La travesía se inicia en África occidental. El destino para quienes viajan en ese barco será la esclavitud al llegar a Estados Unidos. Muchos de ellos habían sido robados de sus aldeas y entregados a quienes se encargaban de llevarlos a otro continente. En ese viaje emigran niños y adultos que han sido vendidos en un mercado para ahora pertenecer a un amo que les enseñará a obedecer y cumplir con todo el trabajo que les asignen. Ella tenía solo 8 años, cuando se ve forzada a perder su nombre, el apellido de sus ancestros y así, dejar para siempre su casa, sus calles y sus paisajes. Nació en Senegal y se cree que el año de su nacimiento fue 1753. Llegó a Boston para servir en la casa de una familia adinerada de la colonia inglesa en ese lugar. Ella, Philips, que recibe ese nombre por el barco que la trasportó de África a Estados Unidos y que tenía ese nombre. Y el apellido, sería el de la familia que la compró. Es así que nace la poeta con el nombre de Philips Wheatley.
El destino le tenía preparada una sorpresa que nunca se imaginó. Al llegar tan pequeña, además de realizar los quehaceres que se le asignaron, la familia Wheatley le abrió las puertas del conocimiento. Los hijos, en principio Mary, se convierte en su tutora para que aprenda a leer y escribir. Su hermano, Nathaniel será muy importante en otro momento de su vida como poeta. Ellos eran los hijos del matrimonio de John y Susana y fueron personas que aun cuando aceptaron comprar a Philips, creían en que debía tener acceso a la educación y a una vida digna. Cuando cumple 14 años la joven escribe sus primeras poesías. Ya lee y escribe muy bien en inglés, que será ya para siempre, su lengua materna.
Un himno al crepúsculo:
Tan pronto como el sol abandonó el este central el trueno repicó y sacudió la llanura celestial;
¡Esplendor majestuoso! desde el ala del céfiro, exhala el perfume de la primavera en flor.
Suave murmullo de los arroyos, las aves renuevan sus notas, y a través del aire su música flota mezclada.
Es esta un fragmento de las poesías de su primer libro, llamado: poemas sobre varios temas, religiosos y morales. Al ver el talento de la joven, la familia decide apoyarla para la publicación de su primer libro y nunca se imaginaron que se enfrentarían a tantos obstáculos. Era demasiado que una mujer, esclava y negra, pudiese escribir de esa manera, de acuerdo a la sociedad blanca de ese país. Y las autoridades tenían que demostrar que no era ella la brillante y sensible autora de esos hermosos versos. Entonces cuando tiene 20 años, en 1773, es presentada ante una corte en la que estarán presentes y serán jurados, el gobernador de Boston, además de otros ilustres ciudadanos como John Erving y el Reverendo Charles Chauncey. El examen incluía a lectura de los clásicos y por supuesto, hablar sobre su poesía. Al final del exhaustivo examen, el jurado quedó convencido de que ella, Philips Wheatley, si era la autora del libro de poemas.
Se intentó que en Boston se publicara el ejemplar y no fue posible. Ya la familia que le había dado todo su respaldo, también le había dado la libertad. Ya no sería más esclava. Era libre y una escritora que estaba siendo reconocida. Tiene que viajar acompañada de Nathaniel, el otro hijo de los Wheatley a Londres, el objetivo: lograr la publicación de sus poemas. En ese país le aguarda otra sorpresa. Una condesa inglesa, de nombre Selina Hastings, Condesa de Huntingdon, líder metodista, apoya financieramente la edición del libro. Y este vio la luz en 1773 en Londres. La escritora es reconocida por personas tan importantes como George Washington, quien habla de su genio poético. Ella le escribe un poema y lo visita en 1776.
Dos años después, la depresión se acercó a su vida después de la muerte de Susan, que fue la mujer que siempre la apoyó y le permitió junto con su esposo y sus hijos, obtener su libertad y dedicarse a escribir, la deja sumida en una profunda tristeza. En ese mismo año Philips se casa con John Peters, un hombre libre con quien tiene tres hijos. Los tres pequeños mueren en su primera infancia. Su esposo a quien no le interesa su familia, es encarcelado por deudas y Philips se enfrenta a muchas dificultades para que su segundo libro de poemas se edite. La situación cambia y quienes la cobijaron, ya no están. Unos han muerto y otros no viven ya en el lugar que ella habita. Pero no claudica y trabaja como empleada de casa, pero enferma y poco tiempo después muere en la pobreza. Su pequeño hijo, fallece días después.
Así termina, a los 31 años, la vida de una mujer esclava y poeta que nunca dejó de luchar por demostrar que la inteligencia y la sensibilidad es de todos, no importa el color de la piel o el país en que nacemos.
Fue la misericordia la que me trajo desde mi tierra pagana, le enseñé a mi alma ignorante a entender que hay un Dios, que hay un salvador también: no lo conocía ni lo buscaba, me redimió.
Algunos vieron nuestra raza azabache con ojos de desprecio, “Su color tiene un tinte diabólico” Recuerden, cristianos, Negros, negro como Cain, púlete y únete al tren angelical.
Philips Wheatley, la poeta esclava.
Primavera de 2022