Un testamento creativo y estético
Pocas obras sacudieron tanto a la literatura latinoamericana en las últimas décadas como la de Roberto Bolaño (1953-2003). El escritor chileno dejó a sus lectores y a todos los amantes de la literatura un universo propio a base de un estilo directo, fluido y que no tenía miedo a experimentar con distintos recursos literarios, estéticos y romper las fronteras del terreno ya conocido dentro del ámbito de las letras.
En esa dirección, El gaucho insufrible sirve como una clara muestra para ver ese trabajo ambicioso y provocador que encarnaba de figura de Bolaño. La nueva edición de Alfaguara publicada este año pone en escena no solo la versatilidad del autor chileno, sino también sus nexos con la literatura latinoamericana en general y, sobre todo, la literatura argentina en particular.
En el cuento que da nombre al libro, puede leerse: «Argentina es una novela, les decía, por lo tanto es falsa o, por lo menos, mentirosa. Buenos Aires es tierra de ladrones y compadritos, un lugar similar al infierno donde lo único que valía la pena eran las mujeres y, a veces, pero muy raras veces, los escritores. La pampa, en cambio, era lo eterno». No es casualidad, que unas hojas antes, también se diga: «Cuando hablaban de literatura, francamente se aburría. Para él, los mejores escritores de Argentina eran Borges y su hijo, y todo lo que se añadiera al respecto sobraba»
Integrado por cinco relatos que muestran la ductilidad de Bolaño para adoptar distintas voces, registros y moverse de un género al otro, El gaucho insufrible también ofrece dos conferencias que exponen a un Bolaño suelto, irónico y confidencial sobre su visión de la literatura latinoamericana y la conciencia de saber que la muerte estaba empezando a alcanzarlo. Tal como lo define Masoliver Ródenas, de La Vanguardia, este libro es «un verdadero testamento creativo y estético».
En «Los mitos de Cthulhu», última conferencia del libro dedicada a Alan Pauls, Bolaño hace un ensayo suelto y divertido, o al menos irónico, sobre la literatura latinoamericana contemporánea, mostrando su costado más provocador. Allí, afirma: «En realidad, la literatura latinoamericana no es Borges ni Macedonio Fernández ni Onetti ni Bioy ni Cortázar ni Rulfo ni siquiera el dueto de machos ancianos formado por García Márquez y Vargas LLosa. La literatura latinoamericana es Isabel Allende, Luis Sepúlveda, Ángeles Mastretta, Sergio Ramírez, Tomás Eloy Martínez, un tal Aguilar Camín o Comín y muchos otros nombres ilustres que en este momento no recuerdo».
El gaucho insufrible, en definitiva, muestra la amplitud del universo Bolaño, donde la literatura ocupa el centro de la galaxia y puede ser rodeada de distintas maneras: cuentos breves, relatos realistas o un cuento policial fantástico como «El policía de las ratas». Lector de sus contemporáneos, los clásicos y los inmediatamente antepasados, Bolaño le ofrece al lector un viaje tan extenso que ninguno piensa en sacar fotos durante el camino, hipnotizado por la habilidad del autor chileno para narrar historias o conferenciar sobre algo tan finito e inabarcable al mismo tiempo como la literatura de la región.