El pelo rojo suele ser el resultado de una mutación en el gen MC1R, también conocido como receptor 1 de melanocortina. Normalmente, cuando se activa cierta hormona, el gen MC1R desencadena una serie de señales que terminan en la producción de pigmentos marrones o negros. Sin embargo, en los casos en que ambos padres son portadores del gen recesivo MC1R y su receptor es mutante o antagonista, no es capaz de oscurecer el pelo, lo que se traduce en una intensa acumulación de pigmentación roja.
Según estimaciones de BBC News, entre un 1 y un 2% de la población mundial —de 70 a 140 millones de personas— es pelirroja. En Escocia e Irlanda, alrededor del 35% de la población es portadora del gen recesivo y el recuento de pelirrojos sería del 10% de su población. Todo esto hace que la palabra pelirrojo nos haga pensar en atributos celtas o germanos, sobre todo en piel pálida.
La piel blanca y el pelo rojo constituyen la imagen estereotípica del pelirrojo, pero no es en absoluto una imagen precisa. La fotógrafaMichelle Marshall, nacida francesa y residente en Londres, está documentando las increíblemente diversas manifestaciones del gen MC1R, en particular en personas negras.
«Actualmente estoy centrada en documentar la incidencia de la variante del gen MC1R responsable del pelo rojo y las pecas, sobre todo en individuos negros y mestizos de todas las edades», escribía Marshall en un correo electrónico a The Huffington Post.
«Quiero cambiar la percepción que tiene la mayoría sobre los pelirrojos como individuos caucásicos blancos, potencialmente descendientes de los celtas… Si bien los seres humanos nos enredamos en debates sobre inmigración, discriminación y prejuicios raciales, la Madre Naturaleza, mientras tanto, sigue su propio camino promoviendo la pluralidad social y, en el proceso, va derrumbando las percepciones sobre nuestra procedencia, etnia e identidad».
Al principio, Marshall concibió el proyecto, al que llamó «censo visual», como una forma de documentar las diferentes manifestaciones de las pecas. Pero más adelante redefinió el proyecto y decidió embarcarse en la misión de documentar a tantos pelirrojos afrocaribeños como le fuera posible. Hasta ahora, todos los modelos de Marshall han sido personas desconocidas que ha encontrado a través de las redes sociales, por el boca a boca o porque se tropezaba con ellos en la calle.
Los retratos en primer plano registran cada peca y cada cabello. A golpe de imágenes, la autora consigue ampliar la concepción dominante y estrecha de miras sobre cuál es el aspecto que tienen los pelirrojos.
Sin duda alguna, las fotografías y los modelos son sorprendentes. Sin embargo, el encanto arrebatador de las imágenes también tiene algunos inconvenientes. «Una fotografía hermosa no siempre consigue explicar qué significa ser diferente», comentaba Marshall en unaentrevista para la revista Vice. «Ser diferente es un arma de doble filo. Lo diferente a veces no es aceptado. Estas fantásticas imágenes cumplen un propósito, pero en el contexto de la vida diaria de estas personas, la reacción puede no ser la misma».
La modelo Natasha Culzac, que posó para la foto sobre estas líneas e hizo la cobertura del proyecto de Marshall para Vice, compartió su experiencia personal como pelirroja de piel morena.
«No fue un camino de rosas crecer en un mundo predominantemente blanco y en una ciudad costera de clase obrera, siendo como soy, alta, mestiza y con un pelo rojo y profundamente encrespado. Cuando tenía 13 años, compraba cremas blanqueantes para deshacerme de las pecas y con 14, durante mi fase heavy en pleno cambio de milenio, me esforzaba en planchar mi pelo recién teñido de negro. Sin embargo, ahora me da absolutamente igual y me encanta destacar por ser única».
Las categorizaciones se quedan cortas. Los estereotipos decepcionan. Hay belleza en lo diferente. Cuando consigas despegar la mirada de las fotos, párate a pensar en lo mucho que nos queda por aprender de los singulares retratos de Marshall:
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de ‘The Huffington Post’ y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno