A veces el futuro se ve oscuro y tenebroso, porque no siempre es fácil lidiar con los momentos más tristes de nuestra existencia. Queremos sonreír pero parece imposible hacerlo después de que el corazón se nos ha roto. Vivimos tranquilos en nuestra cotidianidad y de pronto, todo se derrumba, sin previo aviso ni indicio de lo que se avecina, pero el tiempo no se detiene y sin protecciones ni paracaídas debemos enfrentar la caída inevitable.
Nos levantamos con cientos de heridas, el corazón está destrozado y las ganas de seguir no siempre son tan fuertes, pero sin más que hacer, nos apoyamos en las rodillas, nuestros brazos y nos empujamos, nuevamente, a continuar la carrera contra todo pronóstico. Pensamos que no podremos estar nuevamente al 100 por ciento, pero en un absoluto cambio de planes, comenzamos a ver el futuro con otros ojos, con una nueva nostalgia que nos recuerda que siempre, antes de crecer y sobrellevar esas caídas, es necesario sufrir el golpe.
Cada vivencia es una carga y nos forma con absoluta paciencia, mientras nosotros, hundidos en la intensidad del mundo, prestamos poca atención a lo que nos sucede, por eso, a veces, parecemos más alejados de nosotros mismos de lo que parecería posible.
Las fotografías de Tyler Rayburn logran mostrarnos que siempre, en cualquier circunstancia, podemos encontrar la felicidad. Mientras estaba deprimido, tomó su cámara para documentar los lugares abandonados mientras exploraba la ciudad. Pero se dio cuenta que no sólo le funcionaba para explorar, sino que sus imágenes conceptuales creaban historias visuales para lidiar contra su tristeza.
Con la belleza absoluta en ambientes naturales, Tyler representa la esperanza y el amor en los tiempos más oscuros e intenta que, aquellos que miran su trabajo, busquen, sobre todas las cosas, alcanzar sus sueños. Porque nadie está solo y hay más personas que sienten esa misma tristeza que a veces nos hace pensar que no podemos enfrentar lo siguiente.
Sus imágenes no sólo son un vistazo a la naturaleza, cada una de ellas reconforta y llena de nostalgia, porque sus modelos, híbridos entre la naturaleza, yacen en medio de cada toma, con los ojos cerrados, escapando del peso absoluto de no saber hacia dónde ir, cómo seguir y de qué manera lograr sentirse otra vez plenos. Cuando observamos sus fotografías nos damos cuenta de que esa viveza, el corazón lleno de recuerdos placenteros, todavía quiere brillar y volver a salir y exponerse a la intemperie y las condiciones impredecibles del clima.
Tyler decidió emprender su nuevo viaje al mundo fotográfico de lleno, sin importar el éxito ni los buenos comentarios, sino para construir su portafolio y así los demás conocieran su talento.
Ya inmiscuido en el mundo de la fotografía, Tyler comenzó a profundizar en el arte, con lo que descubrió un nuevo estilo de narración y expresión que siempre añade a sus obras, caracterizadas por una mezcla de un mundo de ensueño, tristeza, esperanza y soledad. Un poco surrealistas, un tanto míticas.
Para fortalecer sus ideas, renunció a su trabajo y se enfocó completamente a su carrera fotográfica. Con la ayuda de Photoshop crea una imagen única en la que añade y altera la luz, y manipula diferentes partes del cuerpo sin abusar como muchos de sus compañeros; simplemente explora y descubre otros mundos a través de imposibilidades del mundo real.
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Fuente: Cultura Colectiva-