Quince mujeres y hombres se paran frente a un muro en la calle Urano, desde la esquina de Avenida Presidente Riesco, en Las Condes. Más de medio centenar de personas observan desde la vereda de en frente. Son pasadas las 5 de una tarde otoñal con el cielo despejado, y la luz del día anuncia su retirada. El ruido de los autos no interrumpe el silencio expectante que reina en el ambiente.
Se trata de ‘El Despojo’, una acción de arte que realiza la artista visual y performista Janet Torro Benavides, con la participación de ex pobladores y pobladoras de la casi totalmente desaparecida Villa Compañero Ministro Carlos Cortés -luego más conocida como Villa San Luis-, y con el apoyo del grupo ArteUrbe.
Pasados unos minutos, desde la esquina opuesta y por la misma vereda, aparece la artista vestida completamente de negro, con botas militares. Pasa, en una marcha, caminando tras las espaldas de quienes alguna vez habitaron en ese lugar, ahora observando el muro que les separa del terreno hoy en ruinas de esa Villa que cumplió su sueño de la vivienda propia, pero duró poco, pues se les fue arrebatado en dictadura. Janet Toro llega a la esquina y toma por los hombros a la primera pobladora para que quede de cara a la calle y mirando al público que observa y sigue en silencio.
La señora María Eugenia Cáceres Contreras es la primera a quien le corta un rectángulo de la blusa a la altura de su pecho, y la emoción comienza a invadir a cada una de las personas que tienen relación con ese pedazo de historia que da cuenta de un tipo de sociedad distinta que ha quedado atrás. Repite la acción con las otras 14 personas. Aparecen lágrimas, en medio de una suerte de solemnidad, que caían mientras a más de un espectador (a) se le hizo un nudo en la garganta.
Uno de ellos, el periodista Manuel Holtzapfel, señala que fue una acción de arte maravillosa, fuerte, de rescate de una historia que ya se fue, pero que tendrá que volver. Esta Villa San Luis, que se construyó en los tiempos de Salvador Allende y que albergó a tantas familias, fue un sueño hermoso y que hoy en día lo vemos acá prácticamente en ruinas, destruido, en un entorno de edificios que no tienen nada que ver con la identidad de nuestro país”.
La artista se interiorizó de la tragedia que vivieron 1.038 familias entre el año 1973 y 1978, cuando la institucionalidad de la dictadura ordenó desalojarlas de esa Villa que hoy pasa inadvertida en el tráfico de la ciudad, y tras unos muros que invisibilizan las ruinas de lo que fue un proyecto urbano de vivienda digna.
“Se trata de una acción mínima, que recoge el hecho emocional y corporal de este saqueo a personas que dignamente habían alcanzado el sueño de sus vidas. Un sueño que fue destruido durante la dictadura militar, cuando estas viviendas fueron violentamente arrebatadas y sus habitantes fueron tirados en algunas zonas periféricas, muchas veces a la intemperie o con muy malas condiciones básicas”, explica Janet Toro.
Éste “es un lugar emblemático, no solo por el gran proyecto llevado a cabo por el gobierno de Salvador Allende, como un ejemplo de vivienda social, que intentaba terminar con la segregación socioeconómica, sino lamentablemente también como una zona de sacrificio por medio del saqueo, perpetrado por la dictadura militar y los grandes empresarios al pueblo de Chile. Práctica que se repite de diversas formas en otras comunas y regiones del país”, enfatiza la artista.
En la intervención participan pobladoras y pobladores de ese emblemático proyecto urbano original, quienes ahora habitan diversos puntos de Santiago, como Pedro Aguirre Cerda, Paradero 22 ½ de Lo Espejo, Paradero 22 de Santa Rosa (La Granja), Independencia, y Renca, y han vuelto a encontrarse para luchar por reivindicar su memoria.
La vocera de derechos humanos de la Agrupación de ex pobladores y pobladoras de Villa San Luis, María Eugenia Cáceres, dice que le parece que están haciendo algo justo para que “reintegre la dignidad” en sus vidas y para “dejar de vivir este duelo, porque este es un duelo que no podemos dejar pasar u olvidar, porque ha sido muy tremendamente doloroso tanto para los padres como para nuestros hijos”, y recuerda como “de la noche a la mañana llegaron a despojarnos de lo que eran nuestras viviendas ganadas legalmente”.
El performancista Antonio Kadima, artista visual director del Centro Cultural Taller Sol apunta que “estando en el espacio público son acciones de arte político… y ver a las mujeres y hombres que participaron hoy, es emocionante, esta es una historia increíble y yo aplaudo la acción de Janet, y de las mujeres y hombres que participaron, a la gente de Villa San Luis, y ojalá que esto se repita ya no en función de la protesta, sino que tal vez en algún momento, de la alegría de vivir en este país”.
La impresión de Janet Toro es que la performance estaba llena de emotividad: “Al pasar cortándoles las camisas y las blusas a los pobladores y pobladoras me di cuenta de que ellos estaban totalmente emocionados, a punto de quebrarse. Fue como revivir otra vez un poco esto del saqueo. Estoy agradecida de que ellas y ellos hayan podido participar”, expresó al final de la acción.
En el mismo orden opinó Antonieta Miranda Ávalos, erradicada cuando tenía 12 años. Cuenta que junto a su familia la subieron a un camión de basura y la llevaron a lo que hoy es Pedro Aguirre Cerda. “Cada vez que venimos acá a defender lo que nos quitaron, que nos desalojaron de forma muy brutal, en silencio y con muchas amenazas, es un tremendo dolor. Tú hablas de la Villa e inmediatamente se te viene un dolor en el alma, y se te arranca una lágrima en la mejilla”, dijo.
Ella también hace un reconocimiento al arquitecto que diseñó Villa San Luis, dado que nunca se ha olvidado de ellos y ellas, Miguel LawnerSteiman, Premio Nacional de Arquitectura 2019, quien hasta esta fecha sigue pendiente de apoyar el bienestar de las familias atropelladas con este despojo.
Javiera Martínez, presidenta de la Fundación Villa San Luis que también apoyó la acción, explica que su organización busca dos cosas: Una, poder reparar de manera digna a estas personas, y por otro lado, dejar el lugar declarado como Monumento Histórico como un sitio realmente de memoria y que sea una representación de la historia, de la memoria de estas familias y sobre todo de las políticas de vivienda que intentaron en algún momento eliminar la segregación social urbana.
Martínez agrega que ésta es una de las primeras acciones fuertes que han hecho, en conjunto con Janet Toro, quien ideó la intervención, piensa que “primero, visibiliza lo que es ahora el sitio, es algo potente que dignifica también la historia de los vecinos, de poder plantarse aquí en un espacio que es de ellos, es una manera de poder visibilizar la historia, y de que nosotros nos sigamos apropiando de esta ciudad, que al final fue construida de otra manera. Yo creo que para los vecinos y las vecinas ha sido un hecho único haber estado juntos en este espacio haciendo esta intervención”.
LA ARTISTA
Janet Toro Benavides (Osorno, 1963), cuya obra fue la seleccionada el año pasado para integrar la colección permanente del Museo Phoenix (Arizona, Estados Unidos) gracias a la Fundación FAVA, y una de las artistas que integra la exposición Radical Women, estudió arte en la Universidad de Chile, y formó parte de la Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ) en los años ’80, época en que se acercó a lo performativo.
El trabajo que realiza es una reflexión visual y corporal acerca de la existencia humana. Su creación surge de la necesidad de profundizar en la existencia y desde ahí generar un ámbito de resistencia y un espacio de poesía. Trabaja con las políticas del cuerpo, con el ser mujer en una sociedad patriarcal y colonial. Transita por lo mínimo, lo controvertido y extremo a la vez.
Como seleccionada para la exposición Radical Women, su obra se ha mostrado en los museos Hammer, de California; Brooklyn, de New York, y en La Pinacoteca, de Sao Paulo, Brasil.
En noviembre de 2018 estuvo invitada a dar una charla en el Seminario Historias Feministas, Mujeres Radicales, en el Museo MASP de Sao Paulo.
Su serie de performance ‘In Situ’ del año 2015, compuesta por cinco obras: El reflejo, Nemeln (palabra, en Mapudungun), Velorio del ángel, Distopía, y La Tarjeta, se exhibió en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. El año anterior, en el mismo lugar, presentó su obra ‘Exhumar la memoria’.
Su serie “Geometría Corporal” (2013), dibujos realizados con sus propios cabellos, y un video de la performance ‘Este es mi cuerpo’ que realizó en el Museo de Arte Contemporáneo en 2017, fueron seleccionados para formar parte de la colección permanente del Phoenix Art Museum, en Estados Unidos.
Página Web: www.janet-toro.com
Créditos imágenes: Marucela Ramírez, Marcela Araya y César Baeza.