A 50 años del Golpe de Estado en Chile, la historia de los marinos antigolpistas (también nombrados como constitucionalistas) sigue siendo poco conocida.
Se trató de un grupo bastante numeroso de efectivos de la Armada -en su mayoría de la tropa- que varios meses antes del 11 de septiembre decidió organizarse para enfrentar el Golpe que planificaba la oficialidad y el alto mando de la institución, entre ellos José Toribio Merino, a espaldas del Comandante en Jefe de la institución, el almirante Raúl Montero.
Lamentablemente, fueron detectados por los golpistas, y tras una serie de seguimientos, fueron detenidos y sometidos a brutales torturas a partir de agosto de 1973.
Previamente, antes de ser descubiertos, el grupo se había reunido, entre otros, con el senador socialista Carlos Altamirano; con varios dirigentes del MIR, entre ellos Miguel Enríquez y Andrés Pascal; con el secretario general del MAPU, Oscar Garretón; y con la diputada Laura Allende, hermana del Presidente. A todos ellos les dieron a conocer el complot de Merino y compañía, manifestándoles su firme intención de oponerse a la sublevación cuando esta se desatara.
Estas reuniones fueron conocidas por la oficialidad y el alto mando golpista, quienes las aprovecharon y usaron para acusar una «infiltración marxista» con el fin de «quebrantar a la Armada», denunciando de paso un siniestro «plan subversivo» que incluía el bombardeo de la Escuela Naval y otras instalaciones de la Marina en Valparaíso, entre ellas, la población naval de Las Salinas en Viña del Mar. Todo, como no, dirigido por el MIR y el Partido Socialista, con Enríquez y Altamirano como líderes principales.
La acusación de la «infiltración marxista» en la Armada marcó políticamente el último mes del gobierno de Allende. Y si bien las informaciones al respecto fueron confusas en un principio, hacia fines de agosto la situación real de los marinos detenidos -incluyendo las torturas- ya había salido en la prensa y era de conocimiento público.
Por esos mismos días, el grupo antigolpista de la Marina logró difundir una carta dirigida «al pueblo y al Presidente» (que fue leída íntegramente por Carlos Altamirano en su discurso del Estadio Chile el 9 de septiembre), en la que denunciaron nuevamente el Golpe que se planeaba, confirmando también las torturas a las que estaban siendo sometidos por sus superiores.
En este punto comienza el relato de «El Plan Cochayuyo», libro que desde la poesía, en 56 páginas, reivindica la valiente decisión de esta marinería antigolpista de hacer frente a la barbarie que se venía.
Su autor es el escritor y periodista Absalón Opazo, quien tiene a su haber un variado trabajo en este ámbito: además de publicar varios libros en Chile y Argentina, ha participado con su poesía en variados proyectos musicales que incluyen el folclor, la música sinfónica y el reggae dub. A esto se suma una labor de varios años en la radiodifusión comunitaria, donde ha gestionado y dirigido varios programas de literatura, cultura y noticias.
Precisamente, el libro «El Plan Cochayuyo» nació primero con la idea de ser un radioteatro, pero luego fue creciendo y terminó siendo el volumen que vio la luz bajo el sello de Editorial Askasis.
En ese sentido, el nombre del poemario hace referencia al plan de ataque militar elaborado por la oficialidad y el alto mando golpista de la Armada, para ser dirigido contra la población civil de izquierda. Como tal, «El Plan Cochayuyo» aparece mencionado en las memorias de Merino («Bitácora de un Almirante»). En él se dividió a Valparaíso en seis zonas, y en cada una se fijaron probables objetivos de ataque, entre ellos, universidades, reparticiones públicas, fábricas y empresas estatizadas.
Los golpistas de la Marina estaban decididos a utilizar toda la artillería de los buques contra estos blancos en caso que surgiera una resistencia a su acción de quebrantamiento institucional. Aparece aquí entonces la paradoja de que el plan siniestro que el alto mando achacó en su momento a los marinos antigolpistas (el bombardeo de Valparaíso y Viña del Mar), era en realidad el plan que ellos tenían: el Plan Cochayuyo.
En esa línea, el libro de Opazo realiza un interesante cruce entre poesía y periodismo, donde se intercalan titulares y notas de prensa con testimonios de la época y textos poéticos que surgen inevitablemente al fragor de la historia que se cuenta. Asimismo, se reivindica la voz de los mismos marinos, quienes explican los alcances de su acción de resistencia:
Solamente íbamos
a tomar los barcos
a impedir que los utilizaran
contra la población. Íbamos
a apresar a los oficiales
en sus camarotes.
No queríamos
asesinarlos (…)
Para nosotros
era vital evitar
esta gran masacre
contra el pueblo
que ya estaba planificada (…)
El texto también menciona las torturas sufridas por los marinos antigolpistas por parte de los oficiales, flagelos que, como ya se mencionó, alcanzaron a ser denunciados en detalle por los mismos afectados y sus familiares, cuyos testimonios aparecieron publicados en las revistas «Chile Hoy» y «Punto Final» en agosto de 1973, conmocionando especialmente a la base social de la Unidad Popular.
Desde una mirada histórica, se podría afirmar que estas torturas en la Marina marcan el inicio del macabro tránsito chileno desde la democracia agonizante hacia la brutal dictadura, pues a pesar de estar Allende aún en el gobierno, en los cuarteles e instalaciones de la Armada empieza a imperar un régimen marcial totalmente fuera de la ley, en abierta contradicción con el estado de derecho y la Constitución vigente, tal como ocurriría un mes después en todo el país.
Los marinos antigolpistas serían, así, los primeros detenidos y torturados de la dictadura que en los hechos, ya estaba en marcha:
Al Juan ya lo tenían ensangrentado
tirado al medio del calabozo
-se quejaba de un oído
a esas alturas reventado-
nadie nos escuchaba
no existíamos (…)
Realmente los oficiales
no se comportan como seres humanos
han perdido toda dignidad y buen juicio
Quedamos inconscientes
de tanto golpe (…)
Y nos decían que si nos poníamos rebeldes
nos traerían a las mujeres
para escarmentar en ellas nuestra culpa (…)
Por su carácter testimonial y periodístico, «El Plan Cochayuyo» es un libro valioso que sirve para acercarse y comprender aún más el proceso vivido por Chile y su pueblo en 1973.
Para la poesía, en tanto, constituye un interesante artefacto de lectura donde el contraste humanidad / deshumanidad atraviesa sus páginas con distintas intensidades, logrando conmover e indignar, al mismo tiempo, al lector.
Al cierre de esta reseña, debemos mencionar -a pedido del autor- que la aparición de este poemario no habría sido posible sin la exhaustiva investigación del profesor Jorge Magasich, publicada el año 2008 por LOM Ediciones en dos sendos volúmenes de más de 400 páginas, titulada «Los que dijeron ‘No’. Historia del movimiento de los marinos antigolpistas de 1973».
En palabras del propio Absalón Opazo: «Fue este magistral trabajo el que transmitió definitivamente las ansias de justicia poética que dieron forma y fondo a ‘El Plan Cochayuyo’: reconocer y honrar la enorme valentía de un puñado de hombres que en un momento crucial de la historia estuvieron dispuestos a jugarse su propia vida por defender al pueblo y detener el terrorismo de Estado».
Los interesados en adquirir el libro pueden hacerlo contactando directamente a la Editorial Askasis AQUÍ
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