Juegos eróticos sin barreras que se practican a altas horas de la noche en Tokio, ese es el recreo de los adultos.
Es un hecho no verificado la creencia de que la cultura japonesa es una de las más amables y respetuosas del mundo, incluso cuando su gente suele frecuentar los muchos love hotels, fiestas sexuales privadas y bares que ofrece Tokio.
El fotógrafo nacido en Polonia Pawel Jaszczuk pasó tres años frecuentando esos lugares, captando todo lo que ofrece la escena sexual de la ciudad en una fascinante serie de imágenes ahora publicadas en su libro Kinky City.
«Tokio es un espacio alucinante en el que es posible cumplir con todos tus deseos sexuales», dice Jaszczuk. «Los japoneses son extremadamente corteses, incluso cuando están en este tipo de lugares y situaciones».
El prólogo del libro, escrito por Natalia Czarkowska, hace hincapié en que el sexo es visto de manera diferente por nuestros homólogos del este que en el oeste, y señala: «Sexo, erotismo, pornografía, todo forma parte de la vida, especialmente en el arte, es una necesidad humana natural, que en Japón no está sometida a evaluación moral. Lo que alguien haga con su cuerpo es asunto suyo».
«No podemos juzgar a los demás con demasiada rapidez, tenemos que respetarnos unos a otros mucho más», dice Pawel antes de admitir que había un bar que evitó el brillo de sus lentes, «Hay un bar donde se puede pedir una ‘caca’ de el camarero, en un plato. Fui invitado allí, pero rehusé».
Fuente: Cultura Inquieta