Cada asistente tenía su propia motivación para estar ahí. Para unos era recordar aquellos años de los ochenta en que el grupo irrumpió con fuerza desmarcándose del Canto Nuevo y del rock latino, y evidenciando algo que en el disco Barricadas de Santiago del Nuevo Extremo ya se podía evidenciar; otros estaban ahí porque nunca los habían podido escuchar y sólo habían tenido atisbos viendo a Globalevasión y Media Banda; y otros llegaban porque las dos actuaciones en el Teatro Oriente eran sin dudas los conciertos del año. Y las expectativas de todos quedaron satisfechas, incluso antes que el grupo terminara su primera interpretación, ya que la sola aparición del Chino Vásquez para entregar con su flauta traversa “Último lamento” y posteriormente “Lamentos” junto al debutante en los teclados Felipe Muñoz, fueron la justificación para explotar en aplausos y vítores de esas fulanas y fulanos a los que había aludido Fabio Salas en su intervención inicial.
Lo que sucedió después fue una seguidilla y bombardeo de excelencia musical en lo individual y lo colectivo, pasando por los equilibrios y desequilibrios que establecen Cristián Crisósto y el mencionado Vásquez en saxos y flautas, por la dupla de fondo que plantean Raúl Aliaga en batería y Jorge Campos en el bajo, por la diferencia y distancia que evidencia Muñoz, y por la versatilidad vocal y presencia escénica que entrega Arlette Jecquier. Por todo ello revisar cada tema parece una obligación para componer ese todo, ese espacio físico que se aleja del mundo real por casi dos horas para flotar en un micro espacio donde las armonías son otras y donde la posibilidad de gritar fuerte ese “conchesumadre” o cerrar la noche plasmando ese cuarteto de nombres de los criminales Hitler, Mussolini, Pinochet y Merino no son sólo una posibilidad, sino que una certeza y una exigencia.
Por lo ya dicho el programa musical satisface, no sólo por lograr el equilibrio entre los cuatro registros de Fulano, sino porque va mostrando y mirando que el grupo es capaz de presentar ahora, donde no solo se trata de un regreso a lo musical, sino a este “frincipio” de Fulano como dijo Jordi Lloret, donde cada pulso sobre la batería, bajo, teclado o saxos y flautas evidencia su diferencia, su distancia con lo que en el panorama musical de hoy se puede escuchar, y que los hace explotar en un despliegue de lo mejor de cada uno de ellos y de ese trabajo que ellos asumen con absoluta seriedad, y que se refleja en ese set final que incluye “Suite Recoleta”, “La historia no me convence, sólo me atraganta”, “Fulano” y “1989”, donde las exigencias propias y ajenas quedan satisfechas. Una jornada en doble presencia que se suma a otras grandes actuaciones de la banda y que ya son parte de la historia musical chilena. Ahora hay que esperar la próxima convocatoria de Fulano para decir presente y darle otra vuelta a su forma de hacerse parte de la contracultura, idea que con ellos activos retoma su presencia.
Fulano
25 años, la farsa continúa
10 de julio
20 y 22:30 horas
Teatro Oriente
Foto: Carla Pastén
Texto: Jordi Berenguer
Onda Corta
El Ciudadano