Museo Nacional de Zúrich ofrece una exposición sobre el personaje que propició un encuentro entre las culturas suiza y nipona.
Cuando en cualquier parte del mundo alguien piensa en Heidi, lo más probable es que tenga en mente la versión japonesa del personaje, que se hizo famoso al ser plasmado en una serie cuyo tema principal hacia tararear el tema “abuelito dime tú”.
Los dibujos animados creados en Tokio han influido enormemente en la imagen del personaje de la tierna niña que vivía en las frías montañas suizas en compañía de su abuelo, ideado por la escritora suiza Johanna Spyrl.
Acerca de esta ya legendaria historia animada, el Museo Nacional en Zúrich exhibe la muestra “Heidi au Japón», que estará abierta al público hasta el próximo 13 de octubre, con el propósito de analizar la fusión de dos culturas y la génesis de los dibujos animados japoneses, a través de la serie de la niña de los Alpes suizos, que fue muy popular en los años setenta del siglo pasado, informó el portal swissinfo.
Cuentan los conocedores del tema, que la heroína de esta historia debería haber sido Pippi Calzaslargas y no Heidi. Explican que los fundadores del Estudio Ghibil, trabajaban a principios de los años setenta en una película de dibujos animados sobre la joven sueca de trenzas.
Los primeros bocetos estaban ya listos, pero Astrid Lindgren (la creadora de Pippi Calzaslargas) se negó a que su historia se plasmara en dibujos animados. Y hasta principios de la década de 1990 no cedió.
Como alternativa, los creadores japoneses buscaron otra figura femenina europea: Heidi. En su juventud Iso Takahata (al igual que muchos japoneses) había leído el libro. Y es que los cuentos infantiles escritos en Europa se han traducido al japonés ya desde el siglo XIX.
Heidi llegó a Japón relativamente tarde, en los años 20 del siglo XX, cuarenta años después de que Johanna Spyri hubiera publicado el original. Pero, a pesar del retraso, tuvo mucho éxito.
El paraíso suizo
La historia se hizo muy popular como un idilio contra la modernización que se estaba extendiendo en Japón; ya que difundía la imagen de una Suiza en paz y armonía con la naturaleza.
En los años sesenta, la industria de animación japonesa atravesaba una situación difícil. La competencia mermaba los beneficios por lo que los productores intentaron abrirse camino en el mercado europeo.
Para ello, utilizaron historias susceptibles de atraer tanto al público japonés como al internacional. Heidi fue el dibujo animado estrella que abrió el mercado a las películas japonesas de animación.
Los creadores de la serie Hedidi, la niña de los Alpes mantuvieron, la historia original prácticamente intacta. Eso sí, se inventaron el perro San Bernardo Joseph como mascota (Niebla en España y Latinoamérica) y omitieron las escenas religiosas porque pensaban que en Asia no se entenderían.
Gloria internacional
La serie de dibujos animados ha alcanzado fama internacional: traducida a 20 idiomas, se ha difundido en muchos países.
Con Heidi comenzó el auge de las películas de animación japonesas para niños. Esta serie tiene unos estándares altos de calidad, mientras que hasta entonces los dibujos animados se hacían, muchas veces, con pocos recursos y escasas imágenes.
El éxito de Heidi permitió asegurar la financiamiento del ya entonces famoso estudio de animación Ghibli, que ofrecía producciones apreciadas en todo el mundo. Esta serie también originó, entre toda una generación de japoneses, una especie de nostalgia por Suiza.
Cientos de miles de turistas nipones (incluso en períodos de crisis económica) visitan cada año Maienfeld: el pueblo de los Grisones considerado como la patria de Heidi.