Nace en Antofagasta en 1964. Poeta y psiquiatra. En los años 80 se desempeña como Coordinadora Cultural en la Facultad de Medicina Norte de la Universidad de Chile. En 1987 funda junto a otros poetas el colectivo de poesía “Lilith” que concluye su trabajo en 1990 con el “Primer encuentro de Poetas jóvenes Chileno-Argentino en Democracia. En 1991 organiza junto a los poetas Juan Pablo del Río y Naín Nómez el “Primer homenaje de la ciudad de Santiago al poeta Pablo de Rokha”. Algunos de sus textos aparecen en compilaciones, tales como: Antología de las literaturas emergentes (Lom Ediciones, 1999). Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte (Editorial Arte y Cultura, Cuba 2008). Autora de audiovisuales y registros documentales como: “Continuidad de la memoria” y “Nudos y desnudos”. Ha publicado los libros de poesía Lamentaciones, Gemidos y Ayes (Editorial Las Dos Fridas, 1998), Autobiogeografía (Autoedición, libro-objeto 2002), Cuando el amor se echó a morir como un perro (Mago Editores, 2014).
-¿Cómo comenzaste en la poesía? ¿Existió un momento especial, la escuela, la casa, la calle?
Mi inicio en la poesía es primigenio, al salir del balbuceo y entrar en el lenguaje. Tuve una madre profesora amante de la poesía, conocedora de poesía modernista y de grandes chilenos. Es un misterio cómo conseguía tanta información y material poético, ya que vivíamos en Arica donde prácticamente no existían libros. Todavía guardo un cuaderno con su caligrafía preciosa lleno de esos poemas que yo me aprendí desde un tiempo inmemorial. Comencé a escribir poemas al mismo tiempo que la lectoescritura.
-Permaneciste más de una década alejada de los «circuitos literarios». ¿Cuál es la razón? ¿Un autoexilio?
Sí, un autoexilio en Arica entre el 2004 y el 2014. Me llevé diez libros inéditos, me llevé mis tres hijos, me llevé a mí misma. Pero también llevaba una gran decepción por el rumbo que iba tomando el país. A mi modo, había luchado por el término de la Dictadura, creía en una cultura comunitaria y sabía lo importante que era la reparación de los daños (lo digo como poeta y más como psiquiatra). Era evidente que la degradación iría en aumento. Aun cuando en mi retiro supiera que siempre habría otros dando esa pelea.
-Respecto a los inicios y tu vinculación al colectivo Lilith.
En 1987 con un grupo de poetas fundamos Realismo Simbólico. Nicanor Parra, nos dijo que eso era una basura demodé, le hicimos caso y nos cambiamos el nombre a Lilith. Éramos divertidamente ridículos, mesiánicos, nigromantes y engreídos. Por otra parte, éramos verdaderos amantes de la poesía. Hacíamos rayados de madrugada con frases poéticas, a riesgo de caer ametrallados. Hicimos vínculos temerarios con la mayor parte de los poetas que estaban retornando, (exilio-insilio/vivos-muertos), fuimos recopiladores de la bibliografía perdida en Dictadura y nos disolvimos en 1990 en la más meritoria de nuestras actividades: “Primer encuentro de Poesía joven Chileno-Argentina en Democracia”, con 40 poetas argentinos y un número similar de chilenos compartiendo una semana. Aquello fue un hito, y me llama la atención que el registro sea casi nulo.
-Conociste a muchos poetas, fuiste amiga de Juan Luis Martínez y Humberto Díaz Casanueva. Háblame de eso.
Primero conocí a HDC el 89, simplemente me aparecí en su casa. A los pocos meses fuimos del mismo modo con los Lilith a Villa Alemana a conocer a JLM. Era sabido que Humberto era sociable y Juan Luis era reticente al trato social, el caso es que con ambos tuve una amistad hermosa y llena de anécdotas, Humberto más paternal, Juan Luis más amigote. La muerte no rompió ese vínculo: Humberto me aconseja con la Bibliomancia y Juan Luis se me aparece en sincronías que desde antes llamábamos Señales de Humo.
-Cuál es tu postura frente a la edición. Háblame de tus libros.
Mi postura es ambivalente. Durante años proclamé la inedición, argumentaba que la poesía tenía que estar en la plaza pública, o que había que escribir el Poema Total para la Aldea Global. Adscribo a la multimedialidad, a la mixtura de los soportes, a la fusión de las artes. Me perturba que al igual que los políticos, los empresarios, también los artistas despreciemos a la gente. Éstas son las preguntas: ¿Cuál es el público? ¿Qué es lo público? Tengo tres libros editados y los inéditos supongo que los publicaré. Me gustan las autoediciones y las editoriales cartoneras, prefiero las acciones de arte con enfoque comunitario, propicio ediciones de autores desconocidos y muchos de mis proyectos van en la línea audiovisual. Actualmente soy comandante emérita del Comando Ex-Cultura.
Por Oscar Saavedra
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