Hoy es un día de esos en los que siento que mi mundo se ha mezclado con el de los sueños. En una especie de realidad alterna, escucho las voces del resto de mi familia más lejos hasta que sólo quedan murmullos que me acompañan en esta soledad. El sol ha caído y la Luna se ha levantado con gran ánimo para brillar con alegría y opacar a sus compañeras las estrellas que cada día se debaten entre la vida y la muerte. He visto cómo muchas han dejado de brillar en los últimos años. Me intriga saber que hoy me saludan, pero quizá mañana no lo hagan… y es que nosotros, la especie humana, también dejaremos de brillar en algún momento. Somos tan pequeños y frágiles como una estrella junto a la Luna. O más bien como pequeños insectos que se han perdido en la inmensidad. Justo como le sucedió al pobre de Gregor Samsa, un joven que fue a la cama como cualquier otro día y despertó convertido en un bicho; en algo extraño e incomprendido por su propia familia.
Me siento en la cama, donde yace La metamorfosis, libro del gran Franz Kafka, que recién terminé de leer. Publicado un siglo atrás, me sorprende la manera en la que el entonces Kafka de poco más de 30 años pudo plasmar en un pedazo de papel. Las dudas, las intrigas psicológicas y las transformaciones místicas se hacen visibles en una obra que nos muestra los retos a los que el individuo se enfrenta día a día. El autoritarismo de una sociedad y de un sistema nos ha llevado a hacer lo necesario para integrarnos, para que seamos comprendidos y aceptados. El que es diferente puede sufrir la desgracia de ser aislado y quedar reducido a algo más pequeño que fácilmente pasa desapercibido.
El escritor de origen judío, nacido en 1883, ha sido considerado por muchos como uno de los más influyentes de la literatura universal. Sus historias cargadas de contenido psicológico y de un estilo que puede relacionarse al existencialismo, resultan fascinantes y únicas. Es por la complejidad de éstas y por la influencia del autor, que situaciones absurdas en las que la angustia predomina suelen definirse como kafkianas.
A 100 años de una novela que marcó la vida de muchos, incluyendo la mía, vale la pena hacer un recuento de las frases más representativas del hombre que escribió El proceso, El castillo, El desaparecido y la más conocida: La Metamorfosis.
“No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives”.
“A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”.
“La desgracia de Don Quijote no es su fantasía, sino Sancho Panza”. (Cuadernos en Octava)
“El progreso se evapora y deja atrás una estela de burocracia”.
“En tu lucha contra el resto del mundo te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo”.
“La literatura es siempre una expedición a la verdad”.
“El gesto de amargura del hombre es, con frecuencia, sólo el petrificado azoramiento de un niño”.
“La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza jamás envejece”.
“Todo el conocimiento, la totalidad de preguntas y respuestas se encuentran en el perro”.
“Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas”.
“El ocio es el padre de todos los vicios, y es el coronamiento de todas las virtudes”. (Cuadernos en octava)
“Uno de los medios más efectivos que tiene el mal es invitar a la lucha”.
“Simplemente, no sobrestimar lo que he escrito; de otro modo se me volvería inalcanzable lo que aún espero escribir”.
“Quien busca no halla, pero quien no busca es hallado”.
“La historia de los hombres es un instante entre dos pasos de un caminante”.
“El mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal”.
“Una buena oportunidad para desesperarse un poco —pensó—, si me encontrase aquí por casualidad y no por mi propia voluntad”.
“Afortunadamente la incongruencia del mundo es de índole cuantitativa”. (consideraciones acerca del pecado)
“Creer significa liberar en sí mismo lo indestructible o mejor: liberarse o mejor aún: ser indestructible o mejor aún: ser”.
“El hueco que la obra genial ha producido a nuestro alrededor es un buen lugar para encender nuestra pequeña luz. De allí la inspiración que irradian los genios, la inspiración universal que no sólo nos impulsa a la imitación”.
“Hay problemas que jamás hubiéramos resuelto si fueran realmente nuestros problemas”.
“Lo cotidiano en sí mismo es ya maravilloso. Yo no hago más que consignarlo”.
“Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?… Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.”
“Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia, interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado alrededor de una realidad artificial”.