«Cierra las ventanillas y acuéstate. Hay un incendio en la central. Vendré pronto». Pero el bombero que acudía a sofocar el fuego desatado en la central nuclear nunca regresó. Así arranca una de las historias recogidas en ‘Voces de Chernóbil’, publicado originalmente en 1997 y única ventana abierta a los lectores de habla hispana para acercarse a la obra de la muy desconocida escritora biolorrusa. Por sus páginas corales transitan bomberos, vecinos, políticos y aquellos famosos liquidadores que envenenaron su sangre construyendo casi con sus manos denudas el gigantesco sarcófago que debía atrapar el terror radiactivo para siempre.
Este año las apuestas del Nobel de Literatura lo han clavado y podríamos hacer cábalas sobre si la opción de los académicos suecos, nunca libre de suspicacias geoestratégicas, supone un apoyo a esos pueblos exsoviéticos amenazados por el nuevo despertar del imperio ruso.
El otro gran libro de Alexievich, ‘La guerra no tiene nombre de mujer’, es una ambiciosa historia sobre las peripecias de las mujeres soviéticas a partir de 1945, al fin de la Gran Guerra Patriótica, que cosechó excelentes críticas en su edición inglesa y publicará Debate en España el próximo noviembre. La obra, escrita en 1983, sufrió la censura de un régimen comunista poco partidario de reconocer la labor de las mujeres soviéticas en primera línea del frente de batalla. El sello del Grupo Penguin Random House ha anunciado a este medio que en 2016 llegarán a las librerías de nuestro país dos nuevos títulos de Svetlana Alexievich: ‘Los chicos de latón’, sobre los veteranos de la primera guerra chechena, y ‘Los últimos testigos’, en torno a los huérfanos de la II Guerra Mundial.
La periodista biolorrusa ha recibido en los últimos años importantes premios literarios internacionales como el Ryszard-Kapuściński en 1996, el premio del Círculo de Críticos de EE.UU. en 1997, el Herder en 1999 y el premio de la Paz del Comercio Libre Alemán (2013)
Sus libros suelen ofrecer un retrato profundo de la antigua Unión Soviética. Alexievich se licenció en periodismo en la Universidad de Minsk y colaboró con la revista local Neman. No es fácil clasificar los libros de Svetlana Alexievich. Son ensayos pero también reportajes. Por eso ella prefiere que su género sea reconocido como “novelas de voces”.
Svetlana Alexievich, más que una escritora, es una voz que potencia otras voces, las de los nunca escuchados, las de los nunca buscados por los reporteros, un eco de los que sufren. Svetlana Alexievich es ese tipo de periodista que demuestra que un buen reportaje debe ser, por sobre todas las cosas, humano.
F: B.M. / El Confidencial