El pasado 10 de junio se estrenó en la Sala Delborde del barrio de San Telmo en Buenos Aires, Argentina, la obra “Diatriba de la Empecinada”, unipersonal del dramaturgo chileno Juan Radrigán, a cargo de la compañía Diamante de Calcio.
La agrupación tiene la particularidad de ser trinacional, compuesta originalmente por el argentino Miguel Mango a cargo de la dirección, la actriz chilena Magdalena Fuentes-quien protagoniza «Diatriba…»- y Andrea Aguirre, de Ecuador, en la asistencia de dirección.
Enmarcada en el contexto de dictadura cívico-militar en Chile, la ópera prima de Mango es un llamado a la conciencia colectiva, donde el personaje exige traer de vuelta al desaparecido. Remitiendo la figura de aquel que no está presente, más allá del dominio político, pues Radrigán utiliza el término “desaparecido” apelando, además, a la falta de amor en el mundo, donde la diatriba del personaje busca transmitir un mensaje claro por la búsqueda de la dignidad humana, extrapolable a distintos territorios y en distintos momentos políticos.
Atravesada por conceptos como urbanidad, desprotección de derechos femeninos -en una contingencia que busca revalorizarlos a la vez que igualarlos-, el montaje estimula a la reflexión, articulando un irónico discurso reflexivo, respecto del incongruente sistema social en el que vivimos, blanco de las críticas planteadas por el autor a través de un personaje rabioso y desencantado que padece una lucidez que le impide ser feliz.
Con una propuesta despojada y sencilla, presentada en un esquema de repeticiones, “Diatriba de la Empecinada” tiene una lógica de puesta en escena de lo circular, con fuerte acento en el cuerpo, el espacio, el desequilibrio, la incomodidad y lo desbalanceado. El espacio de la obra sucede en el cuerpo de la actriz Magdalena Fuentes, sin generar una zona abstracta, situada en un lugar que queda claro en la actuación y con el apoyo de las áreas de iluminación y sonido.
En una sociedad en la que muchas veces las palabras parecen perder sentido, el personaje dispara su rabia -la misma que alberga un profundo amor por el otro- generando un pensamiento interrogativo. Esta realidad no tiene cabida en un país que se presume moderno y apuesta por la utopía de inserción en un mundo desarrollado, que intenta ocultar sin resolver su propia identidad resquebrajada y problemática. Un momento en el que urge tratar temas respecto a un estado de situaciones inaceptables, el contenido de la obra resulta necesario para repensarnos como sociedad.
«Esto es lo que yo quiero decir»
Admiradora de la dramaturgia de Juan Radrigán y con un fuerte gusto por los unipersonales, la actriz Magdalena Fuentes cuenta que el origen de esta puesta en escena estuvo en su deseo de realizar la obra “Isabel desterrada en Isabel”. Sin embargo, tras no «lograr darle una vuelta para realizar con ese texto una obra no tan densa», en uno de sus viajes a Santiago en el que conversó con Juan Radrigán le manifestó su interés por representar en tierras extranjeras alguna de sus obras. «Allí me comentó de un unipersonal que recordaba tener en algún lugar de su casa. Así fue como al siguiente encuentro, me entregó el librito que contenía la pequeña gran obra ‘Diatriba de la Empecinada’. Al concluir la lectura dije: ‘Esto es lo que yo quiero decir'», cuenta Fuentes.
«Hoy, a casi un año de su muerte física, digo con convicción que los grandes artistas permanecen vivos eternamente por sus obras. Gracias Juan Radrigán, por la gran transmisión de tus letras, sencillez y generosidad», concluye la actriz.
Este sábado 1 de julio, a las 19.30 horas, «Diatriba de la Empecinada» se despide de San Telmo con una última función. La entrada para el público general es de $180, mientras que para estudiantes, jubilados y docentes es de $140.