“Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto”
“Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo”
“Quien me tiene de un hilo no es fuerte. Lo fuerte es el hilo”
“Las pequeñeces son lo eterno, y lo demás, todo lo demás, lo breve, lo muy breve»
“Lo pagado con nuestra vida nunca es caro”
Antonio Porchia nació el 13 de noviembre de 1885 en el pueblo de Conflenti, perteneciente a la provincia de Catanzaro, Italia. Fue el mayor de los siete hijos (tres mujeres y cuatro varones) de Francisco Porchia y Rosa Vescio. Su padre morirá en 1900, dejando al joven Antonio (15 años de edad) como cabeza de familia, obligándolo a dejar los estudios y comenzar a trabajar. Seis años después, en 1906, la familia decide emigrar hacia Buenos Aires en busca de nuevas oportunidades, abandonando a una Italia sumida en una fuerte crisis económica.
A los 20 años Porchia se dedica a diversos oficios manuales (carpintero, tejedor de cestas, apuntador en el puerto), en una época en que eran habituales las extensas jornadas laborales de más de doce horas. Inicialmente, la familia se radica en el barrio de Barracas; más tarde, hacia 1918, consigue otra casa en San Telmo. Este mismo año, Antonio y su hermano Nicolás compran una pequeña imprenta en ese barrio, en la calle Bolívar, donde trabajaría hasta 1935.
“Te ayudaré a venir si vienes y a no venir si no vienes”
“Tu crees que me matas. Yo creo que te suicidas”
“Sí, esto está mal. Pero estuvo bien. Y ahora no comprendo cómo puedo estar bien. Y ahora no comprendo cómo puede estar mal”
“Quien dice la verdad, casi no dice nada”
“A veces creo que no existe todo lo que veo. Porque todo lo que veo es todo lo que vi. Y todo lo que vi no existe”
En 1943, a sus 57 años, publicará su primer (y único) libro, Voces, en una modesta edición de autor. La particularidad era que Porchia no se reconocía como un escritor, así que decidió donar los ejemplares a la “Sociedad Protectora de Bibliotecas Populares”, organización que coordinaba modestas bibliotecas por toda la Argentina y a las cuales le fueron entregados esos libros.
El azar hizo que Roger Callois, poeta y crítico literario francés que se encontraba en Argentina debido a la Segunda Guerra Mundial, recibiera un ejemplar de Voces y quedara fascinado, emprendiendo la búsqueda del autor.
Cuenta la historia que cuando por fín dio con Porchia, Callois le dijo: “Por una de esas líneas yo cambiaría todo lo que he escrito”. Una vez regresado a Francia, el crítico va a traducir sus poemas y publicarlos en diversas revistas literarias. Estas publicaciones llamarán la atención de Henry Miller y André Bretón. El primero va a añadir a Porchia entre los cien libros de una biblioteca ideal y el segundo va a afirmar: “El pensamiento más dúctil de expresión española es, para mí, el de Antonio Porchia, argentino”.
Como no podía ser de otra forma, el elogio europeo llamó la atención de la revista Sur, revista clásica del siglo XX en Argentina, que publicará distintas voces de Porchia. El autor, pese a no tener un pasar económico holgado, le pidió a Victoria Ocampo, directora de la revista, que donara los honorarios “a un poeta necesitado”.
“Cuando se lanza algún dardo para herirme, se encuentra con la herida hecha y… no pude herirme”
“Todos los soles se esfuerzan en encender tu llama y un microbio la extingue”
“Porque te quiero bien, quisiera poder hacerte creer cuanto yo he dejado de creer”
“El ir derecho acorta las distancias, y también la vida»
“Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa”
Ya con la fama, rondando su nombre, editorial Sudamericana le propone publicar su obra, lo que implicaría una llegada a un público mucho más masivo. Para ello selecciona versos de sus dos ediciones de autor anteriores, descarta otra y agrega unas nuevas, conformando la edición oficial de Voces, que luego será editado por Hachette en 1966, edición que se puede ver actualmente en la calle.
Lejos de considerarse un escritor célebre, Porchia vivió una vida humilde en el país, nunca viajando a Europa, rodeado de sus amigos cercanos y trabajando en su pequeño jardín. La muerte lo encontró a 4 días de cumplir 83 años, en 1968. Un poco más de una década después se editará la edición más lujosa e importante de su libro, realizada en Francia bajo la editorial Fayard y con prólogo de Jorge Luis Borges.
La obra de Porchia, pese a haberse realizado principalmente en la primera mitad del siglo XX , no envejeció y sigue vigente hasta el día de hoy. Sin contar con un gran reconocimiento oficial ni comercial, su obra se va diseminando de mano en mano, de boca en boca. Por otra parte, algunos de sus escritos fueron utilizados en la película “El lado oscuro del corazón 2” de Eliseo Subiela, ayudando a acercar al autor a las nuevas generaciones.
Sus voces, sin lugar a dudas, lograron un eco mayor de lo que el mismo Porchia esperaba. Y por eso siguen sonando hasta hoy.
“Te quiero como eres, pero no me digas cómo eres”
“Cuando yo muera, no me veré morir, por primera vez”
“Sí, me apartaré. Prefiero lamentarme de tu ausencia que de ti”
“Qué te he dado, lo sé. Qué has recibido, no lo sé”
“Estás atado a ellos y no comprendes cómo, porque ellos no están atados a ti”
“Yo no estoy conforme de ti. Pero si tú tampoco estás conforme de ti, yo estoy conforme de ti”
“Cuanto he perdido lo hallo a cada paso y me recuerda que lo he perdido”
“Si me olvidase de lo que no he sido, me olvidaría de mí”
“Quien te quiere, si te quisiera solo a ti, o podría quererte, porque no sabría cómo a quién ni cómo quererte”
“A veces pienso en ganar altura, pero no escalando hombres”
Esta nota también fue publicada en la revista digital La Primera Piedra