Kahli Mantradelic: Lo lindo de estar tan lejos, tan cerca

Kahli & the Mantradelic Experience Ep [2016]. Independiente

Kahli Mantradelic: Lo lindo de estar tan lejos, tan cerca

Autor: Carlos Montes

Una de las cosas que define a la música tiene que ver con esos elementos con los que está hecha, con esa engañosa inmaterialidad que la constituye. Las historias que configuran todos nuestros tiempos son el origen y la respuesta a cómo la música en el formato que sea, sigue siendo una de las maneras más claras de reencontrarnos con nuestra humana esencia.

En momentos en que la sobreinformación o la pérdida de nuestra intimidad son comunes, es importante diferenciar esos espacios que nos violentan respecto a todas las generosas posibilidades que se abren con estos nuevos tiempos. Es el caso de Kahli Mantradelic y la propuesta de su Ep Kahli & the Mantradelic Experience, donde el cruce de experiencias sonoras, de lugares remotos incorporados a las miradas locales terminan en canciones que confirman su innegable riqueza rock y espiritual.

Hace ya bastante tiempo que la música popular nacida en Occidente –especialmente la que se hizo en este siglo y el anterior- ha mirado curiosa las experiencias creativas que esa otra parte del mundo desarrolla. Caleta de géneros se rindieron a las posibilidades estilísticas que el Oriente ofrecía a través de sus instrumentos e imaginarios. El rock –y todos esos deltas que nacen tras él- han sido parte de esa excusa sonora que ha visitado sin miramientos instrumentos, ritmos y discursividades que ese otro lado del mundo concibe en su arte.

Kahli Mantradelic, banda porteña, con este Ep editado el año pasado resuena luminosa apostando por una trabajo que sin prejuicios configura canciones en donde diferentes lados del mundo conviven justos y precisos. Hay algo en ellos que suena claro, natural, como una especie de trance, un estado de suspensión urdido con diferentes elementos estilísticos.

Son solo cuatro canciones las de este Mantradelic, pero esas cuatro son suficientes como para terminar enganchados. Carolina Aparici, Sebastián Cárcamo y Gonzalo Navarro, son quienes componen esta agrupación que a partir de cruzas entre el blues, lisergias de ese inquieto rock sesentero y el uso de elementos de la tradición de los cantos védicos de India, configuran una experiencia musical digna de conocer.

Hay un par de momentos en esta media hora de música en los que me quiero detener. “Durga Mistery Trip”, canción que abre este trabajo, reluce de inmediato con una suerte de partida en falso: un cigar box (modesto remedo de guitarra que se origina por la necesidad e inventiva de los esclavos africanos traídos a ese carajo Estados Unidos del siglo XIX y principios del XX) sugiriendo el inicio de un viejo blues del Missisippi y que abruptamente se convierte en otro lugar, en una canción rocker que se viste con un tempo y una timbrística vestida con ese Oriente del que hablaba. Mientras la base rítmica resuena impasible, las capas del sintetizador y las cuerdas se devanean claras en su pega de crear atmósferas, de capturarnos como un mantra. Una auténtica experiencia.

Otra canción que vibra es “El Viajero”, la que en clave bluesera transita sin miramientos por diferentes estados. Cambios en su rítmica y en su “intención” melódica hacen que este tema suene sólido en su evidente búsqueda, consiguiendo que la sensación de viaje sea permanente.

Kahli Mantradelic parece ser otra prueba de que aun cuando vivimos en el peligro de que los poderosos quieran aniquilar nuestras naturales diferencias, esas que nos definen, es posible ser más pillos y convertir aquellas lejanas experiencias sonoras en creaciones que se parezcan a eso que realmente somos.

 

 


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