Una vez que las localiza, las dibuja en alguno de los cuadernos que siempre lleva en su mochila. Lo viene haciendo así, cuenta, desde un viaje que realizó a Grecia: «Llevaba una libreta que comencé a utilizar como cuaderno de viaje. Pero pronto me cansé de dibujar únicamente paisajes así que empecé a añadirle elementos. Historias que me imaginaba que podrían acudir allí mismo, en frente de mí».
Lo de imaginar y dibujar historias en los lugares por los que pasa se convirtió en un hábito. «Al volver a París seguí realizando mis dibujos. También después, cuando me trasladé a Dubai». En Ámsterdam, donde reside actualmente, dice haber encontrado un lugar lleno de recovecos inspiradores.
«El paisaje urbano es mi patio de recreo. Intento mirar siempre como lo haría un niño». Y así, asegura, las historias surgen de forma espontánea. «Un agujero en el suelo, por ejemplo, puede dar para cientos de ellas. ¿Quién lo abrió? ¿Dónde lleva? ¿Es un túnel escavado por unos presos o es el que lleva hasta el centro de la Tierra, como en la novela de Verne…?»