Cuanta la leyenda, que Gus Van Sant estudiaba pintura, que ya estaba bien encaminado y que su otra pasión era el cine. Viajando de un lado para el otro, Gus lo registraba todo con una cámara de Super 8 en patineta, pero un día, asistió a un curso de cine dictado por Jonas Mekas y Andy Warhol y se volvió loco. Regaló los pinceles y se decidió por las cintas.
Lo que siguió fue un viaje por Europa, la vuelta a Los ángeles y su primer emprendimiento llevado a cabo como director, como artista. Junta las moneditas y filma Mala noche, un film en blanco y negro rodado en los suburbios, donde ya empezamos a notar el interés de nuestro héroe por las historias marginales, esas que siempre salen a los costados de las fotos y esas que la mayoría prefiere no sacar en primer plano.
La historia de un chico que atiende en un almacén y se enamora o, depende como lo vea cada uno, se obsesiona con un chico mexicano llamado Johny Alonso. En esencia, el derrotero de la juventud homosexual en un contexto hostil y sucio, y es debido a esto, donde vemos la primera muestra del superlativo talento de Van Sant: mostrando toda esta mierda, Gus logra captar una belleza estética notable.
Los trabajos que siguen son Drugstore cawboy y Mi idaho privado. Con Drustore, Gus logra llegar un poco más lejos en cuanto a la masividad. Contrata a Matt Dylon y filma una historia sobre un grupo de amigos que roban medicamentos y los revenden por su cuenta. Luego, en Mi idaho, trabajo con Keanu Reeves y River Phoenix, muestra nuevamente el mundillo gay joven de esos días. En esta cinta, la creatividad de Gus da un paso más allá. La película, es una adaptación libre de Enrique IV, de Shakespeare. (Dato de color: en la peli realiza un pequeño papel Flea, de los Peppers).
Luego de un bajón de calidad, regresa a por todo con Todo por un sueño, su película más Hollywodense. Acá vuelva a laburar con Matt Dylon y también contrata a Nicole Kidman, quien realiza una actuación realmente sobresaliente. El film es un éxito y Gus adquiere más reconocimiento. Pero, a alguien que tiene como pretensión la experimentación y que se maneja para realizar los elencos con actores desconocidos sacados de castings, ¿puede interesarle el reconocimiento de una critica tan estéril como la de Hollywood? Lo veremos más adelante.
Evitándonos el tedio cronológico y evidente de las filmografías, digamos que lo que sigue es Elephant, The last days y Paranoid Park, que forman un tríptico con esencia en el zoom sobre la muerte y la tragedia en el mundo adolescente. Tres obras maestras, que componen la cima del talento santiano.
Es notable que otros de los intereses mayúsculos de Gus es la fotografía y esto se evidencia en el cuidado con el que labura en dicha faceta en todas sus películas. De hecho, también fotografió a los Chili Peppers para el disco Sex sugar sex magic.
Cada vez que veo a Van Sant, lo escucho hablar, aunque yo no sepa mucho inglés. Siento una magia que emana del tipo, una magia (perdón por lo cursi) que, como «Escalera al cielo» de Zeppelin, todo lo que toca lo transforma en oro. Sí, todo lo que Toca Van Sant se transforma en oro.
Realicen el siguiente ejercicio: vean en una sola noche, todas estas películas de Gus. (Sí, mis jóvenes dorados, yo los creo capaces de tan titánica tarea). Luego intenten irse a dormir y analicen qué se siente.
Van Sant es el santo de los diferentes, es la carta de invitación a un club al que asisten los «inadaptados».