La muerte es el tema en común entre los seres humanos. Todos tenemos la certeza de que llegará; lo que inquieta es la idea de cómo, en qué momento y en medio de qué situación. Por ello evitamos propiciar el momento para que se presente, pero la muerte, también, es inesperada. Algunos señalan que la muerte se deja sentir en todos los momentos de la vida: en la vulnerabilidad del sueño, en la transición a la madurez con el desprendimiento de lo que fuimos, en el amor carnal, cuando pasamos de una realidad a otra y en la renovación. Lo cierto es que cada uno asimila la muerte de forma distinta o muere poco a poco frente a las desventuras, las decisiones y las interpretaciones del cambio.
En la cultura mexicana, la muerte es representada con una creatividad y sentido del humor que ha atrapado el interés de muchos a través de los tiempos. La muerte en América Latina se vive de forma diferente al resto del mundo. Está más integrada en la vida y tiene sus celebraciones y rituales, además de ser material artístico y literario como muestra el libro de relatos Disculpe que no me levante, escrito por 20 autores latinoamericanos de hoy.
Una antología de cuentos inéditos, que bajo el irónico título de Disculpe que no me levante -la popular frase que Groucho Marx quería en su tumba-, publica Demipage como su libro estrella para el otoño y que saldrá el once de septiembre.
Se trata de un bello libro que aúna el trabajo de escritores nacidos entre finales de los sesenta y ochenta, jóvenes autores consagrados, muchos de ellos incluidos en la revista Granta, traducidos a otros idiomas y que ponen su mirada diferente, irónica, cínica y hasta violenta sobre el tema de la muerte.
“En la muerte sólo sucede la muerte, pero los funerales fingen atender a la muerte para dejar que otras cosas sucedan. Por su naturaleza escénica, de entrega, dolor y disimulos, hemos querido dedicarles el libro que tiene usted entre las manos…”, con esta premisa los editores de Demipage, David Villanueva y Paula Rosés se embarcaron en este proyecto para su nueva colección de autores latinoamericanos.
Lina Meruane, Richard Parra, Liliana Colanzi, Selva Almada, Iosi Havilio, Carlos Labbé, Fernando Trías, Isabel Mellado, Sebastián Graciano, Carlos Yushimito, Giovanna Rivero y Mónica Ríos son algunos de los escritores reunidos.
Además de Maximiliano Barrientos, Andrea Jeftanovic, Rodrigo Hasbún, Andrés Felipe Solano, Laia Jufresa, Juan Sebastián Cárdenas y federico Falcço, quienes escriben sus cuentos inéditos en clave cómica, dramática fantástica o realista.
“Llevamos un tiempo buscando y descubriendo nuevos valores latinoamericanos para nuestro catálogo. Y nuestra búsqueda ha dado con todos estos autores. Cada uno de ellos representa lo más alternativo artísticamente hablando, lo más representativo de lo que se están produciendo en estos países latinoamericanos”, explica David Villanueva.
Y a la hora de buscar un tema que uniera a todos ellos, los editores decidieron escoger el tema de la muerte por la presencia que tiene en América Latina.
“En países como México, Colombia, Perú, Argentina, Bolivia, la muerte y su derivadas tiene una presencia muy importante -precisa Villanueva- y aquí está en cada uno de ellos reflejada de muy diferente y sutil manera, sin violencia, excepto en un caso, el de Richar Parra, que es inherente a su literatura”.
El suicidio, la muerte por amor, el asesinato, la muerte accidental, la muerte de los animales o el cementerio perfecto, son algunos otros temas que recorren estas páginas, escritas por estos autores que son los herederos del boom.
“Son escritores que se han leído todo. Tienen una cultura literaria amplísima, pero quizá en el libro se ve más la influencia de escritores como Julio Cortázar y desde luego de Juan Rulfo. De Cortázar, por su nivel experimental y Juan Rulfo por su manera de narrar”, subraya Villanueva.
“Antes de morirse, había averiguado en largas reuniones con su abogados sobre la posibilidad de ser enterrada con todos los papeles que había escrito y no había publicado durante su vida…” Así comienza “Obituario (la escritora)” de la narradora y guionista chilena Mónica Ríos.
O el poético texto con huellas de Juan Carlos Onetti de la argentina Selva Almada que se abre así: “La cabeza flotaba en la espuma de tules. parecida a la de un santo. Y según como se la mirase, parecida a la de una novia envuelta en velo. Los ojos dormidos, la boca floja sin dientes ni palabra, las mejillas hundidas con la piel pegada a los carrillos…”.