La reciente reedición de Literatura y otros cuentos (Random House, 2017), vuelve a traer a la escena literaria a uno de los autores trasandinos más interesantes en lo que al cuento se refiere. En constante diálogo con el género cinematográfico, del cual es considerado el precursor del “Nuevo cine argentino”, los relatos de Martín Rejtman condensan una atmósfera especial, motorizada por la sucesión de acciones que emprenden sus personajes, de los cuales el lector va atando cabos sueltos.
Rejtman, nacido en Buenos Aires en 1961, es escritor, guionista y director de cine. Señalado por la crítica como el referente del “Nuevo cine argentino”, destaca la vigencia de ese estilo. “Hay mucha gente joven que hace sus primeras películas y suelen seguir esa línea”, afirma al respecto. En 1981 se trasladó a los Estados Unidos para estudiar dirección en la Universidad de Nueva York. Entre sus películas más conocidas se encuentran Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Dos disparos. Su obra literaria incluye libros como Rapado, Velcro y yo (Literatura Random House, 2012) y Tres cuentos (Literatura Random House, 2013).
La nueva publicación de Literatura y otros cuentos, originalmente lanzado hace más de una década, agrega el material fotográfico de Miguel Mitlag y un cuento breve: “Psicodelia”. Además, Rejtman señala a El Ciudadano que su próxima película, La práctica, será filmada en Chile y se estrenará en 2019.
«Se va a filmar en Santiago y en otra locación que probablemte sea en el sur. Lo que puedo adelantar es que va a ser una comedia sobre un profesor de yoga en Santiago, con un elenco principalmente chileno», anticipa el director y escritor
«En mis relatos, tanto literarios como en el cine, lo que hace avanzar son las acciones»
– ¿Qué sensaciones te produjo reeditar este libro después de más de 10 años?
– El libro estaba agotado. Yo soy amigo de Miguel Mitlag, el artista que hizo las fotos, y en 2016 me pidió un ejemplar del libro porque había hecho la tapa de la edición anterior con una de las fotos que ahora integra el libro. Ahí se me ocurrió reeditarlo e incluir más fotos dentro de esa misma serie, que a mí me gusta mucho. Estoy muy conforme por cómo quedó. Siempre intento que mis libros estén disponibles para que se puedan leer.
-¿Cómo dialogan las fotos con los relatos? No hay una unión explícita, al menos a primera vista.
– Específicamente le aporta al libro una amplitud conceptual mayor a la de ser un volumen de cuentos únicamente. Es un complemento visual, que tiene mucho que ver con el cine, la otra disciplina a la que me dedico. Las fotografías de Mitlag, si bien son figurativas, también son bastante abstractas, porque no representan nada real. Hacen un buen contrapunto con los relatos, tratamos de no hacer nada ilustrativo. Por eso las fotos no están en el medio de los cuentos, para que eso no genere una asociación directo. Es una suerte de experimento.
– Al leer los cuentos de Literatura y otros cuentos me dio la impresión de que ponés el foco más en el clima de los relatos que en las acciones. capaz con la excepción de “Ornella”. ¿Vos cómo ves eso?
– En realidad los climas no me interesan mucho, me importan más las acciones. Pero esas acciones siempre generan climas. En mis relatos, tanto literarios como en el cine, lo que hace avanzar son las acciones. Naturalmente, esas acciones producen climas en relación y en contraposición con las anteriores. Tampoco sé si “clima” es la palabra adecuada, es más una cuestión energética.
-Claro, una cuestión de atmósfera. A lo que me refería es que las distintas acciones no tienen su correlato o su seguimiento, sino que ayudan a crear esa atmósfera y a entender a los personajes sin necesidad de grandes descripciones.
– Sí, generalmente en mis cuentos no se da información sobre los personajes o se da de forma muy limitada. Surge más de las acciones o puede haber presencia de pensamientos, lo cual en las películas es más difícil de conocer. De todas formas, no son pensamientos que te metan de lleno en la psicología de los personajes, no te informan tanto.
– En Literatura y otros cuentos también se puede ver algo que otros libros posteriores continúan y puede ser una suerte de tendencia actual: los capítulos o fragmentos breves como forma de continuidad. ¿Ves esa tendencia?
– No me doy mucha cuenta de esas cosas, no puedo pensar en otros libros que tengan un sistema en sí. En mi literatura es algo que ya viene desde mi primer libro de cuentos y viene del concepto de escena en el cine más que por cuestiones literarias. En el cine las escenas son breves y la acumulación de ellas es la que arma el relato. Mi formación es cinematográfica antes que literaria, por lo que lo primero que escribí está más vinculada a los guiones.
– Ese factor de escritura breve o fragmentada la suelo asociar a los consumos culturales actuales, sobre todo con el fenómeno vinculado a las series, ¿ves esa relación?
– Puede ser, no lo pensé en profundidad. De todas formas las series son largas, se suele alargar todo. Sí tienen el poder de mantenerte enganchado, pero no por breve. Después, relacionado a lo que vos decís, puede estar vinculado a un lector veloz en los libros electrónicos o mientras viajás en el subte. No estoy muy al tanto de esas cosas
Vínculos con el cine chileno
– ¿Cómo ves los vínculos entre las producciones latinoamericanas? ¿Falta que se produzcan más diálogos?
– Sí, faltan diálogos, aunque los festivales de cine aportan a que haya más difusión. Esas producciones independientes, de todas formas, tienen el mismo problema en todos los países. Acá en Argentina, el Bafici siempre muestra trabajos interesantes. Ahora recuerdo Verano de José Luis Torres Leiva, que me pareció la mejor película del festival en 2011. Me suele pasar que una película latinoamericana siempre capta mi atención. También recuerdo La vida útil del uruguayo Federico Veiroj. En 2017, la película Arabia de los brasileros Affonso Uchoa y João Dumans fue la mejor película.
– ¿Cuál es tu relación con el cine chileno?
– Mi próxima película la voy a filmar en Chile, después de la coproducción que realizamos con Dos disparos, donde actuó Manuela Martello y realizamos la puesta de sonido y post producción en Santiago. Tengo mi relación con el cine chileno y ahora este nuevo film, que se va a llamar La práctica, se va a filmar en Santiago y en otra locación que probablemte sea en el sur. Los actores van a ser todos chilenos, menos dos que son argentinos. Tuve ganas de cambiar de musicalidad, que se hable de otra manera. Es un trabajo en conjunto con la productora Forastero y una productora argentina (Unión de los ríos) y una alemana (Pandora). Lo que puedo adelantar es que va a ser una comedia sobre un profesor de yoga en Santiago de Chile.
– ¿Tenés algún panorama de la escena contemporánea chilena?
– Sí, vi bastante. De lo que vi, me gustó mucho Verano como te decía antes y hay otras que también me llamaron la atención.
«El nuevo cine argentino» y los contactos entre cine y literatura
– Se te suele poner como el referente y precursor del “Nuevo cine argentino”. ¿Te sentís cómodo en ese lugar? ¿Tiene vigencia esa forma de hacer cine?
– No es un problema mío, sino del que analiza y estudia ese fenómeno. No me siento a trabajar desde ese lugar de “referente”. Para mí sigue teniendo vigencia, porque hay mucha gente joven que hace sus primeras películas y suelen seguir esa línea. Hay de todo, también hay espíritus viejos en directores jóvenes, como si no hubieran vivido los últimos treinta años de la cultura. En un momento se dijo que el Nuevo cine argentino estaba muerto, pero eso tampoco es tema mío, es algo de los críticos, y no me parece algo muy importante.
– Teniendo en cuenta tu doble faceta artística, ¿en qué momento una historia toma su forma final de cuento, cortometraje o película?
– Al principio de todo; desde el comienzo ya sé qué es lo que va a terminar siendo. Por ejemplo, ahora estoy escribiendo un cortometraje, algo que no hacía desde hace muchísimo tiempo. En general, la diferencia mayor que hay entre literatura y cine es que los guiones tienen un aliento más largo y, a la vez, tengo una idea de estructura más fuerte en la cabeza, a pesar de que se dice que mis películas tienen estructuras raras o digresivas.
– ¿Cómo influye cada disciplina en la otra? ¿Se prestan elementos?
– Con la literatura le robo al cine muchas cosas. El primer libro que escribí está muy emparentado con un guión de cine: en presente, muy descriptivo, en tercera persona. Después, en el cine se suele decir que mis películas son muy literarias, sobre todo porque tienen voz en off, como en el caso de Silvia Prieto. Es un recurso que me gusta mucho, porque la manera en la que se cuenta muestra una información distinta sobre el personaje, no necesariamente psicológica, una idea diferente.
-Las fronteras entre la literatura en tu caso son más permeables, ¿no?
– Sí, no son muy firmes. A la hora de encarar un guión, además de la estructura, también te condicionan los recursos en un sentido amplio: qué voy a filmar, qué voy a tener ganas de hacer, con qué actores quiero trabajar, las locaciones, lo económico. En cambio, con la literatura no existen esos condicionamientos, es algo mucho más libre que el cine. De todas formas, me gusta la idea de tener límites, de no poder hacer todo, te ayuda a ordenarte.