En un mundo globalizado, las relaciones a larga distancia son moneda corriente. Si no te sucede a ti, probablemente algún amigo vive o vivió una relación de este tipo. Suele ser muy común entre universitarios. ¿Cómo convertir la distancia desgarradora en algo positivo?
Aunque nos cuesta pensar que estas relaciones se prolonguen en el tiempo, hay muchos casos que demuestran que es posible. Sucede que logran mayor grado de intimidad. En una relación a larga distancia, cuando nos comunicamos con nuestra pareja, realmente le prestamos atención. Queremos saber cómo se encuentra, qué estuvo haciendo, cómo se siente y otras tantas cosas que quizás en una relación «convencional» pasamos por alto. La presencia física nos da la sensación de que la otra persona va a estar siempre, mientras que la ausencia provoca cierta inseguridad, ¡y por eso deseamos saber todo sobre él o ella! Ojo que hay una delgada línea entre esto y la obsesión. Así que a mantener la energía focalizada también en otras cosas.
Por lo demás, ¡cuando finalmente se produce el encuentro todo es maravilloso! No hay tiempo para peleas. Solo queremos disfrutar y estar juntos. La calidad del tiempo que se comparte es otra, el sexo es súper apasionado y a cualquier hora; ¡todo es felicidad! Pero no llegamos a conocer sus trapitos sucios, ¡ni a mostrar los nuestros! ¿Cuándo podemos estar largas temporadas juntos, qué sucede?
Aquí te presentamos un típico caso de relación a distancia: son dos coreanos, uno vive en Nueva York y el otro en Seúl. Los separan, además, 14 hs. de diferencia horaria. Pero esto no los intimida, por el contrario, tienen un proyecto artístico compartido. Se llama «Half & Half» (Mitad y Mitad). A través de las fotos que se sacan, con las que luego arman collages, buscan la complementariedad.