#UnDíaComoHoy pero de 1972, la Argentina perdía a una de sus grandes artistas, a la destacada poeta Alejandra Pizarnik. Nació en 1936 el 29 de abril en Avellaneda.
Dicen que su infancia fue algo compleja, hija de inmigrantes judíos de origen eslovaco y ruso, de niña tartamudeaba y tenía un acento europeo, problemas de acné y tendencia a subir de peso, todo afectaba a su autoestima, sumado a la comparación constante con su hermana.
A sus 18 años ingresa a la Universidad de Buenos Aires donde asistió a cursos de filosofía, literatura y periodismo, sin finalizar sus estudios. También asistió a clases con Juan Batlle Planas de arte plástico.
Profundamente interesada por el psicoanálisis y por el inconsciente. Su poesía se vio influenciada por Antonio Porchia, Stéphane Mallarmé y Arthur Rimbaud. Tintes y colores en sus letras del surrealismo y el romanticismo. Imaginaría, inquieta y de una sensibilidad que la llevaron a ser conocida y destacada. Los temas que atraviesan sus poesías son el dolor, la muerte, su infancia y la soledad.
En 1955 publica La tierra más ajena, en 1956 publica La última inocencia en honor a León Ostrov, su psicoanalista y en 1958 Las aventuras perdidas.
Vivió un tiempo en París durante los ´60 donde tradujo y escribió poemas en algunos diarios y revistas de allí como Cuadernos. Estudio en Sorbona donde entabla amistad con Julio Cortázar.
Ya consolidada como autora vuelve a Buenos Aires en 1964 y escribe sus trabajos más relevantes, en el ´65 Los trabajos y las noches, en el ´68 Extracción de la piedra y la locura, y en 1971 El infierno musical. Recibió becas Guggenheim y Fullbright lo cual le permitió viajar a los Estados Unidos.
Muere a los 36 años año quitándose la vida por ingerir 50 pastillas tras haber salido, con permiso, del hospital psiquiátrico en Buenos Aires. Había tenido dos intentos de suicidio lo cual causó su cuadro depresivo.
“Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba no vi otra cosa que a mí misma.”