“El hip-hop puede ser más que aparentar y competir por ser el mejor, puede ser una herramienta que permita liberarnos de esa pesada carga que llevamos. Pero para esto no basta ser hip-hop, hay que conocer a nuestros enemigos y organizarnos para enfrentarlos…” (Publicado en colectivotergiversarte.blogspot.com/)
Más de treinta grados. Santiago vive otro de sus días calurosos del verano del año 2008. Caminar por el pasaje que cobija las tres antiguas casas de la que fuera la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile es toda una evocación. Las mismas que fueron una de las sedes principales de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) durante la dictadura de Augusto Pinochet y que al ser traspasadas a la casa de estudios aún mantenía los alambres electrificados de sus muros divisorios y los rasgos de haber servido para fines de represión y tortura. Los recuerdos tienen que ver con ambas cosas, con haber estudiado ahí y haber visto los rastros que la DINA dejó en esas casas.
Pero en este nuevo andar por la calle, que ahora tiene el nombre del periodista José Carrasco, asesinado durante esos mismos 17 años, es distinto. El pasaje está lleno de jóvenes que pintan las paredes con murales alusivos al hip-hop, actividad que es parte de Planeta Rock, un encuentro de cuatro días que reúne a distintos exponentes del movimiento en el país y de Latinoamérica. Hoy es la tercera jornada, el día de los debates y las charlas. En el patio que mira hacia las tres casas hay muchos jóvenes más, algunos venden sus discos, otros poleras, más allá comidas y en un escenario que tiene mucha historia para los que allí estudiamos, Guerrillerokulto –Rodrigo Cavieres– micrófono en mano invita a pasar a una sala para una de las charlas y agradece la presencia de los asistentes. Dice que la música que los convoca sigue siendo posible, se sigue construyendo “porque el hip-hop existirá mientras haya pobreza en el mundo, mientras haya personas que sean víctimas del poder y de su explotación”.
Al subir la escalera que lleva al antiguo segundo piso de la dirección de la Escuela, y que ahora ocupa la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), encontramos decenas de muchachos y otros que ya no lo son, que se acomodan para escuchar experiencias de otros países y de aquellos que fueron parte de la construcción de esta realidad actual. De como algunos cultores dicen, “se han ganado todo nuestro respecto, por empezar algo donde no había nada”. Y por armar desde los sectores más populares y en las poblaciones un movimiento fuerte y vivo, que no sólo tiene que ver con música, ideas, educación popular y un registro sonoro de lo que ocurre, sino con lo que expresa en todo su significado la palabra cultura.
“Infórmate antes que te formatee la TV/ Lee, y aprende de la calle también/ Al rico le conviene mantenerte ignorante/ Y ocultarte información con la función de esclavizarte” (Infórmate, Subverso).
CALOR
13 de febrero de 2008. El verano sigue su curso y la mayoría de Chile se prepara a estupidizar sus mentes y preocuparse de los tristes espectáculos que ofrecen los medios de comunicación que ya preparan la cobertura del Festival de Viña del Mar. El diario La Tercera, perteneciente a la derecha, publica en sus páginas políticas una nota sobre una canción llamada “Infórmate”, que ha sido subida a You Tube, y donde un hiphopero, según señala el texto del medio, ha realizado una aguda crítica a la gestión del gobierno de Michelle Bachelet. Paradojas de esta sociedad. No sólo es la primera vez que se publica algo sobre Subverso –Vicente Durán– en el mencionado diario, sino que no se hace en las páginas de cultura o espectáculos. ¿Por qué? Es claro, las intenciones del periódico son obvias, le sirve que esto pase, ya que calza con las críticas que a diario hace al gobierno de la Concertación. Pero a la vez quiere llamar la atención sobre el trabajo de información y cuestionamiento que vienen realizando hace varios años los distintos músicos ligados al hip-hop y los colectivos que ellos han formado para difundir su labor y apoyarse mutuamente. Claro que La Tercera omite algunos contenidos del trabajo de Subverso. Todos aquellos que hablan del rol del empresariado y de los vicios y formas de actuar de toda la dirigencia política chilena, a los que no escapan ni izquierda, ni centro, ni derecha. El verano sigue, pero el mismo muchacho que hace varios atrás me sorprendiera con su tema “Newen Peñi” sobre el conflicto mapuche, cuando era parte de un movimiento llamado Hiphoplogía, ahora nos alerta sobre algo que muchos ya saben, pero que los medios no dicen. En su página de internet se puede leer: “la información es poder” y eso él lo sabe, así como lo saben los medios que a diario lo usan.
TEMPERADO
“El Colectivo Tergiversarte nace el 2005, después de un intento fallido por reagrupar a todos los colectivos y organizaciones de hip-hop a nivel nacional. Las ansias de poder fueron más fuertes y las dulces tentaciones de los partidos políticos pudieron más; el resultado… una minoría por sobre la mayoría dictando órdenes y pasos a seguir.
Sin embargo, un pequeño grupo de jóvenes, descontentos con la experiencia vivida, decidieron poner en marcha un proyecto al que llamaron Tergiversarte. De allí surge la necesidad de organización, conjugada con una democracia horizontal y con educación popular al más puro estilo de Paulo Freire.
Sí, porque la educación popular se transformó en una de las armas que utilizan los integrantes de Tergiversarte. Con ella podían romper la sumisión a la cual está sometida gran parte de la ciudadanía. Desde talleres de djs hasta talleres de hip-hop, política y cultura popular; todos con un mismo fin: crear conciencia, generar cuestionamientos, incentivar a los que están en la misma parada para hacer activismo. De allí la importancia de la educación popular, pues no se puede pretender hacer un cambio si no hay educación, si no existe alfabetización.
La frase “nadie educa a nadie, todos se educan en común-unidad”, de Paulo Freire, cobra fuerza todos los fines de semana, en la Biblioteca Okupada Sacco y Vanzetti, lugar donde opera este colectivo”. (Texto de Evelyn Cazenave, tomado del trabajo “En tiempos de resignación hagamos política desde abajo”).
“¿Quién soy yo dentro de esta pirámide social?/ bebedor de ocasiones y oportunidades/ perdedor frustrado del barrio/ lleno de mala suerte y escaso espacio”. (Bebedor, Tiro de Gracia).
NUBLADO
Más de veinte años antes, los atisbos iniciales del rap chileno surgen con los últimos días de la dictadura hacia fines de los nublados años 80 en el país. Y nacen con ese mismo gen combativo. Ya se sabe lo que es el rock, el metal o el punk cuando en 1987 un grupo llamado De Kiruza aparece al son de este nuevo ritmo, con un baterista de nombre Pedro Foncea que también sale a rapear rimas como “Algo está pasando, algo huele mal / afuera hay cinco tipos que me quieren liquidar” o “Se apagan las luces en las poblaciones / cuando se tortura en tus instalaciones”.
Desde ahí queda escrito: el primer rap chileno nace para enfrentar en esos versos a Pinochet y a la CNI, su policía secreta, principal responsable de los atentados a los derechos humanos cometidos en la época. Luego otros grupos como M16, Inkultos o CMC y los Marginales se suceden para confirmar la primera raigambre proletaria del rap chileno, y ya en los años 90 el relevo lo toma, sin discusiones, un nuevo conjunto y un nuevo caudillo: son los Panteras Negras y es Lalo Meneses, en adelante conocido como Lalo Pantera, Lalo Bakán o simplemente LB-1.
Hijos del barrio bajo de la Población Huamachuco, en la popular comuna capitalina de Renca, Panteras Negras inflaman sus rimas de orgullo de barriada, pelea contra la policía y lucha de clases en canciones como “Guerra en las calles”, “Insurrección periférica” o “Tontos ricachones”. Ya bajo el gobierno de la Concertación post-dictadura, Lalo Meneses se vuelve un líder de opinión y llega hasta la TV propia de la transición política de la época para llevar el discurso de una juventud marginada. Pero para entonces el hip-hop está a punto de transformarse también en un fenómeno de masas.
La Pozze Latina, dúo integrado por hijos de exiliados políticos durante la dictadura, es el primer grupo de rap chileno en ganar esa popularidad, hacia 1993. Y en 1997 un nuevo dúo, ya de otra generación, da el golpe a la cátedra con un disco llamado “Ser hümano!!!” que se vuelve un superventas. Es Tiro de Gracia, grupo también surgido de los barrios populares de Santiago. Un tercer hito aparece hacia fines de la década, también teñido por la marca de una dictadura que sigue dejando secuelas. En 1999 graba su primer disco Makiza, un cuarteto que imprime en sus rimas la condición de hijos del exilio. Con el nuevo siglo el hip-hop en Chile se abre en un abanico múltiple y esa raíz popular y combativa se mantiene con colectivos y grupos como los mencionados Hiphoplogía y Guerrillerokulto, o Legua York entre los principales abanderados de una nueva generación de raperos descontentos.
FRÍO
Hace varios días que en Santiago no llueve. Hace frío y la contaminación ahoga. Carmen ha llegado en bicicleta hasta el Parque Forestal y me dice “el aire está muy malo, no se puede respirar”. Le asiento con mi mirada, mientras esperamos que “el Vicente” (Subverso), como dice una niña que viene llegando con su madre, se presente en el anfiteatro del Museo de Bellas Artes. Es una tarde de casualidades —o destino como dicen otros— y muchas personas se vuelven a reencontrar o a sorprenderse de quienes allí están. La misma sorpresa que causa en muchos el trabajo de Subverso y que no hizo más que confirmar con su último registro sobre la muerte del fallecido Director General de Carabineros, José Bernales, titulado “San Bernales”. Es un trabajo que linda en lo periodístico, con una búsqueda de información que le permite entregar en casi siete minutos una biografía del “guardián de los ricos”, que se cruza con la violencia represiva del sistema policial y político de Chile. La actuación termina. Han sido ocho temas. Ocho historias que hablan de recursos naturales saqueados, de pueblos originarios oprimidos, de llamados de atención sobre lo que a diario se vive en las poblaciones y en las calles de Chile, de capitalismo en estado de canibalismo y de una rabia expuesta con cuidado.
Sentado en una banca del parque y mientras la oscuridad hace gala, Vicente me cuenta su historia ligada al hip-hop. Parte en Detroit, USA, donde no le gusta el rap sino el folclor, pero al llegar a Chile lo va tomando de a poco. Conoce a Guerrillerokulto, a Lalo Meneses, a M16 y a otros que lo van involucrando en el trabajo del hip-hop, “en esta mezcla de cosas que viene de la cultura africana, que valora la comunidad, el organizarse y que tiene al círculo como un elemento clave”. Pero que hoy tiene una fuerza muy grande entre los jóvenes marginados del sistema y que escapa a las concepciones tradicionales de la izquierda, esa izquierda que en Chile es “rígida y dogmática”, que los mira con distancia y no los comprende, pero que a sus cultores no les parece preocupar, como dice Subverso. “Me interesa que el hip-hop siga siendo agresivo, siga molestando a quien tiene que molestar y si bien ha sido complicado, creo que vamos por una senda que se une a la Nueva Canción Chilena de los años 60 y 70, y que recoge el sentir de un segmento grande de personas que la pasan mal en el país”.
La idea del creador es seguir con el trabajo. “Ahora no estoy tocando mucho, estoy participando más, observando, leyendo, recolectando información y armando mis estadísticas, porque no me gusta hablar generalidades. Creo que mi labor debe ser aportar datos concretos, cifras claras y denunciar lo que en Chile los medios y otros actores sociales no realizan”. Y no es que se sienta con el poder en sus manos, sino que lo ve como un aporte. Así como el futuro trabajo musical que recogerá sus temas más recientes y un proyecto mayor que es armar la historia de Chile en rap. Información es poder, ya lo dijo y lo confirma en cada letra e imagen de sus videos.
“Algunos nacen en la cuneta/ otros nacen en la cuna de oro/ algunos nacen en la pobreza y otros nacen en la isla del tesoro/ algunos pueden estudiar/ las empresas tienen libertad/ pero los pobres tenemos que pagar/…y todos piensan que esto es libertad”. (Factor Erre, Guerrillerokulto).
FRÍO
Otra banca fría de Santiago. Otra noche de solidaridad al interior de la Universidad de Santiago, ex Universidad Técnica. En el casino se junta un grupo de estudiantes para recolectar recursos para el Preuniversitario Popular Víctor Jara. Entre baile, alumnas, sopaipillas, alumnos, vino y cerveza se pasea Guerrillerokulto. Manos que se extienden y lo quieren saludar, fotos de seguidores y el tiempo para dialogar con todos. El mismo que se da para sentarse en uno de los patios de la universidad, donde pasó sus últimos minutos en libertad Víctor Jara y decirnos que el hip-hop es su principal labor, que es su quehacer diario y que lo ve crecer en cada momento.
“Puede que haya existido un boom en los años 1996 ó 1997, pero era más de estilo o de masividad en el vestir, en la estética, pero eso no es lo importante”. Lo importante está en la actitud política que asumen en su trabajo, “en nuestra idea de autogestión, de lucha social, de organizarnos, de hacernos fuertes y a la vez entregar un trabajo de calidad”. Para Rodrigo no sirve de nada tener ideas, tener buenas letras y congeniar todo eso en logrados temas, “si no conseguimos hacer buenos discos, tocatas con sonido de calidad, recitales con buena organización, que empiecen a la hora y que den una muestra de gente capaz haciendo su labor”.
Y si bien cree que Chile tiene un camino recorrido en la materia, por sobre algunos países latinoamericanos, “todavía nos falta seguir construyendo el movimiento”. Cree que se deben rescatar las diferencias, tal como la base del rap y el hip-hop, que no es patrimonio de los norteamericanos, ya que explica que los primeros graffiteros fueron italianos y los primeros b-boys eran de Puerto Rico. ¿Qué era lo importante?, se pregunta. Y responde: “que tenían una situación en común, enfrentaban la pobreza, la marginación, desde sus ghettos, de su condición de exclusión. Y eso hoy sigue pasando”. Pero Guerrillero valora que ante eso haya muchos grupos y jovenes que se arman, preparan sus proyectos, autogestionando algo, escuchándose y diciendo “loco, es verdad lo que me están diciendo, no es sólo música, no sólo son canciones, son verdades y esa es nuestra meta: contenidos y buenos espacios para seguir trabajando”. Y no sólo trabajando en lo musical o contracultural, sino en solidarizar, en gestionar cosas como bibliotecas para las poblaciones, como recursos para los presos políticos mapuches y en auto-educarnos en la acción concreta.
por Jordi Berenguer y David Ponce
El Ciudadano
Publicado en revista Generación, México.