sexualidad femenina, los roles de género y la subordinación al hombre.
Storni tuvo una vida llena de obstáculos que superó gracias a su libertad y enorme sensibilidad. Hija de inmigrantes suizos, a los once años abandonó sus estudios para ayudar a su madre como modista. Tras la muerte de su padre, en 1906, se independizó y comenzó a ganarse la vida con trabajos diversos: en una fábrica de gorras, como dependienta, o en una compañía de teatro. En 1909, retomó sus estudios y logró el título de maestra rural, oficio que ejerció en Rosario.
En las revistas locales de esta ciudad argentina comenzó a publicar sus poemas, pero quedó embarazada a los veinte años de una relación con un hombre casado y decidió seguir adelante con su embarazo.
Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
Que no pude ser como las otras, casta de buey
Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza.Mirad cómo se ríen y cómo me señalan
Porque lo digo así: (Las ovejitas balan
Porque ven que una loba ha entrado en el corral
Y saben que las lobas vienen del matorral).[…] (Lee el poema íntegro en este enlace del Instituto Cervantes).
Incluso con el rechazo de parte del público, Alfonsina Storni fue la primera mujer que entró a formar parte de la comunidad de escritores de la Argentina, asistiendo a sus comidas y encuentros como «uno» más. Se convirtió en una poeta de prestigio gracias a la publicación de su segundo poemario El dulce daño, de 1918. A él pertenece uno de sus poemas más famosos «Tú me quieres blanca», en el que afianza su voz de mujer, y que puedes leer íntegro en este enlace:
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Su rebeldía contra la opresión de la mujer fue personal y política a través de su literatura y también de su activismo. Participó en la defensa del derecho al voto de la mujer argentina y en campañas a favor de la educación sexual en las escuelas. Ella practicó el amor libre, tanto con hombres como con mujeres, y aunque su poesía, leída en el siglo XXI, cae en algunos tópicos acerca de la debilidad y el amor romántico, muestra a una mujer que toma las riendas de su vida amorosa.
Y un ejemplo de ello es «Hombre pequeñito», poema de 1919 (del libro Irremediablemente).
Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar…
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
Ni me entenderás.Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
Ábreme la jaula que quiero escapar;
Hombre pequeñito, te amé media hora,
No me pidas más.
Storni escribió en total ocho libros de poemas, además de obras de teatro y artículos. Junto a los tres poemarios mencionados antes, es autora de Languidez (1920), Ocre (1925), Poemas de amor (1926), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol: círculos imantados, de 1938, escrito el mismo año en que se suicidó.
Por entonces su enfermedad, cáncer de mamá, no tenía solución. Ella, al contrario de Alejandra Pizarnik, no retrató ansiosamente la muerte sino que esta fue una mezcla de desgaste vital, su miedo a la soledad (otro tema universal de su obra) y su decisión de controlar su destino. Se despidió de su hijo y sus lectores con el hermoso poema «Voy a dormir». Antes, había plasmado su cansancio en creaciones como «Van pasando mujeres»:
Cada día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre mí misma cierro mi mirada interior;
en medio de los seres la soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos ni tolero señor.Ahora van pasando mujeres a mi lado
cuyos ojos trascienden la divina ilusión.
El fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:
se ve que poco o nada les pesa el corazón.[…]
Tengo sueño mujeres, tengo un sueño profundo.
Oh, humanos, en puntillas el paso deslizad;
mi corazón susurra: me haga silencio el mundo,
y mi alma musita fatigada: ¡callad!…».
A través de la poesía y la subjetividad de este género, son muchas las mujeres que han logrado poner voz a la condición femenina. Storni, además de dejar su huella en el Modernismo literario, trazó una historia personal y pública en la que estuvieron presentes de principio a fin la imaginación, el mar, el erotismo y la insumisión femenina. Su poema «Las grandes mujeres» (de Ocre, 1925) apela al heroísmo y forma parte de la antología del mismo nombre:
En las grandes mujeres reposó el universo.
Las consumió el amor, como el fuego al estaño,
a unas; reinas, otras sangraron su rebaño.
Beatriz y Lady Macbeth tienen genio diverso.De algunas, en el mármol, queda el seno perverso.
Brillan las grandes madres de los grandes de antaño.
Y es la carne perfecta, dadivosa del daño.
Y son las exaltadas que entretejen el verso.De los libros las tomo como de un escenario
fastuoso —¿Las envidias, corazón mercenario?
Son gloriosas y grandes, y eres
nada, te arguyo.—Ay, rastreando en sus alas,
como en selvas las lobas,
a mirarlas de cerca me bajé a
sus alcobas
y oí un bostezo enorme que separece al tuyo.
Otros poemas como «Capricho» u «Oveja descarriada» contienen versos que coinciden con los problemas universales que estudia el feminismo. Alfonsina Storni detectó muchos de ellos y los diseccionó con preciosismo y honestidad brutal.
Fuente: feminismo.about.com