Fue anarquista y fiel luchadora por la emancipación de la mujer, conocida por sus escritos libertarios y feministas, como “Matrimonio y amor”, en el cual deja de manifiesto que la institución es represiva tanto para mujeres, como para hombres.
Por otra parte, la vida de Goldman estuvo marcada por varios sucesos, como su viaje a EE.UU. cuando tenía 16 años, donde trabajó como obrera textil dándose cuenta de los maltratos que diariamente realizaban los jefes. También estuvo presa en varias oportunidades, acusada de participar en complots de asesinatos, distribuir manifiestos de métodos anticonceptivos, conspirar contra leyes, etc. Incluso fue expulsada de Estados Unidos en 1920 por ser considerada “una de las mujeres más peligrosas de América”.
A continuación te dejamos con un extracto de “Matrimonio y amor”:
La noción popular acerca del matrimonio y del amor, es que deben ser sinónimos, que ambos nacen de los mismos motivos y llenan las mismas humanas necesidades. Como la mayoría de los dichos y creencias populares, éste no descansa en ningún hecho positivo y si sólo en una superstición.
El matrimonio y el amor nada tienen de común; uno y otro están distantes, como los polos; en efecto, son completamente antagónicos. No hay duda que algunas uniones matrimoniales fueron efectuadas por amor; pero más bien se trata de escasas personas que pudieron conservarse incólumes ante el contacto de las convenciones.
Hoy en día existen muchos hombres y mujeres para quienes el casarse no es más que una farsa, y solamente se someten a ella para pagar tributo a la opinión pública. De todos modos, si es verdad que algunos matrimonios se basan en el amor y que también este puede continuar después en la vida de los casados, sostengo que eso sucede a pesar de la institución del matrimonio.
Por otra parte, es enteramente falso que el amor sea el resultado de los matrimonios. En raras ocasiones se escucha el caso milagroso de una pareja que se enamora después de casada, y si se observa atentamente, se comprobará que casi siempre se reduce a avenirse buenamente ante lo inevitable.
A otras criaturas les unirá un afecto, surgido del trato diario, lo que está lejos de la espontaneidad y de la belleza del amor, sin el cual la intimidad matrimonial de una mujer y un hombre no será más que una vida de degradación.
El matrimonio, por lo pronto, es un arreglo económico, un pacto de seguridad que difiere del seguro de vida de las compañías comerciales, por ser más esclavizador, más tiránico. Lo que devenga, es completamente insignificante con lo que se invistió.
Tomando una póliza de seguros se paga por ella en dólares y en centavos, siempre con la libertad de cesar los pagos de las cuotas. Si, de cualquier modo, el premio de la mujer es un marido, ella lo paga con su nombre, con sus íntimos sentimientos, con su dignidad, su vida entera, y hasta la muerte de una de las dos partes. Así, para ella, el seguro del matrimonio la condena a una vida de dependencia, al parasitismo, a una completa inutilidad, tanto individual como social.
El hombre, también, paga su juguete, pero su radio de acción es más amplio, el matrimonio no lo coarta tanto como a la mujer.
La institución del matrimonio hace de la mujer un absoluto parásito, un ser que está sometido a otro ser. La incapacita para la lucha por la vida, aniquila su conciencia social, paraliza su imaginación, y entonces le impone su graciosa protección, lo que no es nada más que una trampa, disfrazada de humanitarismo.
Aquí puedes encontrar el manifiesto en su versión completa.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano