En una exposición del Instituto Cervantes de Tokio, en Japón, muestran una faceta poco conocida del pintor y escultor español Pablo Picasso, el de escritor.
En esta vertiente menos conocida de Picasso, su obra literaria, se centra la exposición inaugurada en el Instituto Cervantes de Tokio, que reúne textos escritos para sí mismo, con sus sentimientos más íntimos, sus miedos o sus intentos de expiación, pero también las imágenes que plasmó en sus cuadros.
La muestra, permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre, ya se mostró en el Instituto Cervantes de Pekín y en la Biblioteca Miguel de Cervantes de Shanghái, destacó una nota de la agencia EFE.
Picasso entró en el mundo de la literatura tarde, a la edad de 54 años, en 1935, en una época de turbulencias personales por el proceso de divorcio de su esposa Olga y siguiendo desde París las convulsiones que derivarían en la Guerra Civil española.
Son poemas en los que, como cuenta Yasujiro Otaka, historiador y profesor emérito de la Universidad de Waseda, Picasso «no solo ignora el sujeto y el predicado, sino que tampoco encontramos puntuación».
Otaka, en una presentación telemática, recordó que estos escritos los comenzó a reunir el artista malagueño en lo que probablemente fue «el mayor bache de su vida como pintor», ya que desde mediados de 1935 y durante casi un año prácticamente no hizo ninguna pintura al óleo ni escultura alguna.
En esos textos, agrega, Picasso refleja los sentimientos de culpa y expiación, y en ellos «las palabras se superponen con los motivos de su pintura» con temas como las corridas de toros o sus bocados favoritos.
Según José Lebrero Stals, director artístico del Museo Picasso de Málaga, el pintor comenzó a escribir posiblemente porque esos textos le llevan a sus orígenes, a su Málaga natal, «a un espacio de seguridad del pasado (…) en un momento en el que el artista tiene muchas dudas».
Al presentar también esta exposición desde Málaga, Lebrero recuerda que el «poco respeto» de Picasso con la sintaxis inspira las creaciones surrealistas de André Breton.
«La escritura de Picasso no es surrealista, pero André Breton habría querido que Picasso fuera un escritor surrealista», añade.
Los textos fueron prácticamente ignorados en la carrera del pintor y sólo surgieron medio siglo después, recuerda Otaka, cuando fueron reunidas 350 obras publicadas en 1989.
«Durante medio siglo, la obra (literaria) de Picasso es algo de lo que apenas se habla y se le ha prestado poca atención», dice el experto nipón.