Seis figuras expuestas junto a los derruidos edificios que son obra del artista palestino Eyad Sabbah, quien quiere con su silencio y dramáticas expresiones trasladar al mundo el dolor de la tragedia.
«El silencio de las estatuas explica la muerte, la destrucción y el desplazamiento», advierte a Efe el autor de una muestra que recapacita sobre los hechos que ocurrieron en julio en ese barrio, primero arrasado por los bombardeos israelíes y luego tomado por fuerzas terrestres.
La inusual semblanza artística del horror representa a un hombre con un bebé en sus brazos, a su mujer arrastrando de la mano a otro hijo y a una anciana que, con su bastón, trata a duras penas de seguirles el paso.
La arcilla al natural es salpicada de forma provocadora por el rojo de una sangre que alude a la huida en medio del avance militar israelí, a decir de este profesor de artes plásticas en la Universidad Al Aqsa de Gaza.
Sabbah simboliza con sus figuras el horror y la destrucción, pero también el despertar artístico en una empobrecida Gaza mediterránea que sirve de hogar a 1,8 millones de palestinos sumidos en la pobreza, el desempleo y el bloqueo de Israel.
Y es que, a menos de dos meses de una ofensiva que dejó más de 2.150 muertos y 11.000 heridos, mientras la población aún espera la ayuda internacional para reconstruir sus hogares e infraestructuras, el arte en todas su facetas comienza a respirar a través de la música, literatura, pintura, escultura y teatro.
El florecimiento de la actividad cultural coincide con el anuncio que esta semana hizo el vencedor el año pasado del popular concurso «Arab Idol» Mohamed Assaf sobre la apertura de un centro artístico para alentar a jóvenes músicos, artistas y escritores. {destacado-1}
Durante una visita a la franja, Assaf, de 24 años y embajador juvenil de buena voluntad de la ONU, anunció que el proyecto se llevará a cabo con las donaciones de palestinos que residen en EE.UU. y que sólo esperan a que el gobierno de unidad nacional entre Al Fatah y Hamás se consolide en la franja para sacar adelante el proyecto.
Criado en el campo de refugiados de Jan Yunes, en el sur de la franja, Assaf dice ver después de la ofensiva israelí «una mayor tristeza» en los ojos de sus habitantes.
«Mi generación está frustrada, y a cada uno que me encuentro me pide que le ayude a dejar el país», afirma sobre la frustración generalizada de una población que debe afrontar, dice, «problemas demasiado grandes y complicados, como el bloqueo (israelí) y la división (interna)».
Otro que ha expresado su dramática situación a través del arte es Raed Issa, un pintor local cuya vivienda resultó destruida en uno de los bombardeos israelíes.
Para hacerlo ha colgado sus retorcidas y quemadas obras en el mismo entorno en el que fueron creadas y destruidas, es decir, entre las ruinas de la que hasta hace dos meses era su casa y estudio, en un acto con el que, dice, trata de desafiar a la destrucción.
«Aquí están algunas de mis obras que se han conseguido salvar bajo los escombros de mi estudio», comenta el artista con un punto de humor negro y la decidida intención de recomponerlas.
«Una parte de ellas -afirma- se han perdido. Pero serán restauradas y sus colores revigorizados (…) para perpetuar el ciclo de la generosidad infinita, así como para perseguir a los autores de estos crímenes contra la humanidad».
Durante la ofensiva, los bombardeos destruyeron totalmente más de 18.000 viviendas y causaron daños de distinto tipo a otras 40.000, dejando sin hogar a unas 40.000 personas.
A diferencia de otras ocasiones, el movimiento islamista Hamás, que gobierna Gaza desde 2007 y este año alcanzó un acuerdo de unidad con el nacionalista Al Fatah, aún por aplicarse en la franja, no ha opuesto obstáculos a estas manifestaciones artísticas.
En el pasado llegó a considerarlas «un fenómeno occidental que contradice las leyes del islam» y apeló a la Sharía o ley islámica para prohibirlas.