Estas personalidades cambiaron la forma de ver el arte

Uno de los grandes problemas que atravesamos en el siglo XX para entender qué sucedía en los terrenos del arte –y por el cual a veces sufrimos en lo que va del XXI–, era que esperábamos con todas las ansias del mundo que alguien o algo estructurara ese término tan importante pero conflictivo en la nueva era. Como si necesitáramos definiciones absolutistas y ultragenerales, la mayor parte del tiempo hemos requerido de una guía para marcar el sentido de nuestras decisiones y así, calmar las ansias e inseguridades que conlleva el desconocer los qué y los cómo de la producción artística.

En la persistente creencia de que hay un solo motivo y una sola lectura que dictaminan el rumbo (univocista) de una obra, se intentaron mil y un formas de tratar a las prácticas artísticas como si todas pudieran caber en una misma caja categorizada con un impermeable carácter identitario, resultando esto en más equivocaciones de las necesarias y predisposiciones conflictivas al enfrentarse, sobre todo, a cualquier producción que no encajara en la pintura, escultura, grabado o cualquier disciplina tradicional. Incluidas en este meollo, por supuesto, las teorías que trataban a las obras como ‘la obra’ y perdían de vista las especificidades de cada objeto.

En medio de todo este ajetreo ensordecedor aparecieron paulatinamente ciertas personalidades que con su hacer modificaron los horizontes, acercamientos, alcances y transgresiones del arte y sus medios. El quiebre que se alcanzó con esas prácticas o planteamientos, en su mayoría, se debió a la apertura de determinados nombres a otras formas y a otras vías de representación.

Entre ellos podemos nombrar a:
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Marcel Duchamp

Inspirador de muchas vanguardias y cuestionamientos; Duchamp fue uno de los más importantes teóricos y artistas del siglo XX. Aunque intentó seguir las líneas del Cubismo y demás experimentaciones de la pintura, su inquietud lo llevó a romper con las barreras del soporte y el trabajo artístico.

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Yves Klein

Artista francés que figura como una pieza clave del Neodadaísmo. Su impacto y trascendencia en nuestra historia radica en sus experimentaciones arquitectónicas y urbanísticas, además de sus planteamientos teóricos en torno a la materialidad o inmaterialidad del objeto artístico. Mucho de lo que vimos después ­–y seguimos viendo– bajo el nombre de accionismo o espacialidad se debe a la innovación de este genio.

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Andy Warhol

Otro de los grandes nombres en ese siglo que se caracterizó por traer el marketing, la industria y lo común al mundo del arte. Para algunos, podrá ser uno de los sujetos más despreciables en el medio, pero sin duda, él es el ejemplo perfecto de cómo la humanidad estaba cambiando drásticamente en todo sentido.

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Louise Bourgeois

Una de las mujeres más influyentes en la práctica artística. Ella nos enseñó a todos que la escultura no debía obedecer a los estándares de lo fijo, de lo concreto, de lo evidente y lo sólido. Gracias a sus producciones el camino para la instalación y la práctica artesanal se abrió en buena parte para el arte contemporáneo.

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Orlan

¿El cuerpo como soporte mismo de la obra? Efectivamente. Todo eso que hoy, a la distancia, podemos llamar body art y performance, tuvo en una época muy especial a una mujer que hizo de ella misma el arte en sí. En su momento sonó muy descabellado, quizá lo siga pareciendo para un sector, pero su trascendencia es irrefutable.

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Damien Hirst

Uno de los grandes nombres para el mercado del arte y las prácticas contemporáneas en todo su esplendor. Si Koons es sinónimo de dinero ganado en la industria artística, Hirst es también uno de los parteaguas en esa línea temporal de cruces económicos, nuevos planteamientos y diversas plataformas de compra-venta-producción.

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Banksy

Si pensamos, independientemente a sus últimas relaciones con la institución museística, en los aportes de Banksy a la mirada pública, al copyright, al sentido de pertenencia y a la importancia de la coacción en un plano artístico urbano, podría ser incluso el artista que siempre se había esperado. Lástima que eso haya quedado (medianamente) en el olvido.

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Jonas Mekas

Después de permanecer por meses en un campo de trabajo nazi, experimentar con el teatro e incursionar en la poesía, Mekas halló en la cámara de video un arma de gran poder para la mente humana; estrechamente relacionado con el cine experimental, el Pop Art y la videoinstalación, Jonas es un pilar de lo que hoy conocemos como registro y documentación visual en el mundo del arte.

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Marina Abramovic

Descrita por ella misma como “la abuela del performance” es que podemos hacernos un poco a la idea de quién es esta mujer. La artista serbia se encuentra en activo desde la década de los 70 y desde entonces, cada acción que realiza es objeto de escándalo, asombro, farándula y, por qué no, sobreexplotación.

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Gabriel Orozco

Rompiendo los esquemas del arte en México, Gabriel ha se ha dedicado desde los años 90 a revolucionar los medios y alcances de la práctica en su país natal. De la mano de otros artistas y con buenas alianzas galerísticas, Orozco ha marcado un antes y un después en los planos de la estética y la política de lo artístico.

Vía: Cultura Colectiva