A partir del mes de abril, el Gobierno japonés comenzará a financiar los gastos de narradores de historias, tanto japoneses como extranjeros, que estén preparados para compartir los testimonios aportados por las víctimas —entradas en edad— de los ataque nucleares de Hiroshima y Nagasaki, informa South China Morning Post.
Devastadas por los bombardeos durante la fase final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, ambas ciudades comenzaron a entrenar a dichos narradores en 2012.
Estos ya han sido enviados a distintas regiones de Japón con las entidades receptoras de estas historias.
Los ministerios de Salud, Trabajo y Bienestar asignaron 280.000 dólares para dichas actividades, según se desprende del borrador del presupuesto 2018 para la financiación del mencionado programa.
Desde el Gobierno también dictarán clases de inglés para los narradores antes de que emprendan viajes fuera de Japón.
Tal como informa RT en español, cerca de un centenar de personas fueron asignadas por ambas ciudades para brindar charlas en lugares tales como el el museo de la Bomba Atómica de Nagasaki y el museo para la Memoria y la Paz de Hiroshima.
En 2016 hubo cerca de 180 pedidos para charlas de narradores de historias relacionadas con las bombas atómicas en universidades y escuelas, según lo comunicado por ambos museos.
Cerca del 30% de las peticiones vinieron de fuera de las prefecturas de Nagasaki o Hiroshima, como, por ejemplo, Fukushima y Akita, en el noroeste del país.
«Quiero heredar las actividades las víctimas de la bomba atómica, quienes han continuado compartiendo (sus experiencias) con las generaciones siguientes mientras al mismo tiempo sufrían», afirmó en abril Sakuko Sasaki, una de las personas encargadas de la gestión del legado de las víctimas de la bomba atómica en Hiroshima.
A partir del primero de marzo, el Memorial de la Paz Nacional para las Víctimas de la Bomba Atómica en Hiroshima y Nagasaki servirá de punto de contacto y recibirá pedidos de narradores.
A raíz del ataque de EE.UU. sobre Hiroshima el 6 de Agosto de 1945, unas 140.000 personas murieron. Tres días después, la segunda bomba atómica fue arrojada sobre Nagasaki. Se estima que mató a 74.000 personas.