Qué tienen en común el 11/09 de las Torres Gemelas, con el 11/09 chileno. Qué tienen que ver las dictaduras militares sudamericanas de los 70’s y 80’s con lo que sucede actualmente en Afganistán e Irak. Cómo se conectan la economía neoliberal, la guerra infinita y la violación sistemática de los derechos humanos y aquella idea del imperio. Cómo se relaciona un premio Nobel de Economía, Milton Friedmann (foto abajo), con un dictador fascista de la laya de Augusto Pinochet Ugarte (foto de arriba). Estas y otras interrogantes tratan de responder los directores Winterbottom y Whitecross basados en las investigaciones que realizara Naomi Klein y que son expuestas en el libro La doctrina del Shock.
“Fuerte, como que me hizo pensar mucho en el pasado de Chile”. “Lo encontré un muy buen trabajo de investigación”. “Es buena porque muestra muchas cosas que la gente no sabe”. “Me pareció una confirmación de lo que siempre he pensado, me da mucha rabia el sentir lo que está pasando con Irak y lo que pasó aquí con Pinochet. Espero que en algún momento la conciencia de los chilenos salga a la calle, especialmente cuando le suben el pasaje de la micro, cuando te privatizan el agua, y no quedarse en los sillones mirando Los Simpson, o yendo a estudiar a la universidad a estudiar con profesores que no son profesores”.
Las palabras anteriores son de espectadores que salen de la sala y a los cuales les preguntamos sus opiniones. La Doctrina del Shock es un film que sitúa a nuestra psique y a nuestro cuerpo como un objetivo de la guerra infinita imperial.
Cuando los imperialistas neoconservadores Nixon, Reagan, Bush y Bush Junior, o la Thatcher en Inglaterra, en plena guerra fría ejecutan esa acumulación por desposesión, llamada desmantelamiento de los estados de bienestar, de sus servicios sociales y de sus empresas estatales, así como las intervenciones que realizan en América Latina, intuyen que sus prácticas políticas deben realizarlas bajo situaciones de crisis permanente como manera de alcanzar sus objetivos. Y ellos se basan en el control de los medios de comunicación de masas y en la difusión de la ideología imperial de la Libertad (individual y no colectiva) en todas sus formas.
Cuando hay crisis permanente, cuando la brutalidad se despliega sin control, en los seres humanos se provoca un shock que produce olvido, desmemoria y desorientación constante. Ya que sin pasado que recordar, a qué experiencia vital pueden recurrir para hacer frente al horror o lo indecible de la tortura (física y psicológica) permanente, a las que se ven enfrentados los seres humanos que tienen la mala suerte de ubicarse en un país con petróleo o que decide autogobernarse.
En este relato de los efectos de la libertad individual del lucro por sobre los derechos humanos colectivos y de los pueblos, los directores y Klein salen de la fatalidad panóptica del poder (pues ojo, el poder no está en todas partes y no es omnisciente), confiando nuevamente en el poder colectivo de las personas y la capacidad que tienen para volver a decidir cómo realmente quieren vivir.
Por Mauricio Durán
The shock doctrine subtitulada al español
Filmonauta, suplemento especial FICValdivia 2010
El Ciudadano N°90, primera quincena noviembre 2010