La «juventud» es algo relativamente nuevo, al menos hablando en términos históricos. De cierto modo, la juventud es consecuencia de las mejoras que la humanidad ha experimentado con respecto a su calidad y esperanza de vida, el ingreso promedio per cápita, el acceso a servicios de educación y salud y otras variables que poco a poco fueron haciendo espacio a ese período entre la niñez y la vida adulta que se considera un tránsito, un pasaje, una época de adquisición de nuevos conocimientos y abandono de los viejos.
Quizá por esto mismo, porque no se trata de un momento de la vida fácil de aprehender, su definición tampoco es sencilla. Parte de su naturaleza misma es el cambio constante, el arrebato, la variedad: algo que se experimenta tanto individual como grupalmente, sincrónica y diacrónicamente.
En este sentido, el fotógrafo David Stewart se embarcó en una exploración visual del significado contemporáneo de «ser joven», a partir de la cual no solo obtuvo los retratos que ahora compartimos, sino también esta lapidaria definición: «Sujetos que no se sienten seguros, que buscan siempre una moda que seguir o saber qué hacen los demás, encajar en el molde o desmarcarse, aplastados por el peso de la tecnología que los vuelve antisociales y los obsesiona».
Por cierto, una de sus fotografías, titulada Five Girls, fue elegida entre los ganadores del Taylor Wessing Portrait Prize que organiza anualmente la National Portrait Gallery de Londres.