La transgresión del cuerpo no es algo nuevo en el arte. El simbolismo que implican las heridas autoinfligidas suelen remontarse a un contexto religioso. La casta madre y el amoroso padre hacen que nuestro cuerpo sufra para poder estar con ellos, el dolor del hijo debe ser nuestro dolor y nuestra sangre debe purificar nuestros pecados. Pero esta mutilación del cuerpo ha cobrado nuevos significados en los últimos años. La opresión del gobierno sobre nosotros, la identidad de género y la lucha social han tomado un papel intrínseco en la afección del cuerpo en nombre del arte.
El trabajo de una mujer nunca se termina. Esa es la declaración de la artista visual Eliza Bennet. A través del bordado, una de las actividades que se pueden adjudicar como “trabajo de mujer”, esta artista inglesa replantea el concepto a través de su serie “A Woman’s work is Never Done”. Usando su propio cuerpo como lienzo, Bennet hace bordado específicamente en su mano, representando físicamente que el trabajo de una mujer es mucho más que algo delicado y sencillo.
Según la tradición, el bordado es una práctica exclusiva de la mujer; mientras que el hombre se dedica al trabajo arduo, ellas deben seguir los modelos tradicionales de femineidad. Bennett va más allá. A pesar de que su serie remite a la mujer, ella considera que no es una obra feminista sino humanista. El trabajo de una mujer implica mucho más que el bordado, además el trabajo de una mujer no es remunerado.
Limpiar, barrer, cocinar, cuidar a los hijos y más es algo por lo que no le pagan a una madre. La remuneración de esos trabajos es algo que expone en sus bellas manos transfiguradas por el hilo que la artista borda en su piel. El tiempo está cambiando y no es sólo la mujer la que hace esos trabajos, es el valor humano que se representa en esas líneas. Esos patrones en las manos de Eliza Bennett, trastocados, caóticos pero simétricos, buscan dar voz a esas manos que trabajan, que sirven a quienes lo exigen pero no constatan. Muestra que no es fácil despertar en la madrugada y trabajar todo el día agotándose física y mentalmente sólo para recibir un mínimo pago e incluso a veces nada.
Con una textura fuerte, las imágenes muestran manos fuertemente transgredidas. Son elementos incómodos que hacen que algunas veces no queramos ver la imagen. Que nos neguemos a ver la situación actual de mujeres y hombres cuyas manos simbólicamente se encuentran así. La situación debe cambiar. Cada persona debe ser capaz de recibir lo que merece sin necesidad de bordar sus manos real o metafóricamente.
Fuente: CLTRACLTVA